San Josemaría continúa su viaje en Venezuela

2024 y 2025 marcan el cincuentenario de la venida de San Josemaría Escrivá al país, un viaje que cambió la vida de quienes lo conocieron, y que demuestra hoy, con obras, las palabras de Jesús a sus apóstoles: “Los he destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca”.

San Josemaría siempre tuvo muy claro cuál era su misión: «ir al mundo entero y predicar el Evangelio». Cuando decidió “saltar el charco” y llegar a Venezuela, cumplía un mandato de Cristo. Por eso, veía la mano de Dios detrás de todo e incluso, cuando tuvo que adelantar su llegada a esta tierra al 15 de agosto de 1974, coincidiendo con la fiesta de la Asunción de María, dijo: me trajo la Virgen.

Su alegría y dinamismo, además del amor a Dios que lo movió a ese viaje, impulsó rápidamente a las personas que lo conocieron a ponerse en movimiento. Pronto se materializó ese fuego apostólico en obras concretas –colegios, residencias, ambulatorios…– donde centenares de personas han hecho contacto con una estampa de San Josemaría, una frase, un libro o un hijo espiritual del “santo de lo ordinario”; que ha abierto para ellas nuevos horizontes de vida, de trabajo y de conversión.

¿Cómo se lee esa huella de un santo en la vida de los venezolanos?

En proporción con la población del país, fueron pocas las personas que pudieron conocerlo. Gran parte de su primera estancia, tuvo que destinarla a recuperar su salud; por lo que no pudo ver a muchas personas, salvo los últimos tres días —28, 29 y 30 de agosto— en los que mantuvo pequeños encuentros. El 31 de agosto de 1974, regresaba a Roma pero prometiendo volver, promesa sellada con su palabra de aragonés.

El 4 de febrero de 1975, pudo hacer realidad esta promesa. En esas casi dos semanas que permaneció en nuestro país, logró reunirse con más de 4000 personas en distintos encuentros con familias enteras, jóvenes y adultos, mujeres y hombres, la mayoría venezolanos y otros venidos de países hermanos.

Sin embargo, el impacto de su mensaje no se quedó en ellos. El viaje de San Josemaría –para usar un símil que él mismo puso en su libro Camino, punto 831— es como la piedra caída en el lago que produce un primer círculo... y este, otro... y otro, y otro... Cada vez más ancho.

Por eso, entre agosto de 2024 a febrero de 2025, enmarcándonos en el período de sus viajes a Venezuela, publicaremos una serie de videos con testimonios de personas que muestran —con su vida— cómo el mensaje, el ejemplo y el impulso que trajo la visita de ese santo a nuestra tierra, sigue dejando huella en su entorno.

Hay personas como Briceldy, que renunció a una vida tranquila, para volver a sus raíces indígenas y ayudar en la educación de los niños de la etnia Wayuu, a la que pertenece. O como Claudia, que a través de la formación y su oración personal se dio cuenta de su vocación para amar a Dios y ayudar a otros desde su profesión.

En los próximos videos, descubriremos el universo que se encierra en las vidas cotidianas de personas que Dios ha tocado a través de San Josemaría Escrivá, quien decía de sí que era un pobre instrumento que el Señor ha utilizado para que se compruebe, con más evidencia, que Él escribe perfectamente con la pata de una mesa. Venezuela ha comprobado más bien la fecundidad de su ministerio que ha llegado hasta el siglo XXI y promete seguir haciendo el bien.