Otro Mundial de fútbol es posible

Desde este jueves 14 de junio, millones de personas en todo el planeta no pierden detalle de lo que ocurre cada día en Rusia. Hablamos, claro, del Mundial de fútbol, el mayor escaparate del deporte rey y, en definitiva, un gigantesco catalizador de pasiones desatadas...

Actividad de UIC Social Day. Foto: Braval.

Revista Vida Nueva Otro Mundial es posible (Descarga en PDF)

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En contraste con esta situación en la que los focos de todo el mundo están puestos en el gran fútbol (aunque no en el negocio con ecos perversos que muchas veces lo desfigura), reconcilia con los valores esenciales del deporte conocer la apuesta de distintas entidades por el pequeño fútbol, el que se vive en los barrios de las grandes ciudades y en todos los pueblos y en el que lo único que cuenta es la ilusión por divertirse. Muchas de esas iniciativas son promovidas por comunidades eclesiales cuyo último fin es fomentar la integración en contextos de exclusión social.

Los Pajarillos de Don Bosco

Es lo que ocurre, por ejemplo, en el barrio de Los Pajarillos, en Valladolid. Allí, la Parroquia María Auxiliadora, de los salesianos, sostiene desde hace décadas un centro juvenil que desarrolla todo tipo de acciones para impulsar el desarrollo social en un contexto complejo, marcado en los 90 por el golpeo de la droga y la situación de muchos niños gitanos sin escolarizar. Una de esas iniciativas es un club de fútbol, el Don Bosco, que actualmente cuenta con 16 equipos en los que juegan niños y adolescentes de hasta 16 nacionalidades. Algunos de ellos llegan desde centros de menores en los que cumplen condena, teniendo permiso para salir a jugar al fútbol con los salesianos.

Quien mejor conoce este caminar es el presidente, desde hace 25 años, del Don Bosco, Demetrio Nieto. “Yo venía de trabajar unos años en Barcelona, y volvía a mi barrio de toda la vida. Me sobrecogió comprobar cómo la heroína estaba presente en cada esquina. No podíamos ser indiferentes a esta realidad, así que dimos la vuelta al club. Hasta entonces habían jugado en él chavales de familias estructuradas… Pero abrimos las puertas a todos esos chicos amenazados por la droga, en buena parte gitanos. Y hoy, con mucho orgullo, echo la vista atrás y me encuentro con que los hijos de esos chavales juegan hoy con nosotros. Ayudamos a cientos de niños y jóvenes, ofreciéndoles, desde el ocio y el deporte, una alternativa de vida llena de valores. Luchamos durante muchos años contra un enemigo terrible… Fue muy duro, pero vencimos”.

Para ello, codo con codo con los salesianos, fomentaron el centro juvenil como el gran referente del barrio. Y lo hicieron a través de un sinfín de actividades que han construido sociedad: paelladas, un programa de apoyo escolar para niños de etnia gitana o su conocida carrera popular. “Si en la primera edición –cuenta Nieto–, hace 21 años, vinieron 300 personas, en la última han sido más de 2.000, siendo además gratuita la inscripción y consiguiendo que se vuelquen hasta 50 pequeñas empresas de la zona”.

El Braval en Barcelona

Otro ejemplo se da en el barrio del Raval, en pleno centro de Barcelona. Allí, desde 1998, la asociación Braval, del Opus Dei, promueve distintos proyectos de voluntariado en un contexto marcado por la marginalidad y la inmigración. Su presidente, el pedagogo Josep Masabeu (que ha recogido buena parte de su experiencia en el libro ’20 historias de superación en el Raval’) rememora con Vida Nueva cómo surgió la idea hace 20 años. Conscientes de que las escuelas de la zona estaban “desbordadas”, a un grupo de voluntarios se le ocurrió dar un paso al frente con el fin de integrar a los nuevos vecinos del barrio. Tras pensar en el mejor modo de hacerlo, lo tuvieron claro: “El deporte, gracias a sus muchos valores, es un modo extraordinario de cohesionar la sociedad. Enseguida creamos equipos de fútbol y, luego, de baloncesto en los que pudieran jugar los chicos”.

Hoy cuentan con 12 equipos, seis de balompié y otros seis de basket. Desde el primer momento se han organizado en torno a la idea clave de la integración desde la diversidad: “En estas dos décadas han pasado por nuestro centro 1.240 chicos… Ahora mismo, son unos 250, y los hay de hasta 30 nacionalidades, que se reparten en cada uno de los equipos. Huimos de la idea del gueto, de que haya un equipo ‘de filipinos’, otro ‘de ecuatorianos’… Todo lo contrario, los dividimos y todas las nacionalidades se mezclan entre sí”. Para Masabeu, este método de “aprendizaje” y de vivencia de valores como la tolerancia y el conocimiento del diferente también tiene un eco hacia afuera: “El hecho de que juguemos en las ligas municipales hace que los equipos, cuando vienen a jugar a nuestra casa, conozcan la realidad del barrio”.

Christian Camacho, capitán del equipo de cadetes, se siente respaldado cuando piensa en su futuro. Este joven filipino de 15 años lleva dos en Braval, disfrutando de “un espacio con muy buen ambiente y en el que me siento muy cómodo, aprendiendo y mejorando cada día, tanto en el fútbol como en los estudios”. De todo lo vivido, se queda “con la posibilidad de conocer a gente nueva cada año al mezclarnos en los equipos, lo que hace que todos tratemos de adaptarnos al resto para estar a gusto y que el que llega nuevo quiera repetir en el curso siguiente”.

Jordi Comas es el delegado del equipo de infantil de la entidad barcelonesa. Voluntario desde los primeros años, ha acompañado a grupos de chavales de todas las edades. Destaca que “aprendes muchos de ellos” y, sobre todo, “te quedas con lo gratificante que es comprobar que todos progresan y mejoran. Unos más y otros menos, pero todos avanzan”. Para Comas, “lo mejor es cuando se animan a seguir estudiando más allá de la educación obligatoria chicos que al principio no se lo planteaban como una opción”. Algo en lo que su implicación es importante, aunque reconoce que “el mejor testimonio posible es el de los voluntarios que en su día vinieron aquí como ellos y hoy están en la Universidad y siguen acompañándoles”.

(...) Lea el reportaje completo en la página web de la revista Vida Nueva.

Miguel Ángel Malavia

Vida Nueva