“En Kazajstán se sale adelante con el apostolado de cada uno”

Cristian Lamberti es argentino y vive desde 1997 en Almaty, Kazajstán. Allí trabaja como profesor de español en las universidades Kazajo Americana y Sainar.

Cristian, primero desde la derecha, con dos amigos.

Cristián estudio estudió en el colegio Manuel Belgrano, de los Hermanos Maristas, en el barrio de Belgrano de la Ciudad de Buenos Aires, y se graduó de ingeniero en Producción Agropecuaria en la Universidad Católica Argentina (UCA). 

Comenzó su tarea profesional en un establecimiento agropecuario en Guaminí, provincia de Buenos Aires. Luego trabajó nueve años en centros de formación rural en Saladillo y General Rodríguez, antes de cambiar de continente para poner el hombro en la incipiente labor del Opus Dei en Kazajstán, lugar en el que la Obra comenzó su apostolado por pedido del Papa Juan Pablo II.

"La labor de la Obra en Kazajstán no maneja lógicamente grandes números. Sale adelante, y se nota enseguida, con el apostolado personal y perseverante de cada uno"

¿Le costó a un argentino porteño, de Buenos Aires, adaptarse a un país tan diferente del propio?

La primera impresión del país fue muy buena porque me lo imaginaba peor. Esa suele ser la impresión de todos los extranjeros que vienen. En este sentido sí se puede hablar de los beneficios de la “rusificación” (la influencia que dejó el dominio ruso al trasladar grandes contingentes humanos, con su propia cultura y su idioma). Gracias a eso, Kazajstán es un país muy abierto a Europa y está muy interesado en el crecimiento económico. El estilo de vida es más europeo que asiático y eso hace que a uno, viniendo de la Argentina, no le cueste especialmente hacerse al lugar.

¿Cómo es ser católico e intentar sembrar la semilla de la fe en esa sociedad?

Es importante aclarar desde el vamos que Kazajstán es un país que ha estado bajo la órbita soviética durante casi 70 años y eso ha dejado unas huellas muy profundas en la sociedad. Es muy grande, a mi entender, el número de personas que no se hacen ningún tipo de planteo religioso existencial. Simplemente Dios no cuenta en sus vidas. Y esto vale tanto para la población rusa, que sigue siendo muy numerosa, como para la población kazaja originaria.

Con el grupo de tenis, el verano pasado

Algo positivo es la libertad religiosa que se respira aquí. Nunca he sentido la más mínima actitud de desprecio o de falta de respeto por el hecho de ser católico. Más bien, diría lo contrario: son constantes las muestras de respeto y de afecto. Puedo decir que tengo una relación muy abierta y franca con mis amigos. Ellos, obviamente, se sorprenden mucho con la vocación de un numerario: es algo que les cuesta entender. Pero son varios los que, a su modo, se han empezado a hacer un replanteo de sus vidas. Algunos han empezado a rezar, a vivir su fe (siendo musulmanes u ortodoxos); otros se han convertido al catolicismo y otros están en un proceso de conversión. Si bien la gran mayoría de la población no practica la religión, por una cuestión de tradición les cuesta aceptar la conversión de un kazajo a otra religión.

¿Cómo es el trabajo apostólico de los fieles del Opus Dei en esa sociedad?

"Toda la labor se hace con el más fino respeto a la libertad de las conciencias, como nos enseñó San Josemaria, y se hace mucho hincapié en esta idea para que nadie se sienta nunca presionado por nuestra parte"

La labor de la Obra en Kazajstán no maneja lógicamente grandes números. Sale adelante, y se nota enseguida, con el apostolado personal y perseverante de cada uno. En la mayoría de los casos son charlas individuales: pocas veces se logran armar grupos de más de dos personas. La conversión de un kazajo es un proceso largo; ya se han convertido varios y es una decisión que puede llevar, por lo menos, cuatro años. 

Toda la labor se hace con el más fino respeto a la libertad de las conciencias, como nos enseñó nuestro Padre, San Josemaria, y se hace mucho hincapié en esta idea para que nadie se sienta nunca presionado por nuestra parte. La experiencia también muestra claramente que no hay ninguna razón para apurar a la gente, porque a veces pasa que se acercan y luego no perseveran en la práctica religiosa. Por eso, a los que hayan tomado la decisión de bautizarse se los prepara a lo largo de dos años para que vayan profundizando en la fe. 

