La expansión del Opus Dei después de la Guerra Civil española

En este podcast de “Fragmentos de historia”, Onésimo Díaz detalla el desarrollo del Opus Dei por varias ciudades españolas, tras la Guerra Civil. Onésimo es profesor en la Universidad de Navarra e investigador del Instituto Histórico San Josemaría Escrivá. Actualmente es subdirector del Centro de Estudios Josemaría Escrivá.

Tras el fin de la Guerra Civil española Josemaría Escrivá vio oportuno comenzar la expansión del Opus Dei por distintas ciudades. Para ello impulsó a los jóvenes que en ese momento lo acompañaban a que viajaran por España primero, y por otros países después.

El historiador Onésimo Díaz, autor de Expansión. El desarrollo del Opus Dei entre los años 1940 y 1945 relata cómo fueron esos años. A través de su narración explica los primeros viajes, la buena acogida del mensaje de santificación en el medio del mundo y, también, ciertas incomprensiones y críticas que surgieron en el seno de la Iglesia y en la sociedad.


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Se suele decir que una imagen vale más que mil palabras. Seguramente hemos visto una fotografía de Miguel Fisac, famoso arquitecto, donde se representa unas ruinas de la residencia de la calle Ferraz, la residencia del Opus Dei. En esas ruinas aparece un sacerdote, un joven vestido de uniforme militar, Juan Jiménez Vargas y el hermano del fundador del Opus Dei, Santiago Escrivá. Esos tres personajes están sobre un paisaje desolador, unas ruinas de una residencia de estudiantes. El techo totalmente destrozado, un boquete de un obús en la pared lateral y una luz que entra y que se ve: el polvo, la suciedad, el destrozo de tres años de guerra.

El Opus Dei humanamente hablando en abril del año 39 era eso: unas ruinas, una residencia totalmente destrozada, un sacerdote, 14 jóvenes y dos mujeres. Humanamente hablando, era una misión imposible. Pero en ese contexto de guerra y de desolación, Josemaría Escrivá escribió una carta en Burgos, en enero del 39, donde comunicaba a sus seguidores que el mensaje era optimismo porque la guerra estaba a punto de terminar. En ese momento —era enero del 39— Escrivá invitaba a esos jóvenes que le estaban siguiendo, la mayor parte universitarios, a pensar en una reconstrucción, un momento de esperanza, de recomenzar.

Eso se pone en práctica en el verano del 39, cuando la guerra ya ha terminado. Se busca un nuevo piso en alquiler en Madrid. La residencia de Ferraz estaba totalmente destrozada, no se puede hacer nada sobre esas ruinas. Buscaron muy cerca de la calle de la Castellana, muy cerca de Santiago Bernabéu, un piso en alquiler en la calle Jenner. Una calle muy pequeñita, muy coqueta de Madrid, que se conserva ahora mismo tal cual. Un sitio muy acogedor. Alquilaron el primer piso y el tercer piso. En el primer piso se colocó el comedor, las habitaciones para la familia Escrivá y en la parte superior, en el tercer piso, estaba propiamente dicha la residencia de estudiantes para unas 20 o 25 plazas. En algún momento llegó a tener 30 plazas en esas habitaciones. Estos jóvenes que vivían en esa residencia algunos eran del Opus Dei, una docena más o menos, pero la mayor parte eran jóvenes que iban a Madrid a estudiar ingeniería, arquitectura o carreras de ciencias o de letras. Convivían con el fundador del Opus Dei y con esos primeros miembros de la Obra. En ese ambiente, un ambiente acogedor y familiar, algunos de estos jóvenes descubrieron que tenían esa vocación al Opus Dei de buscar la santidad en el estudio, en el trabajo, en lo ordinario.

