El Opus Dei en los últimos años del siglo XX

Monseñor Álvaro del Portillo, Obispo Prelado del Opus Dei El 6 de enero de 1991, el Santo Padre Juan Pablo II, en la Basílica de San Pedro, ordenó Obispo al Prelado del Opus Dei Mons. Álvaro del Portillo. La consagración episcopal de D. Álvaro del Portillo fue un importante acontecimiento histórico para el Opus Dei, enmarcado en la historia jurídica que hemos ido recorriendo. Homilía de Monseñor Álvaro del Portillo en su primera Santa Misa Pontifical como nuevo Obispo, celebrada en la Basílica de San Eugenio de Roma, 7-I-1991

Con profunda emoción, y con toda la devoción de la que era capaz, recibí ayer, de las manos del Santo Padre Juan Pablo II, la ordenación episcopal: una nueva efusión del Espíritu Santo, con la que Cristo me ha incorporado al Colegio de los Obispos, que sucede al de los Apóstoles (…) Con la ordenación episcopal del primer sucesor de Mons. Escrivá, tienen cumplimiento una vez más las palabras de la Sagrada Escritura, que dice: “Dios ha honrado al Padre en los hijos” (Ecclo 3, 3).

La ordenación episcopal del Prelado comporta un gran bien espiritual para la Prelatura del Opus Dei, y, al mismo tiempo, significa una nueva confirmación de la Santa Sede sobre su naturaleza jurídica como estructura jurisdiccional de la Iglesia. El episcopado confiere una nueva gracia sacramental al Pastor de la Prelatura y refuerza sacramentalmente su unión con el Papa y los Obispos. Os invito a continuar rezando cada día por la Jerarquía de la Iglesia, amando sinceramente a todos sus miembros. Aunque sé que nunca me ha de faltar, os pido también el apoyo de vuestra oración para corresponder a la gracia divina e imitar el ejemplo de Cristo, Buen Pastor de nuestras almas, que no sólo tiene cuidado de nosotros, como hemos escuchado en la primera lectura de la Misa (cfr. Ez 34, 11.15-16), sino que da la vida por sus ovejas (…)

Hace pocas semanas, al elegir el lema para el escudo episcopal, pensé enseguida en una jaculatoria que Mons. Escrivá repitió y escribió innumerables veces: Regnare Christum volumus! , queremos que Cristo reine en todas las almas, comenzando por la nuestra, y en la sociedad entera (…)

Este lema - Regnare Christum volumus! - refleja el más vivo anhelo de nuestro Fundador y también, inequívocamente, la razón de ser del Opus Dei. La Iglesia es el Reino de Cristo que se va realizando a lo largo de la historia y que sólo al fin de los tiempos alcanzará su plenitud. Por esto, cuando repetimos ¡queremos que Cristo reine! , estamos remachando el deseo, la voluntad decidida y práctica, de contribuir a la edificación de la Iglesia sobre la sólida roca de Pedro, con el espíritu y los medios queridos por Dios para los miembros del Opus Dei.

El espíritu de la Obra nos llama a buscar la santidad y a ejercitar el apostolado en medio del mundo, en el trabajo profesional y en las relaciones familiares y sociales, comprometiéndonos, entre otras cosas, a construir una sociedad justa, digna de la persona humana y de su libertad. Los medios que utilizamos son, sobre todo, la oración y los sacramentos: una sólida vida interior fundamentada en la filiación divina y sostenida por una constante y esmerada formación espiritual y doctrinal (…)

La coherencia, la sincera búsqueda de la santidad personal, son absolutamente necesarias para no falsear el reino de Cristo. Mons. Escrivá nos recuerda que “si dejamos que Cristo reine en nuestra alma, no nos convertiremos en dominadores, seremos servidores de todos los hombres”. Como ha escrito el Santo Padre Juan Pablo II, servir significa para nosotros reinar (cfr. Enc. Redemptor hominis , n. 21), siguiendo el ejemplo de Jesús, que “no vino para ser servido, sino a servir” (Mat 22, 2).