¿Cuál es tu trabajo profesional?

Estoy viviendo en Almaty desde el año 1997. Trabajé tres años como representante comercial de una empresa textil uruguaya. También al poco tiempo de llegar empecé a dar clases de español en la Academia de Teatro y Cine. Luego enseñé español en una Facultad  de Derecho y en la Facultad de Economía del Estado. Desde el año 2003 trabajo como profesor de español en la Universidad Kazajo Americana, y ahora también en la Universidad Sainar.

Almaty city Voznesensky cathedral

¿Qué centros del Opus Dei tienen en ese país?

En el país hay un Centro para varones y uno para mujeres en la ciudad de Almaty. Se hacen viajes a la capital, Astaná, desde hace unos siete años, aprovechando los viajes de trabajo de algunos de la Obra.

Tenemos un Centro Cultural y organizamos muchas actividades. El Centro es conocido en la ciudad por los cursos de español. También se dan clases de inglés. Desde 2007 estamos sacando adelante un programa de liderazgo: una o dos veces al mes damos conferencias sobre el tema para los estudiantes. Organizamos tertulias culturales. Todos los viernes por la tarde hay algo y los chicos luego se quedan a cenar. Hay un gran ambiente, pasan por el Centro cerca de 100 chicos distintos todos los años. Se dan charlas de formación sobre virtudes humanas.

Almaty

¿Hacen deportes?

Todas las semanas hay fútbol. Siempre hacemos excursiones con los chicos que frecuentan el Centro y con amigos suyos. En este sentido, Almaty es una ciudad ideal: las montañas están a sólo 15 minutos y abren mucho juego. Además, tenemos sala de estudio y sala de computación. La gente de aquí es muy abierta y cualquier extranjero es, sin lugar a dudas, un imán.

¿Quiénes son tus amigos?

"Los sábados quedo con unas 12 ó 15 personas para hacer deporte. Hay varios ateos; se puede decir que es un grupo muy representativo de lo que se suele ver aquí: hay kazajos, rusos, coreanos nacidos aquí"

Sobre mis amigos y conocidos puedo decir que la gran mayoría es gente que no practica su fe, hay varios ateos. El Islam aquí es muy distinto al de otros países. El gobierno –según nos contó  el Nuncio– tiene intención de abrir una facultad de Ciencias Religiosas para que no se meta de ningún modo ninguna corriente intransigente. Siempre sacan la bandera del pluralismo religioso y esto es realmente así: hay una gran libertad.

Amigos que conocí en el trabajo tengo muchos. Por ejemplo Yamal, licenciado en Relaciones Internacionales, kurdo, lo conocí en el año 2003. En 2005 se bautizó y es cooperador de la Obra. Otro amigo del trabajo, Darjan, abogado, kazajo, a quien conocí en la Universidad, todavía no se bautizó pero “de cabeza” ya es cristiano, al igual que Iermek, abogado, que ahora está estudiando otra carrera en la República Checa. Mukán es politólogo, musulmán de religión. Antes no practicaba, ahora es una persona que reza y que tiene más inquietudes religiosas; suelo tener con él muy buenas charlas.

Un amigo ateo se llama Askar; fue vecino nuestro. Mantengo la amistad con él, es filósofo y trabajó de profesor en la Universidad hasta el año pasado en que se jubiló; tiene 63 años. Es una persona muy buena, que lee la Biblia y que tiene un gran aprecio por la Iglesia Católica. 

Aleksei, que es ruso y ortodoxo, frecuenta el Centro desde hace ya varios años y el trato con la gente de la Obra le ha ayudado mucho a tomarse más en serio su vida cristiana. 

Tengo muchos amigos del tenis, suelo jugar en dobles todos los sábados: nos juntamos unas 12 ó 15 personas y después vamos a comer juntos. Hay varios ateos; se puede decir que es un grupo muy representativo de lo que se suele ver aquí: hay kazajos, rusos, coreanos nacidos aquí. Los rusos, por ejemplo, son ortodoxos; algunos están bautizados, pero no practican. Los kazajos son de tradición musulmana pero tampoco practican.

Oficina de Comunicación del Opus Dei en Argentina