Los viajes por España

El Opus Dei en el año 39 prácticamente estaba concentrado en Madrid. Llevaba 11 años de vida y solamente había un chico joven, un estudiante universitario en Valencia, Rafael Calvo Serer, que después fue un político muy famoso que presidió el diario Madrid en los años 60 (un diario antifranquista) y que sufrió bastante la dictadura de Franco. Este joven universitario valenciano era el único que entonces no vivía en Madrid y que abrió un piso en la calle Samaniego, en Valencia, llamado El Cubil, donde se reunía con los amigos para estudiar, para rezar con el libro Camino, que acaba de salir publicado.

Josemaría Escrivá veía que el Opus Dei tenía que extenderse. En primer lugar por otras ciudades de España y en el futuro por otras ciudades del mundo. Para esa expansión pidió y animó a esos jóvenes universitarios del Opus Dei a que los sábados por la tarde, cuando no había clase ni trabajo, y el domingo hiciesen viajes en tren, en autobús a ciudades universitarias: Salamanca, Valladolid, Zaragoza, Barcelona, Valencia.

En esos viajes estos jóvenes pernoctaban en un hotel al día siguiente e iban a misa a la iglesia o una catedral, y tenían amigos, primos, parientes en esas ciudades a los que explicaban de manera sencilla y abierta lo que era el Opus Dei. En esas conversaciones jugó un papel importantísimo el libro Camino, que salió publicado precisamente en septiembre del 39, y que ayudó a muchos jóvenes que se sentían atraídos por un mensaje novedoso de buscar la santidad en el estudio y en el trabajo. Muchos de esos jóvenes se sintieron movidos a incorporarse al Opus Dei.

Y así, pocos meses después, en la primavera del 40 en Valladolid se abre un piso alquilado que se llama El Rincón donde algunos de estos jóvenes vallisoletanos, y también de otras provincias que van a estudiar a Valladolid, se reunían para estudiar, para rezar con Camino, para tener unas charlas de formación cristiana. El siguiente centro o piso que se abre es en Barcelona en el verano del 40, se llama el Palau. También es un piso pequeño en alquiler donde jóvenes universitarios, sobre todo ingenieros (en Barcelona había bastantes ingenieros) conocen el espíritu del Opus Dei y se sienten movidos a santificar el estudio, que es lo que están haciendo en esos momentos esos jóvenes.

Curiosamente, en pocos meses, de 14 jóvenes que había en el Opus Dei a finales del curso 39, en el verano del 40 hay ya más de 70. En ese verano, Josemaría Escrivá, en la Residencia Jenner, montó unas mini convivencias de una semana con estos jóvenes para intentar transmitirles el espíritu del Opus Dei, con clases, meditaciones, charlas personales. Todos estos jóvenes años después recordaban que, en ese verano, al convivir con san Josemaría Escrivá y escucharle lo que él proponía, un mensaje de novedad, de santificar las cosas ordinarias en medio del mundo, se sintieron reforzados. Lo que habían leído en Camino vieron que no era una teoría, algo que estaba en un libro, sino que era algo vital que podían incorporar a su vida.

Las primeras aprobaciones del Opus Dei

El Opus Dei al extenderse por Valencia, Valladolid, Barcelona y también en Zaragoza, en Bilbao y poco a poco por otras ciudades donde iba cuajando ese espíritu, empezó a ser conocido. Había gente que pensaba que era una cosa buena. Muchos obispos apoyaron al fundador del Opus Dei en esos momentos; pero también había gente que se sentía inquieta porque ese mensaje de buscar la santidad en medio del mundo era algo nuevo. Y hubo algunos religiosos, buenazos religiosos católicos, que pensaban que el Opus Dei les podía hacer la competencia o que pensaban también que esa novedad era un poco protestante o calvinista e incluso herética. Se llegó a pensar que Camino era un libro herético.

Josemaría Escrivá que era muy amigo del obispo de Madrid, Leopoldo Eijo Garay, le pidió una primera aprobación para tener un respaldo de la jerarquía católica, de la jerarquía eclesiástica. Lo consiguió en el año 41. El obispo Madrid aprobó el Opus Dei como Pía Unión, que es una aprobación muy sencilla, donde el obispo dice que ese grupo de jóvenes que se reúnen con un sacerdote es una cosa buena, una cosa que ayuda a su piedad.

