Mural de historias III: Virginia Aspe

«Cuando decidí estudiar Filosofía, ignoraba que era un mundo de hombres. Es una suerte que me haya enterado tan tarde». Hoy, varias décadas después, Virginia es doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra e investigadora nivel 3 en el Sistema Nacional de Investigadores de México.

Edith Stein, filósofa alemana del siglo XX, afirmó: «Las mujeres comprenden no solo con el intelecto, sino también con el corazón». Quizá es por eso que Virginia dice, sonriendo: «Las mujeres aportan cierta valentía, cierta enjundia al mundo de la Filosofía». Más de un filósofo antiguo se sorprendería ante esta afirmación.

«Las mujeres aportan cierta valentía, cierta enjundia al mundo de la Filosofía».

Pero la valentía no es la ausencia de miedo ante la dificultad, sino la capacidad de sobreponerse a esa dificultad. Por eso, cuando filósofas más jóvenes se acercan para pedirle un consejo, Virginia siempre les da este axioma: «La mejor grilla es el trabajo, el trabajo de calidad. Si trabajas bien, terminarás ganando». Horas de escritorio. Días de trabajo. Años de esfuerzo. «Y así, claro que ganas».

Virginia Aspe es doctora en Filosofía por la Universidad de Navarra y miembro del Sistema Nacional de Investigadores de México, nivel 3.

Virginia publicó recientemente un libro titulado “Aristóteles y la Nueva España”, en el que expone gran parte de su investigación de los últimos años. Quizá pueda sorprender la relación entre el filósofo griego y el pasado de nuestro país. Pero el aprendizaje es claro: todo trabajo tiene una repercusión. No hay más que mirar hacia atrás: la historia está llena de ejemplos.

«Muchos se preguntan qué hice ante esta realidad», continúa Virginia. «Muy fácil: yo soy firme creyente de que tu trabajo habla por ti.

¿Incomprensiones? Seguro. ¿Dificultades? Pequeñas y grandes. ¿Miradas por encima del hombro? También. «Muchos se preguntan qué hice ante esta realidad», continúa Virginia. «Muy fácil: yo soy firme creyente de que tu trabajo habla por ti. Haz un buen trabajo siempre y así podrás demostrar a la gente lo que vales».

San Josemaría Escrivá escribe también de dificultades: «Jesús ha muerto. Es un cadáver. Aquellas mujeres santas no esperaban nada. Habían visto cómo le habían maltratado y cómo le habían crucificado: ¡qué presente tenían la violencia de aquella Pasión sufrida! Sabían también que los soldados vigilaban el lugar, sabían que el sepulcro estaba completamente cerrado: ¿quién nos quitará la piedra de la entrada?, se preguntaban, porque era una losa enorme. Sin embargo..., a pesar de todo, ellas acuden a estar con Él».

El punto 676 de “Forja” plantea un panorama difícil, abrumador. Y luego, prosigue: «Mira, las dificultades —grandes y pequeñas— se ven enseguida..., pero, si hay amor, no se repara en esos obstáculos, y se procede con audacia, con decisión, con valentía: ¿no has de confesar que sientes vergüenza al contemplar el empuje, la intrepidez y la valentía de estas mujeres?»

«Hay filósofas que denotan un matiz casi de temeridad en sus investigaciones, que es muy interesante»

¡Qué lejos puede llegar un trabajo bien hecho, con valentía y con amor! «Hay filósofas que denotan un matiz casi de temeridad en sus investigaciones, que es muy interesante» afirma Virginia, pensativa.

Se necesita coraje para poner la primera piedra, pero muchas veces se necesita mucho más para poner la última. Virginia lo ha descubierto en el mundo de la Filosofía. Otras mujeres lo han descubierto en el mundo del Derecho, del campo, de las Matemáticas o del quehacer del hogar. «Hacedlo todo por Amor. —Así no hay cosas pequeñas: todo es grande. —La perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo» (Camino, 813).

«Cuando decidí estudiar Filosofía, ignoraba que era un mundo de hombres. Es una suerte que me haya enterado tan tarde». Sí: es una suerte.