Este es también el único anhelo de la Obra y de cada uno de sus miembros: servir. Precisamente porque queremos que Cristo reine, deseamos servir a la Iglesia allí donde nos encontramos (…)

Me agrada concluir con otra jaculatoria de nuestro Padre: omnes cum Petro ad Iesum per Mariam! Unidos al Papa, vamos todos a Jesús por medio de María. ¡Quered mucho al Vicario de Cristo y hacedlo amar! Hoy queremos reafirmar con nueva fuerza nuestra unión con el Romano Pontífice y el amor que tenemos a María Santísima. A Ella, nuestra Madre, pedimos con confianza filial que nos conserve seguro el camino: Cor Mariae Dulcissimum, iter serva tutum! Amén.

Fallecimiento de Monseñor Álvaro del Portillo (1994) El 23 de marzo de 1994, falleció en Roma, en su habitación, Monseñor Álvaro del Portillo, Obispo Prelado del Opus Dei. Acababa de regresar de una peregrinación a Tierra Santa. Álvaro del Portillo había sucedido al Fundador del Opus Dei en 1975, había conducido y culminado el iter jurídico de la institución, y había impulsado el proceso de beatificación del Fundador. Durante su mandato el Opus Dei había comenzado su trabajo apostólico en 21 nuevos países: 1978, Bolivia; 1980, Zaire, Costa de Marfil y Honduras; 1981, Hong-Kong; 1982, Singapur; 1983, Trinidad-Tobago; 1984, Suecia; 1985, Taiwan; 1987, Finlandia; 1988, Camerún y República Dominicana; 1989, Macao, Nueva Zelanda y Polonia; 1990, Hungría y República Checa; 1992, Nicaragua; 1993, India e Israel; y 1994, Lituania. En las horas siguientes a su fallecimiento, numerosas personas de toda condición acudieron a rezar ante sus restos, en la Iglesia prelaticia del Opus Dei; entre ellos, el mismo Romano Pontífice Juan Pablo II, acompañado del Secretario de Estado del Vaticano. Muchos testimonios orales y escritos de aquellos momentos y posteriores reflejaban el convencimiento de la santidad de Monseñor del Portillo. Telegrama de pésame de Juan Pablo II a Mons. Javier Echevarría, ante el fallecimiento de Mons. Álvaro del Portillo

Al recibir la triste noticia de la repentina desaparición de Monseñor Álvaro del Portillo, Prelado del Opus Dei, le expreso a usted y a los miembros de la Prelatura mi más sentido pésame. Mientras recuerdo con agradecimiento al Señor la vida llena de celo sacerdotal y episcopal del difunto, el ejemplo de fortaleza y de confianza en la Providencia divina que ha ofrecido constantemente, así como su fidelidad a la Sede de Pedro y su generoso servicio eclesial como íntimo colaborador y benemérito sucesor del Beato Josemaría Escrivá, elevo al Señor fervientes súplicas para que acoja en el gozo eterno a este siervo bueno y fiel, y envío, para consuelo de cuantos se han beneficiado de su dedicación pastoral y de sus preclaras dotes de mente y de corazón, una especial bendición apostólica. Ioannes Paulus PP. II.

Homilía de Mons. Javier Echevarría, Vicario General del Opus Dei, en la Misa exequial por el fallecimiento de Mons. Álvaro del Portillo, Obispo Prelado del Opus Dei, 24-III-1994

Hermanas y hermanos queridísimos: como hace casi diecinueve años, cuando nuestro queridísimo Fundador se nos marchó al Cielo, también hoy nos reunimos para dar el último saludo en la tierra a quien ha sido durante todos estos años Padre y Pastor nuestro amadísimo, el buen hijo fiel de nuestro Padre.

