Saludo del Administrador Apostólico de Córdoba a S. E. Mons. Javier Echevarría

En la parroquia de San Nicolás de la Villa, durante la bendición del retablo de San Josemaría Escrivá

Córdoba, San Nicolás, 20, XI, 2009

Querido hermano y amigo Mons. Javier Echevarría, Prelado del Opus Dei: ¡sea bienvenido a esta bendita tierra cordobesa! Muchas gracias por haber aceptado con tanto afecto la invitación que le hice hace unos meses para venir a Córdoba a bendecir el retablo y entronizar la preciosa reliquia de San Josemaría Escrivá. Me ha parecido un verdadero deber de justicia que fuera Vuestra Excelencia, como Prelado del Opus Dei, quien presidiera la ceremonia, como muestra de agradecimiento por la labor apostólica y formativa que sus hijas e hijos de Córdoba realizan desde hace tantos años en esta Diócesis, siguiendo fielmente las huellas de su santo Fundador.

San Josemaría, a quien a partir de hoy veneraremos de manera especial en esta parroquia de San Nicolás, realizó su primer viaje a Andalucía -en medio de la penuria material más absoluta- para venir expresamente a Córdoba. El día 20 de abril de 1938, buscando una iglesia en la que poder hacer una visita al Santísimo Sacramento, encontró abierto este templo. Al comprobar que estaba dedicado a San Nicolás de Bari, intercesor del Opus Dei, le encomendó -como se indica en las palabras grabadas en el retablo- el desarrollo de las labores apostólicas de la Obra. Y realmente dio fruto la oración de San Josemaría y la intercesión de San Nicolás, pues desde entonces, el mensaje de la Obra ha ido calando en las almas de tantos andaluces, cuajando en una variedad de actividades apostólicas bien conocidas por nuestra sociedad: iniciativas de educación y promoción para la mujer, escuelas de capacitación rural, centros de formación integral para la juventud, como las dos Escuelas Familiares Agrarias existentes en Almodóvar del Río y Posadas en nuestra Diócesis,  los Colegios de Fomento, Ahlzahir y El Encinar, que tienen encomendada la atención pastoral a sacerdotes de la Prelatura, y el Colegio Zalima, obra corporativa del Opus Dei en esta ciudad, todos ellos bien conocidos y estimados por mí, como tantos otros centros, entre ellos el magnifico Colegio Altair de Sevilla, con cuarenta años de historia, que visité con admiración no disimulada el pasado día 9, y en el que se forman como hombres y como cristianos 1300 alumnos, hijos de familias sencillas de trabajadores.

Desde aquel lejano mes de abril de 1938, el mensaje de la Obra ha ido calando como quería San Josemaría, a través del apostolado personal de cada uno de sus fieles, que es realmente el más eficaz, pues en él la gracia de Dios se sirve de cada uno como instrumento para atraer a otras almas al calor de la fe.

El dato histórico al que acabo de hacer referencia, la visita a este templo de vuestro Fundador hace setenta y un años, justifica sobradamente la iniciativa de los fieles del Opus Dei de instalar en esta querida parroquia de San Nicolás de la Villa el retablo que Vuestra Excelencia va a bendecir, en el que se contiene una reliquia ex ossibus de San Josemaría. Agradezco a los artistas, aquí presentes, el cariño y empeño profesional que han puesto en la realización de este precioso y piadoso retablo. Agradezco también el interés exquisito del párroco, D. Antonio Evans, a cuyo cuidado dejamos la reliquia y el retablo. Que San Josemaría proteja a los feligreses de esta histórica parroquia y a todos los fieles que a ella se acerquen.

