El bulo de la conquista de las cátedras

Francisco Ponz. MI ENCUENTRO CON EL FUNDADOR DEL OPUS DEI. Madrid, 1939-1944

La presencia en la Universidad de algunos catedráticos miembros del Opus Dei produjo cierto impacto en los ambientes universitarios. Constituíamos una proporción muy pequeña del total de los que obtuvieron cátedras por entonces. En algunos sectores, sin embargo, esa presencia provocó alarma. Empezó a correr el bulo de que el Opus Dei iba a la conquista de las cátedras universitarias. Lo que era un proceso natural de acceso legítimo de unos universitarios al trabajo en la Universidad, fue interpretado por unos pocos -eran los años de la guerra mundial- como fruto de una especie de estrategia militar.

Esa alarma era del todo infundada, como se comprueba si se examinan los datos con objetividad. De 1939 a 1945 se cubrieron en España más de doscientas cátedras, de las que sólo una docena fueron ocupadas por personas del Opus Dei. Estas últimas eran a su vez minoría respecto de los miembros de la Obra que por esos mismos años terminaron la carrera, ya que muchos optaron por otras profesiones. Era por otra parte imposible que en los tribunales de esas oposiciones hubiera miembros del Opus Dei. Y, como es usual, no todos ganaron la cátedra en la primera oposición a la que se presentaron.

Ese bulo era una de las falsas acusaciones que circulaban contra el Opus Dei, en el marco de la contradicción de "los buenos", y también de la de los "menos buenos": laicistas o monopolistas de diversos signos que temían perder su posición dominante al ver que accedía a la cátedra alguno que no pensaba como ellos. Bastaba que alguien pareciera ser católico practicante para que aseguraran que era del Opus Dei. También se comprende que el opositor que no lograba plaza tendiera a ver fantasmas para justificarse. Algunos no entendían que una persona del Opus Dei es un ciudadano normal, que para comer ha de ganarse la vida con su trabajo. Este tipo de ignorancia explica que más tarde provocara también extrañeza que personas del Opus Dei trabajaran en posiciones directivas de empresas, en medios de comunicación social o en la banca; o que unos pocos tomaran parte activa en la vida pública.

No me importa repetir que los fieles del Opus Dei hemos actuado siempre en los asuntos profesionales con plena libertad. Jamás he recibido en el Opus Dei -ni yo ni nadie en la Obra lo hubiéramos tolerado- la menor indicación acerca de cómo debía dar mis clases, seleccionar y desarrollar mis temas de investigación, calificar a un alumno, publicar una revista científica o afrontar cualquier otro aspecto de mi trabajo universitario. Sí que he aprendido, en cambio, que debía ofrecer a Dios ese trabajo, intentar realizarlo bien y con sentido cristiano, ser leal con todos, y ver en los demás a personas a las que se ha de ayudar y servir.