Juan Pablo II bendice a jóvenes reunidos en Roma

Miles de jóvenes se reunieron ayer por la tarde en la basílica romana de San Juan de Letrán en un encuentro de oración y adoración eucarística para preparar la XX Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Colonia (Alemania) el próximo mes de agosto.

El cardenal Camillo Ruini, vicario general para la diócesis de Roma, les dio la bienvenida y leyó un mensaje de Juan Pablo II. Poco después, el Santo Padre, en conexión televisiva, bendijo a los participantes desde su estudio privado.

"Deseo unirme espiritualmente a vosotros -escribe el Papa en su mensaje- y expresaros todo mi afecto: sé que estáis siempre a mi lado y que no os cansáis de rezar por mí. Os saludo y os doy las gracias de corazón".

"Elevemos juntos la mirada a Jesús Eucaristía -prosigue el mensaje-. Jesús, ¡te adoro escondido en la Hostia! En una época marcada por odios, por egoísmos, por deseos de falsas felicidades, por la decadencia de costumbres, la ausencia de figuras paternas y maternas, la inestabilidad en tantas jóvenes familias y por tantas fragilidades y dificultades que sufren tantos jóvenes, nosotros te miramos a ti, Jesús Eucaristía, con renovada esperanza. A pesar de nuestros pecados, confiamos en tu divina misericordia. El Padre celeste nos ha creado a su imagen y semejanza, de él hemos recibido el don de la vida, que cuanto más reconocemos como preciosa desde el momento de su inicio hasta la muerte, es más amenazada y manipulada".

"¡Te adoramos, Jesús Eucaristía! -exclama el Papa-. Adoramos tu cuerpo y tu sangre, entregados por nosotros, por todos, en remisión de los pecados. Mientras te adoramos, ¿cómo es posible no pensar en todo lo que tenemos que hacer para darte gloria? Ayúdanos, Jesús, a comprender que para 'hacer' algo en tu Iglesia es necesario ante todo 'ser', es decir, estar contigo en adoración, en tu dulce compañía".

Juan Pablo II pide después a todos los presentes que pongan a Jesús en el centro de sus vidas y se comprometan a ser constructores de "la civilización del amor" y que le reciban "participando con asiduidad en la santa misa dominical y, si es posible, cada día". El Papa concluye manifestando la esperanza de que nazcan numerosas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada y de "que broten con generosidad vocaciones a la santidad, que es la elevada medida de la vida cristiana ordinaria, en especial, en las familias. La Iglesia y la sociedad tienen necesidad de esto hoy más que nunca".

Vatican Information Service