Retiro de abril #DesdeCasa (2023)

Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.

Retiro mensual abril 2023

Descarga el retiro mensual #DesdeCasa (PDF)
1. Introducción. El misterio pascual: el amor incondicional de Jesús
2. Meditación I. Vivir la Misa.
3. Meditación II. Contemplar y vivir la pasión del Señor.
4. Charla.
5. Lectura espiritual.
6. Examen de conciencia.


Introducción. El misterio pascual: el amor incondicional de Jesús

“No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor. Eso es válido incluso en el ámbito puramente intramundano. Cuando uno experimenta un gran amor en su vida, se trata de un momento de «redención» que da un nuevo sentido a su existencia. Pero muy pronto se da cuenta también de que el amor que se le ha dado, por sí solo, no soluciona el problema de su vida. Es un amor frágil. Puede ser destruido por la muerte. El ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: «Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro» (Rom 8, 38-39). Si existe este amor absoluto con su certeza absoluta, entonces –sólo entonces– el hombre es «redimido», suceda lo que suceda en su caso particular. Esto es lo que se ha de entender cuando decimos que Jesucristo nos ha «redimido». Por medio de Él estamos seguros de Dios, de un Dios que no es una lejana «causa primera» del mundo, porque su Hijo unigénito se ha hecho hombre y cada uno puede decir de Él: «Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí» (Gal 2, 20).

En este sentido, es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida (cf. Efes. 2, 12). La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando «hasta el extremo», «hasta el total cumplimiento» (cf. Jn 13, 1; 19, 30). Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente «vida». Empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza que hemos encontrado en el rito del Bautismo: de la fe se espera la «vida eterna», la vida verdadera que, totalmente y sin amenazas, es sencillamente vida en toda su plenitud. Jesús que dijo de sí mismo que había venido para que nosotros tengamos la vida y la tengamos en plenitud, en abundancia (cf. Jn 10, 10), nos explicó también qué significa «vida»: «Ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo» (Jn 17, 3). La vida en su verdadero sentido no la tiene uno solamente para sí, ni tampoco sólo por sí mismo: es una relación. Y la vida entera es relación con quien es la fuente de la vida. Si estamos en relación con Aquel que no muere, que es la Vida misma y el Amor mismo, entonces estamos en la vida. Entonces «vivimos».

Benedicto XVI, Enc. Spe Salvi, nn. 26-27.

Primera meditación

Opción 1. Meditación: Vivir la misa.

Opción 2. Entender y vivir la Misa. Textos escogidos sobre cuáles son las partes de la misa y su significado.

Segunda meditación

Opción 1. Meditación: Contemplar y vivir la pasión del Señor.

Opción 2: Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, Catecismo de la Iglesia católica, nn. 595-623.

Charla

El pecado, enemigo de una vida plena y libre. Consideración del pecado desde la filiación divina. ¿Por qué abunda el pecado? El hijo pródigo y la misericordia divina. El sacramento de la confesión.

Reset: historias de caídas, errores, perdón y amor.

Lectura

San Josemaría, Homilía El corazón de Cristo, paz de los cristianos (Audio y texto).

Examen de conciencia

Acto de presencia de Dios

1. «Esto es mi cuerpo, que es entregado por vosotros» (Mt 22, 19). ¿Le pido a Dios que me ayude a descubrirlo en la Eucaristía, a ser cada día más consciente de la gracia que significa recibir la comunión? ¿Cómo procuro transmitir a los que tengo alrededor el valor que tiene la santa Misa?

2. «Quien come este pan vivirá eternamente» (Jn 6, 58). ¿Pongo habitualmente mi vida en sus manos: alegrías, tristezas, dificultades, etc. sabiendo que él siempre me acompaña y así hace llevadero nuestro caminar hacia la vida eterna?

3. «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer» (Lc 22, 14). ¿Deseo entrar en la Iglesia cuando me es posible para visitar al Señor y hablar con él, adorarle, darle gracias?

4. ¿Procuro llevar mi día a la santa Misa como ofrenda para que el Señor la acepte, la bendiga y la una a su sacrificio? ¿Fomenta mi confianza saber que, de esta manera, mi vida es redentora, aunque no falten en ella oscuridades y dificultades objetivas?

5. «Jesús, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo» (Jn 13, 1). «Me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Ga 2, 20). ¿Qué significa para mí que Jesús haya dado su vida y hasta la última gota de su sangre?

6. Meditar la vida del Señor, especialmente el misterio de su cruz, ¿mueve mi corazón al dolor de amor por mis pecados y a la generosidad?

7. Ante las dificultades de la vida, ¿procuro pararme a pensar que Dios está siempre a mi lado y que nada de lo que me pasa, ni lo bueno ni lo malo, le es indiferente? ¿Me doy cuenta de la suerte que tengo de tener a Dios como padre y amigo y de que mi vida está en sus manos?

8. Cuando en la cruz el buen ladrón le pidió que se acordara de él en el Paraíso, Jesucristo no tardó nada en acogerle: «Y le respondió: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso”» (Lc 23, 43). ¿Cómo me siento acogido por el Señor? ¿Sé acoger a todo el mundo en mi corazón, tal y como son, y me intereso por sus preocupaciones?

Acto de contrición