“Vestir la camiseta del Real Madrid ha sido para mí lo más grande que Dios me ha dado”. Pepe Macanás, de ‘Corazón blanco y alma rojiblanca’, como el título del libro que recuerda su vida futbolística, recuerda con cariño sus días en el Santiago Bernabéu como jugador del Real Madrid. Después de correr muchas bandas en campos de fútbol ajenos, en Granada encontró la persona con la que compartiría su vida: Maria Jesús Benavides.
Pepe y María Jesús llevan jugadas treinta y ocho “temporadas” juntos como matrimonio, con una plantilla de seis hijos y nueve nietos sobre el terreno de juego.
La historia de la familia Macanás-Benavides es una historia de superación, fortaleza y fe. En cada esquina de su hogar, en cada córner de su vida, se respira ese espíritu luchador. Una fuerza y un apasionante espíritu deportivo que han sabido transmitir a sus hijos.
Pepe, desde su profesión, y María Jesús, desde su vocación. “Esa alegría, ese amor al Papa, ese amor a la Iglesia, ese luchar cada día por ser mejor y por ser feliz, eso lo he recibido en la Obra”. Una vocación que vio reflejada también en sus padres, un matrimonio de los primeros supernumerarios del Opus Dei en Granada. Y “aunque él no es de la Obra, yo siempre he dicho que él ha caminado a mi lado (...) Siempre he dicho que quizá ha dado más ejemplo sin ser, que siendo”, confiesa María Jesús con una sonrisa.
Pepe y Maria Jesús han jugado juntos muchos partidos. “Vivimos la vida con mucha esperanza, con mucho cariño mutuo”. Es “una vida apasionante, maravillosa”. Una vida de subidas y bajadas, de momentos de alegría y también momentos duros. Una montaña rusa. Jugadas de defensa y ataque.
Una bendición y un desafío
La llegada de María, la menor, fue para ellos una bendición y un desafío. Desde el momento en que se enteraron del diagnóstico de espina bífida durante el embarazo, decidieron seguir adelante desafiando las recomendaciones médicas de abortar: “Viniera como viniera, a su casa venía”.
María nació con esta enfermedad, “una espina convertida en oro”. Ahora es una universitaria recién graduada de medicina que, contra las voces que profetizaban que “nunca se levantará de una silla de ruedas” ha llegado a andar por sí misma gracias a un gran trabajo en equipo: a golpe de fortaleza y espíritu de sacrificio, a fuerza del impulso y la fe de su madre “Inténtalo. Si no puedes, no será porque no lo hayas intentado” y gracias al apoyo incondicional de su padre: “María no hubiera podido salir del todo adelante sin su padre, porque su padre, efectivamente, ha sido sus piernas”.
Con la adolescencia de Alejandra, su segunda hija, vivieron una temporada complicada: la anorexia había llegado a su vida, pero ella no quería reconocerlo. A Maria Jesús solo le quedaba gritar en silencio por ese milagro frente a los pasos de su “Esperanza” y el “Gran Poder”. Esa misma noche de Martes Santo nazarí “empezó nuestra esperanza y nuestro calvario”. Un proceso del que salieron adelante y del cual Dios sacó muchos bienes para toda la familia, cuentan.
Señor que no se me quede ninguno en el camino, que no pierda a ninguno
“Merece la pena vivir el día a día con esperanza, con ilusión”, porque la vida no se mide solo en goles o en títulos (aunque ganar 36 ligas ciertamente sea todo un logro). Para María Jesús, su verdadera alegría y esperanza como madre está en todo lo sembrado, porque “en cualquier momento da su semilla. Yo siempre he dicho: ‘Señor que no se me quede ninguno en el camino, que no pierda a ninguno’, bueno y quizá eso es lo que unos padres quieren para su hijo ¿no? El día de mañana poder disfrutar todos de la gloria de Dios”.
La familia Macanás-Benavides. Una familia de primera división. Una familia marcada por la fe y la fortaleza. Una familia que vive con la certeza de que no hay partido que no se pueda ganar si lo juegan juntos, hasta el final.