Pero a pesar de esa aprobación diocesana hecha en Madrid, donde nació el Opus Dei, seguían las críticas contra el Opus Dei. Gente que pensaba que eso no tenía mucho futuro, que era algo peligroso o algo que apartaba a muchos jóvenes de las congregaciones Marianas o de la Acción Católica, que estaban en esos momentos bastante boyantes en la sociedad confesional española.

En el año 43 Josemaría Escrivá consiguió que el Papa Pío XII diese la primera aprobación del Opus Dei, lo que se llama el Nihil Obstat, o sea que no hay ningún obstáculo ni ningún problema para que el Opus Dei pueda extenderse por otras ciudades de España y del mundo.

A partir de esa aprobación el Opus Dei consiguió una cierta tolerancia y, también, un cierto apoyo sobre todo un apoyo total por parte de la jerarquía española. El 95 % de los obispos españoles conocían a Josemaría Escrivá, conocían Camino y apoyaban su asociación, su Pía Unión. Poco a poco la Obra se fue extendiendo por más ciudades españolas, casi todas universitarias. También por Sevilla, Granada; en Santiago Compostela se abrió un piso.

El apostolado con mujeres

También Josemaría Escrivá sabía que el Opus Dei era tanto para hombres como para mujeres. En esos momentos en España, en los años 40, las mujeres principalmente eran educadas para el matrimonio o para el convento, y poco más. Josemaría Escrivá tenía también un mensaje muy novedoso y moderno para la mujer española y de todos los países en esos momentos, porque decía a las mujeres que ellas tenían el mismo derecho a trabajar como médicos, arquitectos, abogados, profesores universitarios, etc.

Ese mensaje al principio en las mujeres tardó en cuajar. Así como entre los hombres la expansión del Opus Dei fue muy rápida en estos años 40; las mujeres fueron más despacio también porque la mentalidad de la época era distinta a la que tenemos ahora. Pero poco a poco ese mensaje fue cuajando y en el primer centro, el primer piso de mujeres que se abre en Madrid en otoño del 42, que había media docena de mujeres viviendo en ese centro, en ese piso Josemaría Escrivá les dijo, les “profetizó” que en el futuro iban abrir residencias universitarias, librerías, clínicas, granjas, etc.

En esos momentos la mujer española, cuando tenía que conducir un coche o casarse o abrir una cuenta bancaria, necesitaba permiso o del padre o del marido. Josemaría Escrivá les invitaba a hacer viajes, a ser pioneras, a abrir pisos, a trabajar en cualquier oficio o cualquier profesión. Insisto en que el mensaje del Opus Dei en esos años 40 era algo que sonaba revolucionario porque nadie en la Iglesia Católica, en esos años, invitaba a gente joven principalmente a buscar la santidad en el estudio, en el trabajo, tanto a hombres como a mujeres.

La ayuda de los sacerdotes para la expansión de la Obra

Otra novedad que trae el Opus Dei es el sacerdocio. Josemaría Escrivá era sacerdote. Vio el Opus Dei en el año 28, con tres años de cura en Madrid, mientras hacía el doctorado en Derecho. Él quería que dentro de los miembros del Opus Dei, de los hombres del Opus Dei, algunos fuesen sacerdotes para ayudarle a él en esa tarea de predicar, de dar cursos de retiro, ejercicios espirituales, la dirección espiritual, las meditaciones.

Un día celebrando Misa en el Centro de Mujeres de la calle Jorge Manrique, Josemaría Escrivá vio con claridad la manera que esos jóvenes, algunos jóvenes, podían acceder al sacerdocio. Ya había tres que se estaban preparando.Estaban estudiando filosofía, latín y teología. En esa misa del 14 de febrero del 43 descubrió la manera de que esos jóvenes, sin salir del Opus Dei, fueran sacerdotes al servicio de los miembros del Opus Dei. El obispo de Madrid dio todo tipo de facilidades. Josemaría Escrivá también habló con el obispo de Pamplona y el de Vitoria para explicarle esa novedad de tener sacerdotes en el Opus Dei. Todos apoyaron esa visión que poco a poco, también, la Santa Sede vio que eso era parte del Opus Dei tanto mujeres como hombres, como casados, célibes y también sacerdotes.

