Visitas a los pobres de la Virgen

Las visitas a los pobres son un medio de formación de la obra de san Rafael, que es el apostolado que realizan los fieles del Opus Dei con la juventud.

Explicación de las Visitas a los pobres de la Virgen, un medio de formación de la labor de San Rafael, el apostolado del Opus Dei con la gente joven

Cuando san Josemaría tenía apenas treinta años, al notar en su interior una incesante y creciente necesidad de llevar a cada alma y al mundo entero lo que Dios le había hecho ver, tuvo que buscar cuáles serían los cimientos de esa Obra de Dios.

¿Dónde encontrarlos? ¿Fines sobrenaturales? —pensó— ¡Medios sobrenaturales! La oración, el dolor ofrecido a Dios como oración, sí: esa sería la base, el cimiento sólido del Opus Dei.


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“Fui a buscar fortaleza en los barrios más pobres de Madrid. Horas y horas por todos los lados, todos los días, a pie de una parte a otra, entre pobres vergonzantes y pobres miserables, que no tenían nada de nada; entre niños con los mocos en la boca, sucios, pero niños, que quiere decir almas agradables a Dios”[1].

A todas aquellas personas a las que atendía espiritualmente y a las que socorría en sus necesidades materiales, les pedía que ofrecieran esos dolores, su soledad, por la labor que hacía con la gente joven: a una enferma, a una desahuciada, a una pordiosera, a un moribundo herido en una reyerta y en tantas otras situaciones.

Origen de las visitas a los pobres de la Virgen

Estas visitas a enfermos en los hospitales de Madrid que san Josemaría llevaba realizando desde 1927, acompañado de algunos jóvenes, serán el precedente del comienzo de la obra de san Rafael, que es el apostolado que realizan los fieles del Opus Dei con la juventud. Comenzaron a vivirse en el año 1931, en Madrid, y san Josemaría empezó a llamarlas visitas a los pobres de la Virgen. Lo consideró un medio tradicional de la labor de san Rafael que no debía faltar nunca[2].

Con el paso del tiempo, las visitas a los pobres de la Virgen se han enriquecido y hoy en día pueden revestir diversas formas de actuación, pero siempre estarán presentes algunos elementos como confortar al pobre y al enfermo[3], prestarle algún servicio, acompañar a quien está solo y hacerle pasar un rato agradable[4], etc.

Fines de las visitas a los pobres de la Virgen

A través de esas obras de misericordia, el Señor se sirve para encender en oración el alma propia y la de un amigo. También mediante la conversación que mueve a la generosidad y al deseo de tratar más a Dios. Por ejemplo, el beato Álvaro que acompañó a san Josemaría en diversas ocasiones, decía al respecto: “El contacto con la pobreza, con el abandono, produce un choque espiritual enorme. Nos hace ver que muchas veces nos preocupamos de tonterías que no son más que egoísmos nuestros, pequeñeces[5]”.

El Papa Francisco se pregunta: “¿Cómo puedo hoy encontrar las llagas de Jesús? Yo no las puedo ver como las vio Tomás. Las llagas de Jesús las encuentro haciendo obras de misericordia”[6].

De hecho, es el mismo Jesús quien nos afirma esto: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis[7]”. Por eso san Josemaría, como tantos otros santos, estaba convencido de que mediante las visitas a los pobres se ve “de una manera práctica a Jesucristo en el pobre, en el enfermo, en el desvalido, en el que padece la soledad, en el que sufre, en el niño”[8].

Con las visitas a los pobres, los jóvenes se ejercitan en la caridad, aprenden a sentirse solidarios con las necesidades ajenas, y descubren de modo muy práctico que el amor a Dios y al prójimo son inseparables[9].

Las visitas a los pobres son también un escuela de cariño y caridad para cualquier circunstancia familiar o profesional. Si aprendemos a encontrar a Cristo en cada persona que atendemos, tendremos más fácil trasladar eso a nuestra vida cotidiana para ver a Jesucristo en los demás y en cada momento.

Además de ser un medio para madurar humana y cristianamente, responde a una necesidad en todos los países. Aún en aquellos donde existe mayor desarrollo económico, hay gente necesitada, personas enfermas o solas.

Cuando resulta posible, estas visitas se organizan en fiestas de la Santísima Virgen, pues uno de los fines es precisamente honrar a Nuestra Señora en sus pobres. En el Opus Dei, desde el inicio, se ha seguido siempre este camino de poner a los jóvenes en contacto con las personas más necesitadas de la sociedad, para llevarles alivio y consuelo.


Si desea leer una explicación más detallada sobre las visitas de pobres se puede encontrar en los nn 41-44 de la Carta nº 7 del libro 'Cartas II' de Josemaría Escrivá de Balaguer.

[1] San Josemaría, En Diálogo con el Señor, n. 115

[2] San Josemaría, Carta 24-X-1942, n. 45.

[3] San Josemaría, Carta 24-X-1942, n. 41.

[4] San Josemaría, Carta 24-X-1942, n. 41.

[5] Álvaro del Portillo, Palabras pronunciadas en una reunión familiar, 4-III-1988; en Javier Medina, Álvaro del Portillo. Un hombre fiel, Rialp, Madrid 2012, p. 78.

[6] Papa Francisco, Homilía, 3-VII-2013.

[7] Mt 25, 34-40

[8] San Josemaría, Carta 24.X.1942, n. 42.

[9] Cfr. 1 Jn 4, 20-21.