Mural de historias IV: Valentina Sánchez

Universitaria. Ingeniera. Ganas de comerse al mundo. Mirada optimista. Ojos en el mañana y pies en el hoy. Valentina comenzó a estudiar Ingeniería en Desarrollo Sustentable por accidente… y se quedó por gusto.

«México tiene un gran potencial». Valentina sonríe: «Por eso estudio Ingeniería en Desarrollo Sustentable; para proponer soluciones y hacer algo significativo por el planeta». Ojos optimistas y cabeza realista: la fórmula perfecta para una joven que quiere cambiar el mundo.

gran parte de sus estudios consiste en descubrir “cómo sí”.

Si bien al principio Valentina había pensado estudiar Ingeniería Química, diversas circunstancias la llevaron a inscribirse en la Licenciatura en Ingeniería en Desarrollo Sustentable. Y fue una suerte. Ahora, gran parte de sus estudios consiste en descubrir “cómo sí”. Cómo sí es posible obtener energía sustentable; cómo sí es posible reducir el daño a la atmósfera; cómo sí es posible generar un sentido de responsabilidad social por el medio ambiente. Valentina continuamente está buscando soluciones. Es una verdadera convencida de que “siempre se puede”.

Valentina, con su mamá.

«A veces, lo más difícil en la universidad es ser coherente: es muy fuerte el miedo al “qué dirán”. Pero la gente es muy abierta y respetuosa: quieren escuchar tu punto de vista». El Papa Francisco continuamente habla de que hemos de ser constructores de puentes. Y Valentina está buscando “cómo sí” construir puentes con sus compañeros de clase. «Pensar de forma distinta no significa que no podamos ser amigos. Todo lo contrario: las diferencias terminan enriqueciendo las conversaciones». Soluciones: para el medio ambiente y para esas situaciones en las que puede ser difícil ir a contracorriente.

«Pensar de forma distinta no significa que no podamos ser amigos. Todo lo contrario».

Valentina, además, es consciente de la responsabilidad que tiene en su campo profesional: «El papel de la mujer en la ingeniería es fundamental: integrar distintos puntos de vista para encontrar soluciones es clave para responder a las necesidades que hoy en día se nos presentan».

Sin embargo, construir puentes y proponer soluciones no se limita al salón de clases. Como cualquier otra universitaria, Valentina tiene que jugar en distintas canchas. Le gusta nadar y sufre durante el periodo de exámenes finales; puede perderse en un buen libro y también en una buena conversación. Entre estudios, familia, amigos y deporte, ha aprendido a hacer malabares para dedicar un rato cada semana a coordinar el catecismo de una iglesia cercana a su casa: «Es impresionante ver cómo –con un poco de doctrina– cambian familias enteras».

Valentina, con algunas amigas.

Ver cómo sí. En la universidad, Valentina estudia números y medidas, física y química, procesos y estadísticas. Sin embargo, el aprendizaje no se limita a las preguntas de un examen final. «Creo que lo más importante es entender que tenemos la responsabilidad de buscar el bien común. Esa lucha, enfrentada con honestidad y perseverancia, es lo que realmente va a generar un cambio en el mundo».

En la universidad ha descubierto la riqueza de saber escuchar opiniones diversas.

Valentina tiene la mirada puesta en el mañana, pero camina con los pies firmemente puestos en el hoy. En la universidad ha descubierto la riqueza de saber escuchar opiniones diversas y la importancia de ser coherente con las propias creencias. Sí: quizá ser constructores de puentes puede ser difícil. Pero Valentina siempre busca “cómo sí”.