Esta ordenación de los tres primeros sacerdotes del Opus Dei, que fue el 25 de junio del año 44, facilitó la expansión de la Obra en muchas ciudades, porque ya no solamente Josemaría Escrivá era el sacerdote que predicaba los retiros, los ejercicios virtuales, las meditaciones y que intentaba hablar con todos los fieles del Opus Dei. También tenía algunos ayudantes, en este caso, sobre todo Álvaro del Portillo, que fue su mano derecha durante toda su vida, que fue uno de los tres primeros sacerdotes. Este sacerdote, Álvaro del Portillo, a partir del año 44 hace viajes a distintas ciudades, sobre todo alrededor de Madrid. Y también los otros sacerdotes: José Luis Múzquiz, ingeniero también, hacía viajes al sur de España, sobre todo, a Andalucía; y José María Hernández Garnica, también ingeniero y biólogo, hacía viajes al Levante, Valencia, Zaragoza y Barcelona.

Esto fue un impulso indudable y se nota en las cifras de incorporaciones al Opus Dei: en ese curso 44-45 hay más de 100 jóvenes que se incorporan al Opus Dei. Es una cifra bastante importante para el desarrollo que había tenido el Opus Dei en los años 20 y 30, que había crecido con mucha lentitud. En esos inicios de los 40 el Opus Dei era visto por los jóvenes como una cosa moderna, innovadora, atractiva. Incluso hay críticos. Un famoso sociólogo catalán que tiene un libro que se llama Santos y pillos sobre el Opus Dei, donde este sociólogo dice que verdaderamente lo que predicaba Josemaría Escrivá era algo que no decía nadie y que en los ambientes juveniles era algo revolucionario y atractivo, que mucha gente se apuntaba, que decía “esto es algo que me gusta”.

En los años 44 y 45 en Madrid tiene mucha fuerza el Colegio Mayor Moncloa, que se había abierto un curso antes; en Valencia está la residencia de estudiantes de Samaniego, que también es un punto muy fuerte del Opus Dei en esos años. Luego en Barcelona, aunque no hay colegio mayor todavía, sí hay bastantes pisos, centros del Opus Dei, donde también hay bastantes vocaciones.

Críticas por parte de Falange

Evidentemente el Opus Dei, al extenderse por más de media docena de ciudades españolas, también hubo gente, además de algunos religiosos, que no entendían lo que era el Opus Dei, que pensaba que era una especie de grupo de presión o lobby o masonería blanca. Entre ellos el partido político único que tenía Franco, la Falange. En estos años, un sector de Falange estaba muy preocupado porque veía algo nuevo, de gente joven, algunos de ellos empezaban a sacar las cátedras en la Universidad de Madrid y de otras universidades, y pensaban que el Opus Dei iba a por el control del ministro de Educación, de la Universidad y que en un futuro podía ensombrecer el poder omnímodo de Falange.

Hay unos informes de Falange del año 42, 43 y 44, donde se ve la preocupación por esta institución de la Iglesia Católica, a la que tachan de internacionalista, porque se dan cuenta que lo Opus Dei no es una cosa española, sino que también se quiere extender por todo el mundo. Ven que esa asociación de jóvenes, esos jóvenes preparados, jóvenes, algunos que están aspirando la cátedra, pueden internarse dentro del Partido Único.

