Dios lleva la melodía

Helga Trager perdió la vista a los siete años de edad. Hoy, a los 37, la organista disfruta especialmente el interpretar música sacra, y se muestra agradecida con Dios.

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Helga aún guarda en el armario su primer cuaderno, que desde luego ya no puede leer. Quedó ciega a los siete años, pero hoy toca música sacra en la iglesia. "A los cinco años perdí completamente la visión de un ojo, dos años más tarde la del otro ojo y quedé totalmente ciega". La ceguera cambió su vida por completo.

Creció con tres hermanas y un hermano en una granja en Pleiskirchen (Altötting), pero eventualmente fue trasladada a la escuela para ciegos de Múnich y quedó aislada de su familia. En el colegio, Helga descubrió la música. O mejor dicho, unos profesores descubrieron su talento excepcional y la animaron a desarrollarlo.

Después de terminar los estudios de música sacra (órgano, dirección coral y canto) se trasladó a trabajar en Altomuenster (Baviera) y Helga está muy contenta de vivir ahí. "Mi trabajo consiste en tocar el órgano, pero también me las arreglo para dirigir tres coros: infantil, juvenil y el de la Iglesia. (…) También es muy importante el carillón, el cual suena tres veces al día desde la torre de la iglesia". Es un órgano aéreo, un instrumento de percusión, que consiste en un juego de campanas dispuestas en escala musical en el que se graban y almacenan las canciones. "Aunque en ocasiones especiales, también lo toco en vivo", comenta Helga entusiasmada.

Para Helga es una gran alegría que su trabajo profesional se refiera directamente a Dios. En el Opus Dei aprendió que aún las cosas más pequeñas tiene un gran significado cuando se ofrecen a Dios. "Antes, la música era lo más importante para mí. Hoy, cuando me siento a tocar el órgano, Dios lleva la melodía. Entonces le digo: Jesús, esto es para ti".

En 1998, cuando conoció el Opus Dei, Helga rezaba todos los días, pero se dio cuenta de que no era suficiente, quería algo más. "Me estaba reservando para vivir para Dios. Un amigo me recomendó a un sacerdote del Opus Dei, el P. Peter Irrgang, como confesor". Su respuesta fue inmediata: abordó un tren y se fue a Munich. "Fue genial, él me tomó en serio y tuve la sensación de que había encontrado lo que estaba buscando: a Dios en mi trabajo". Después conoció a otros fieles del Opus Dei. "Su sencillez y naturalidad me atrajo desde el principio". La costumbre de los miembros de la Obra de rezar el rosario diariamente le resultaba muy extraña. "Pero ahora también he redescubierto esta oración", afirma.

En el Opus Dei, Helga aprendió que aún las cosas más pequeñas tienen un gran significado cuando se ofrecen a Dios.

Helga se describe a sí misma como tímida, pero definitivamente sabe lo que quiere. Ha tomado muchas decisiones audaces en su vida. Después de la escuela secundaria, presentó un examen ante la Cámara de Comercio, el cual pasó con una prueba exitosa en taquigrafía y mecanografía. "Y luego tuve que elegir entre la seguridad de un trabajo de oficina y la música de la iglesia".

A pesar de su ceguera, Helga es una mujer independiente que pone toda su confianza y fe en Dios. "Siempre he tenido gente que me ha ayudado. Además me he vuelto una fanática de la tecnología; sin un equipo, yo estaría perdida". Es difícil entender que una persona ciega maneje su vida por medio de una computadora. "Eso es fácil. La pantalla de la computadora se puede leer en braille". Con la ayuda de un software en particular es posible escanear el contenido de la pantalla línea a línea con los dedos. "Tengo un pequeño organizador que puedo conectar a la computadora, en la cual guardo todo lo que considero importante para mí: los horarios, números de teléfono, oraciones y libros".

A menudo, Helga toma lo que llama una "caminata de oración". "Después leo el Nuevo Testamento o 'Es Cristo que pasa', que escribió san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei. (…) Los libros en Braille necesitan mucho espacio. El Nuevo Testamento incluye diez volúmenes, el Antiguo Testamento hasta 37. Y cada vez necesito más espacio para seguir guardando".

Las notas y las partituras también están en braille. "Pero la computadora sólo lo interpreta como una cadena de letras sin sentido. En mi sala de estar tengo, al lado de las obras para órgano de Bach, la Biblia en braille, pero ya no hay espacio, así que prácticamente tengo que guardar todas las melodías en mi cabeza… creo que no necesito entrenamiento para la memoria", ríe Helga. Pero también es agotador, "sobre todo cuando debo practicar la Misa de Mozart en si bemol mayor. Eso sí que es difícil".

Rebekka Zumloh