Montefalco: un colegio que crea comunidad

“Jeovana ha sido mi enseñanza”, dice Jeovany, padre de Jeovana, quien estudia en el Colegio Montefalco y sueña con ser doctora.

Jeovany Castells es profesor de la Universidad Politécnica del Estado de Morelos desde hace 9 años y vive en Cuautla, Morelos.Su hija Jeovana, de 17 años, estudia el tercer año de preparatoria en el Colegio Montefalco.

Jeovana, alumna del Colegio

“Jeovana ha sido mi enseñanza”, dice Jeovany acerca de su hija, a quien le encanta leer, es dedicada en la escuela, asiste a medios de formación y quiere estudiar medicina. “Ella quiere formar una familia, ser doctora, estar bien con Dios… Yo estoy demasiado contento, han sido seis años muy buenos”. Jeovany nos comenta que le recomienda a sus compañeros y amigos que metan a sus hijas al Colegio Montefalco y, sobre todo, anima a su hija a aprovechar la oportunidad de seguir estudiando. “Estoy completamente seguro, sin ser exagerado, que es la mejor escuela de esta región oriente de Morelos”.

El 19 de septiembre del 2017 fue un día que nadie olvidará. Para la familia Castel, será una fecha especialmente recordada por dos razones: el terremoto que sacudió México y el día en que Jeovany perdió a su mamá.

Aunque se mueva el suelo

El impacto positivo que ha tenido el Colegio para las personas de Cuautla, comenta Jeovany, se ha visto reflejado en que las personas engrandecen su panorama y realizan su trabajo con sentido humano. La “mano” del Colegio también se ha visto en los momentos más difíciles, como el temblor de septiembre del 2017, el cual afectó particularmente a las personas de Cuautla.

El 19 de septiembre del 2017 fue un día que nadie olvidará. Para la familia Castel, será una fecha especialmente recordada por dos razones: el terremoto que sacudió México y el día en que Jeovany perdió a su mamá.

“Al principio, me fijaba únicamente en la parte de la buena educación, por ser de las mejores escuelas”

Doña Alejandra Lira -la mamá de Jeovany- era doctora jubilada del Seguro Social, dio clases en el Colegio Montefalco porque “quería trabajar donde estaba su nieta” y era bien conocida por ayudar a mucha gente de la comunidad, participar en la iglesia y ser muy cercana a Dios. El día del terremoto, Doña Alejandra se encontraba rezando en la iglesia e intentó salir de prisa, pero una cúpula de la torre se derrumbó y la hirió gravemente. Falleció momentos más tarde.

Pero ahí no terminó el ejemplo de Doña Alejandra. Jeovany recuenta que el día del velorio, comenzó a llegar gente que él no conocía: “me decían que mi mamá les ayudaba en esto, en lo otro, que iba a curar gente, que ayudaba en la iglesia…”, “yo dije: mamá, ¿cómo hacías todo esto?, te fuiste y me sigues dando lecciones”. Jeovany había conocido el Celegio Montefalco por su mamá, quien vivía “al lado” y siempre le decía que era muy buena escuela.

Jeovany dice estar muy agradecido con las profesoras y la directora del Colegio por haber acompañado a su hija y a su familia durante esos momentos difíciles. “Agradezco mucho esa parte tan humana del colegio”. Asimismo, dice estar muy agradecido con el Opus Dei y la comunidad de Montefalco “por todo el apoyo que le han brindado a mi hija y a la comunidad, que no ha sido sólo de palabra, sino también de acción”.

Montefalco ha sido un parteaguas en la vida de Jeovany: “Al principio, me fijaba únicamente en la parte de la buena educación, por ser de las mejores escuelas”, pero cuenta que, poco a poco, ha descubierto una razón más profunda: llevar el sentido humano y el amor a Dios a su trabajo como profesor de universidad. “Podremos tener la maestría, el doctorado, pero ya en la vida diaria, si no tenemos ese amor a Dios y a hacer las cosas bien, no sé qué seríamos.”