De hecho, a principios de los años 40, había algunos miembros del Opus Dei que sí eran falangistas, sobre todo Eduardo Alastrué, que era miembro de Falange desde antes de la guerra. Era un camisa vieja y era un hombre famoso en Madrid por su falangismo y que aparece muchas fotos vestido con el correaje y la camisa azul de Falange y muy amigo de los gerifaltes del partido del Sindicato de Estudiantes Universitarios de Falange. Luego Juan Jiménez Vargas y Miguel Fisac se afiliaron a Falange después de la guerra, como muchos jóvenes. Estaba de moda y estaba bien visto ser falangista. Aunque tanto Juan Jiménez Vargas como Miguel Fisac al ver que Falange veía con malos ojos al Opus Dei, hubo un momento, el año 41- 42, que se salieron del Sindicato Español Universitario, el sindicato falangista. En cambio, Eduardo Alastrué, que era camisa vieja, siguió en Falange, porque él sentía que era su partido, que era su ideología. Intentó hablar con algunos miembros altos de Falange, para explicarles que el Opus Dei no era una masonería, que no era un grupo de presión, no perseguía ni el poder político ni el poder educativo en España, sino que era un movimiento espiritual. Tiene un mensaje espiritual de intentar que la gente, la gente de Falange o de la Monarquía, o de la República o apolítica, viva un espíritu, un espíritu católico de hacer las cosas bien en el mundo.

La expansión del Opus Dei por el mundo

Al empezar esta sesión explicaba que en el Opus Dei en el año 39, cuando terminó la Guerra Civil, había un sacerdote, 14 jóvenes universitarios, dos mujeres y unas ruinas. Eso era el Opus Dei en el año 39. En el año 45 en el Opus Dei había 231 hombres y 25 mujeres. Se había experimentado un cierto crecimiento. No solamente estaba extendido en Madrid y con un joven en Valencia, Rafael Calvo Serer, sino que estaba ya extendido por muchas ciudades: Santiago, Compostela, Bilbao, Zaragoza, Barcelona, Valencia, Sevilla, Granada; y se extendía también mediante otros viajes, también por Salamanca, por Palencia, incluso Pamplona y en La Ribera (en Tudela) había círculos, charlas, medios de formación para gente joven.

Este espíritu en estos años era una cosa juvenil porque la mayor parte de la gente del Opus Dei rondaba los 20 años. El espíritu, al mismo tiempo, era bastante varonil porque había muy pocas mujeres del Opus Dei en este momento. De clase media alta. Los jóvenes que estudian en la universidad en estos años eran de ese tipo de estrato social. La gente pobre o la gente de clase media no accedía a la universidad, que entonces era bastante elitista y muy poca gente, desgraciadamente, y muy pocas mujeres estudiaban en la universidad. También estos jóvenes del Opus Dei vivían el celibato. Eran jóvenes que se habían entregado totalmente a Dios. Es lo que ahora mismo se conoce por numerarios o numerarias. Este perfil del Opus Dei del año 45 con el paso del tiempo ha cambiado mucho.

Ahora mismo el Opus Dei está extendido en 69 países del mundo. Esto quiere decir que la Obra que en los años 30-40 estaba creciendo y se estaba desarrollando necesitaba tiempo, esos viajes e impulso. A partir del año 45, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial ya con el mundo en paz, muchos jóvenes del Opus Dei, que tenían veintitantos años o treinta y pocos, pudieron hacer viajes a Francia, Irlanda, Inglaterra, Alemania, Suiza, Italia, Portugal, para comenzar esa expansión. Primero por Europa que es donde el Opus Dei se extendió en primer lugar; y después a finales de los 40, México, Estados Unidos; y luego otros países del mundo. En el año 58, por ejemplo, se llegó a Kenia, primer país africano; a Japón también en el 58, primer país asiático; y el año 63 a Australia, el quinto continente donde llegan personas del Opus Dei.

Así, con Camino, con ese mensaje de Josemaría Escrivá, el Opus Dei -que era una cosa al principio pequeña, una semilla diminuta-, con el paso del tiempo se fue extendiendo por los cinco continentes. La Obra entonces es un mensaje esperanzador, moderno, que está en los inicios. El Opus Dei cumplirá en breve, en el año 2028, 100 años y es una institución que está creciendo, que se está extendiendo por todo el mundo, pero que los orígenes, como pasa con muchas instituciones, fue una cosa pequeña que se fue extendiendo por todas partes.

Onésimo Díaz