Opus Dei

Reflexión para meditar el domingo de la cuarta semana de Pascua. Los temas propuestos son: Jesús es el buen pastor; dar la vida por las ovejas; todos somos oveja y pastor

Reflexión para meditar el domingo de la segunda semana de Pascua. Los temas propuestos son: Tomás quiere tocar las llagas de Jesús; la misericordia de Dios aviva nuestra fe; las llagas del Resucitado nos introducen en su amor

Reflexión para meditar el sábado de la octava de Pascua. Los temas propuestos son: Jesús llama a todos a ser apóstoles; Dios cuenta con nuestras fortalezas y con nuestras flaquezas; encontrar fuerza en Cristo Resucitado.

Reflexión para meditar el viernes de la octava de Pascua. Los temas propuestos son: Jesús sorprende a sus discípulos desde la orilla; Juan y Pedro reconocen al Señor Resucitado; todos estamos llamados a echar las redes.

Reflexión para meditar el jueves de la octava de Pascua. Los temas propuestos son: «Paz» es la primera palabra del Resucitado; Jesús renueva la esperanza en nuestra vida; la misión de difundir la paz entre todas las personas.

Reflexión para meditar el miércoles de la octava de Pascua. Los temas propuestos son: los discípulos de Emaús salen de Jerusalén; Jesús nos acompaña siempre en nuestro camino; reconocer a Dios en el Pan y en la Palabra.

Reflexión para meditar el martes de la octava de Pascua. Los temas propuestos son: María Magdalena encuentra el sepulcro vacío; Jesús resucitado la llama por su nombre; la alegría del primer anuncio.

Reflexión para meditar el lunes de la octava de Pascua. Los temas propuestos son: Jesús resucitado sale al encuentro de las mujeres; las santas mujeres se convierten en apóstoles; la valentía que da encontrarse con Cristo resucitado.

El tiempo de Pascua, estallido de alegría, se extiende desde la vigilia Pascual hasta el domingo de Pentecostés. En estos cincuenta días la Iglesia nos envuelve en su alegría por la victoria del Señor sobre la muerte. Cristo vive, y viene a nuestro encuentro.

Textos para orar que nos invitan a detenernos, en silencio, para vivir en presencia de Dios cada semana del año litúrgico.