Adviento: Tu segundo regalo

Un paso y luego otro: el camino a Belén es largo y difícil. Ya ha pasado la primera semana, y quizá con ella se ha ido la motivación con la que iniciaste tus propósitos de Adviento. Por eso, en esta segunda semana, queremos proponerte que te fijes en un burrito.

El borriquito –famoso en los villancicos y en los nacimientos– puede parecer poca cosa. No es el animal más bello, ni el más noble. No es alto como los camellos ni grandioso como los elefantes. Y, sin embargo, fue el animal que Dios eligió como trono en la Tierra. Si bien el Evangelio no lo menciona, bien podemos imaginarnos al pequeño asno que acompañaría a la Sagrada Familia desde Nazaret camino a Belén. En esa sencilla figura queremos centrarnos para el reto de esta semana.

San Josemaría procuraba hacer su oración metiéndose en las escenas del Evangelio "como un personaje más". Como si de una película se tratase, podemos imaginar al burrito: un animal joven y fuerte, con el hocico de color claro y las orejas levantadas como antenas. Acércate, sin miedo, para aprender de él: «¡Ojalá adquieras —las quieres alcanzar— las virtudes del borrico!: humilde, duro para el trabajo y perseverante, ¡tozudo!, fiel, segurísimo en su paso, fuerte y —si tiene buen amo— agradecido y obediente».[1] 

Camina a su lado. Descubre la importancia de seguir adelante aun cuando te falten las fuerzas y quieras rendirte. Perseverancia fiel de quien ama y se sabe acompañado. Junto al borriquito de Nazaret, descubrirás que el secreto no es no caer, sino el no permanecer caído. Al final, alcanzarás Belén, donde te admirarás del misterio en los ojos limpios de José y de María. Y ahí, frente al pesebre, podrás decir también: “«De tu borrico, Niño Dios, haz cuanto quieras: como los niños traviesos de la tierra, tírame de las orejas» [2]  y duerme a mi lado. Yo velaré por ti”.

Algunas ideas para vivir el reto de esta semana:

  1. Cada mañana dedica unos minutos a considerar tus propósitos de Adviento: ¿cómo los concretarás ese día?
  2. Al trabajar o estudiar, trabaja por periodos de tiempo determinados, con momentos de descanso intercalados. Te puede ayudar tener una intención por la cual ofrecer cada intervalo.
  3. No te desanimes si a la mitad del día te das cuenta de que no has vivido lo que te habías propuesto; cada minuto es una oportunidad para recomenzar.
  4. En tus ratos de oración, platica con Dios sobre tus propósitos y tus dificultades. Hablar con Él siempre ayuda.
  5. Por la noche, puedes utilizar la jaculatoria que le gustaba repetir al beato Álvaro del Portillo: “Gracias, perdón y ayúdame más”. Y a comenzar de nuevo al día siguiente.

id_1   [1]  San Josemaría Escrivá, Forja, punto 380

id_2 [2]  San Josemaría Escrivá, Apuntes íntimos, n. 313