La Prelatura del Opus Dei desarrolla con generosidad una tarea hoy más necesaria que nunca: la de recordarnos a todos, una y otra vez, la llamada universal a la santidad en medio del mundo. Es importante que todo hombre o mujer, joven o adulto, sano o enfermo, sepa que Dios le ama, que le busca y ayuda, y le pide que luche por la santidad. Este mensaje que el Señor quiso que San Josemaría trasmitiera a los hombres de hoy es una bendición para toda la Iglesia y para el mundo. Durante los últimos años he reflexionado más de una vez en voz alta, en homilías y retiros, sobre la crisis moral que corroe a las sociedades occidentales, sumidas en el nihilismo, la angustia y la desesperanza, como consecuencia de la secularización, que trata de expulsar a Dios de la vida social e, incluso, de la conciencia de nuestros contemporáneos. Más de una vez he afirmado que nuestro mundo, desequilibrado por el egoísmo y la injusticia y herido por la desesperanza, no curará sus heridas desde las soluciones técnicas o políticas o desde el mero servicio asistencial, que no sanan el corazón del hombre, sino desde la revolución silenciosa de la santidad y del amor. Nos lo dejó escrito San Josemaría en un punto de Camino al afirmar  que “estas crisis mundiales son crisis de santos”. Así es en realidad. La Iglesia y el mundo necesitan santos, héroes de lo  pequeño, santos de lo cotidiano, como escribiera el Papa Pablo VI, personas que procuren realizar su trabajo cara a Dios y a los hermanos, con espíritu de servicio, buscando siempre el bien común, honradamente, y sabiendo encontrar a Cristo en su vida ordinaria. La santificación del trabajo se nos ofrece así como una clave para salir de la actual crisis de humanidad y de valores. 

Y ahora, querido D. Javier, déjeme manifestarle la gratitud de la Diócesis de Córdoba y de su Administrador Apostólico por el trabajo excelente de sus hijas e hijos andaluces. En los años en que he servido a esta Iglesia particular y en los meses que llevo sirviendo a la Archidiócesis de Sevilla, he podido comprobar su empeño por ser, en palabras de San Josemaría “sembradores de paz y de alegría”. Créame si le digo que tengo verdaderos amigos en el Opus Dei y que estoy muy agradecido a su afecto, a su fidelidad y sintonía conmigo y a su plegaria por mí y por la Diócesis, que me aseguran tanto los sacerdotes como los seglares. Me impresiona el cariño que procuran poner en todas las cosas que se refieren a Jesús Sacramentado y también su alegría. Gracias por el servicio que presta a la Diócesis la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz ayudando a algunos sacerdotes a vivir fiel y santamente su sacerdocio. En los años pasados he tenido ocasión de asistir a alguna de las actividades organizadas para la formación del clero, y debo decirle que allí se cultiva la verdadera identidad del sacerdote: hombre que quieren ser enteramente de Dios, dedicado al servicio de sus hermanos, y que cuida en primer lugar su vida espiritual, su oración personal y su vida sacramental. Sé que se están preparando varias iniciativas para este Año sacerdotal proclamado por el Santo Padre Benedicto XVI. Que Dios bendiga esas iniciativas.

Querido Don Javier, no quiero abusar de su paciencia ni de la de los fieles aquí presentes. Déjeme reiterarle mi más sincero agradecimiento por estos días que pasará entre nosotros. Su presencia en Córdoba es un signo claro de comunión, de cercanía con esta Iglesia diocesana, venerable por su historia dilatada, por sus mártires y santos, y que hoy quiere seguir siendo fiel a esa formidable estela de santidad. Muchísimas gracias por las palabras que ha dirigido esta mañana a un grupo numeroso de hermanos nuestros sacerdotes. Cuente siempre con mis oraciones por el Opus Dei y todas sus actividades, a la vez que me encomiendo a las suyas y a las de todos sus hijos para que el Señor me sostenga en el servicio que me ha encomendado en Sevilla. Y que la Virgen, en sus títulos de la Fuensanta y de los Reyes le proteja, acompañe y custodie siempre en su amor. Muchas gracias.

+ Juan José Asenjo Pelegrina 

Arzobispo de Sevilla y Administrador Apostólico de Córdoba