Depósito de los queridos restos de D. Pedro Casciaro en la iglesia de Montefalco.

El domingo 16 de enero de 2022 fueron trasladados los restos de don Pedro Casciaro a la capilla lateral dedicada a la Virgen del Carmen en la iglesia de Montefalco, donde a don Pedro le gustaba celebrar la Santa Misa pues tenía mucha devoción a esta advocación.

Al fallecer monseñor Casciaro, sus restos fueron sepultados en el Panteón Español de la Ciudad de México donde permanecieron hasta el 17 de febrero de 2020 fecha en que fueron trasladados a un nicho en la parroquia de san Josemaría en la misma ciudad capital en espera de que estuviera lista la capilla del Carmen que se encontraba en proceso de restauración, junto con toda la iglesia, después de los sismos de 2017.

Don Pedro fue uno de los primeros fieles del Opus Dei. Cuando san Josemaría le encargó que viniera a México para iniciar la labor de la Obra, le dio la bendición del viaje y también le regaló una imagen de la Virgen del Rocío, de porcelana, para que lo acompañara. El fundador se despidió afectuosamente de ellos y les dijo: «Les doy mi bendición y una imagen de la Virgen María, es todo lo que puedo darles para comenzar en México».

Don Pedro Casciaro nació en Murcia, España, el 16 de abril de 1915, fue el mayor de tres hermanos. A la edad de 10 años se trasladó junto con su familia a Albacete.

Don Pedro Casciaro

En 1931, Pedro se mudó a Madrid para estudiar matemáticas y arquitectura. En 1935 se acercó a Ferraz, la primera residencia universitaria del Opus Dei, donde inició su amistad y dirección espiritual con san Josemaría. En noviembre de ese mismo año pidió su admisión en el Opus Dei. Su vida siempre estuvo marcada por la huella que dejó en él, su trato con el fundador.

Fue el primer director de la Residencia Universitaria Samaniego, de Valencia. Fue ordenado sacerdote en 1946. Su personalidad es el reflejo de su esfuerzo por tener una entrega a la voluntad de Dios, a identificarse con Él.

“Soñad y os quedaréis cortos”

Don Pedro y dos jóvenes profesionistas arribaron un 18 de enero de 1949 al puerto de Veracruz. A su llegada a la Ciudad de México se alojaron en un departamento en la colonia Nápoles. Unos meses más tarde, en 1950, llegaron a México las primeras mujeres del Opus Dei, Don Pedro las ayudó a instalarse y a conseguir los medios para comenzar su labor apostólica.

Y si de sueños se trata, sin duda que la reconstrucción de la hacienda de Montefalco, recibida en ruinas a principios de los años cincuenta con el objeto de poder tener actividades espirituales y formativas, ha rendido gran fruto en estos casi 70 años de actividad.

Hacienda de Montefalco, ubicada en Jonacatepec, en el estado de Morelos.

Don Pedro siempre siguió las indicaciones de san Josemaría. En octubre de 1958 regresó a Roma para ser nombrado procurador general del Opus Dei al tiempo que le encargaron su colaboración en algunas iniciativas apostólicas. En aquellos años viajó a Kenia para impulsar la fundación de Strathmore University.

En 1966 volvió a México como Consiliario y se desempeñó, entre otras actividades, como capellán del Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas (IPADE). En 1970, durante la visita que realizó san Josemaría a México, a don Pedro le hacía mucha ilusión que el fundador pudiera pasar unos días en Montefalco por lo que consiguió que se hospedara allí entre el 3 y el 6 de junio.

Mons. Javier Echevarría, san Josemaría, el beato Álvaro y don Pedro, 1970

Durante esos días, monseñor Casciaro mostró con gran cariño la iglesia de Montefalco y, por supuesto, la capilla dedicada a la Virgen del Carmen. Unos años más tarde, el 23 de marzo de 1995, don Pedro marchó al cielo....

Urna de Don Pedro Casciaro

Los asistentes al sencillo acto de depósito de sus restos participaron en el canto de un responso y el rezo del Padre nuestro. El Padre Pablo Palomar, vicario de la delegación del Opus Dei en México, dirigió una homilía en la que recordó las piedras que don Pedro fue colocando para levantar la hacienda de Montefalco y el Opus Dei en México. Se incensó la urna con sus restos y posteriormente fue colocada en un nicho adosado a la pared en la capilla de la Virgen del Carmen.

Homilia Padre Pablo Palomar para el evento de traslado

Con cuánta frecuencia nos vienen al corazón, al pensar en Don Pedro, esas palabras de nuestro Padre que ya quedaron asociadas para siempre con Don Pedro: soñad y os quedaréis cortos.

Hoy que realizamos lo que hemos esperado desde hace ya un buen tiempo, depositar sus restos en Montefalco, podríamos decir que colocamos la última piedra de esta casa.

Don Pedro fue su primera piedra ya como casa de retiros, y también la última en su nueva remodelación.

Nos ayuda esta ceremonia, de mano de Don Pedro y de todos los primeros, a renovar nuestra confianza en nuestro Fundador, como ellos la tuvieron. En renovar nuestra confianza en el espíritu del Opus Dei, como ellos la tuvieron. En renovar por tanto nuestra confianza en nuestro Padre Dios que quiere que la Obra se realice y que se desarrolle a lo largo de toda la historia.

Le pedimos al Señor, que cada vez que vengamos a rezarle a Don Pedro aquí, nos ayude a seguir ese ejemplo que nos dejó. Ejemplo de confianza como hemos dicho. Ejemplo de fidelidad hasta el final. Con el deseo de que nuestra vida siempre sea Opus Dei.

Nos acogemos a Nuestra Señora del Carmen, advocación que tanto quería Don Pedro y que nos preside aquí, para que se haga realidad en nuestra vida nuestros sueños de fidelidad y entrega, que soñemos y nos quedemos cortos también.