Hace pocos días celebrábamos llenos de gozo el cumpleaños del Padre: ochenta años de servicio fecundo en frutos para Dios y para la Iglesia. Con el mismo gozo nos estábamos preparando para sus bodas de oro sacerdotales. Pero los planes del Señor muchas veces no coinciden con los de los hombres, aunque sean tan nobles como los que unos hijos o unas hijas pueden albergar respecto a su padre.

Tras la peregrinación a Tierra Santa, siguiendo las huellas de Jesús, en la que mucho ha rezado y se ha conmovido el Padre, y en la que con tanta oración y tanto cariño nos habéis acompañado todas y todos, cada una y cada uno -así nos lo repitió frecuentemente el Padre, como nuestro Fundador en su peregrinación a la Virgen de Guadalupe en 1970: venimos, comentaba, con todas y con todos los de la Obra-, tras esa peregrinación, decid, el Señor ha querido otorgarle el premio merecido por su vida santa, por su entrega generosa, por su constante desvelo por la Iglesia y por las almas. Parece como si, después de recorrer los lugares santificados por la presencia de Jesucristo, sólo le faltara irse al Cielo para ver cara a cara a la Trinidad Beatísima y a la Virgen, sus grandes amores.

Es un deber de piedad filial que recemos mucho por el Padre, aunque nos consta su santidad: la hemos tocado con las manos, jornada tras jornada; y el testimonio de la afluencia a este lugar de ayer y de hoy es bien elocuente también. Aunque tengamos el íntimo convencimiento -repito- de que el Padre ve el Rostro de Dios, hemos de ofrecer muchos sufragios: no haremos más que corresponder un poquito a lo que el Padre ha rezado y se ha mortificado por nosotros. También en este caso, como con nuestro Padre, estamos convencidos de que serán oraciones de ida y vuelta.

En estas pocas palabras, yo quisiera transmitiros la misma vibración y seguridad, idéntico consuelo y esperanza que el Padre infundió en todos nosotros en junio de 1975. El dolor es grande, la nueva herida abierta es profunda, pero también es pujante y seguro el gozo sobrenatural que la fe y la esperanza hacen brotar de nuestras almas.

Como entonces nuestro Fundador, también ahora el Padre se nos ha marchado inesperadamente. ¿Qué podemos hacer, sino adorar el misterio de la Voluntad divina? Repitamos: “Fiat, adimpleatur, laudetur atque in aeternum superexaltetur iustissima atque amabilissima voluntas Dei super omnia. Amen. Amen”. Por otra parte, de nuestro corazón brota una gratitud profunda a la Santísima Trinidad, que ha llenado de días apostólicos y fecundos a este Padre queridísimo y le ha permitido contemplar hechas realidad tantas, tantas cosas… Pensad en el camino jurídico de la Obra, que el Padre -con la gracia de Dios y con un esfuerzo ímprobo, y con la oración de todas y de todos- llevó a término, cumpliendo lealmente cuanto había señalado nuestro Padre. Pensad en la expansión del Opus Dei por el mundo entero a lo largo de estos años, y pensad en la beatificación de nuestro Fundador, fruto también del trabajo y de la oración y del sacrificio del Padre…

¿Qué puedo decir? El Padre ha sido el vir fidelis alabado por la Sagrada Escritura, el hijo fiel que ha gastado su existencia por entero en ser apoyo e instrumento de nuestro Fundador. Gracias a su fidelidad y a sus desvelos, la Obra ha proseguido por el camino que marcó nuestro Padre, el Beato Josemaría, sin desviarse ni un ápice, sin ninguna solución de continuidad, sin vacíos de ningún tipo. ¡Gracias, Padre! Ahora podemos darle las gracias en voz alta, con el santo orgullo de haber tenido un Padre como el que hemos tenido.

Su único deseo fue siempre la santidad de los miembros de la Iglesia, y especialmente la de sus hijas y la de sus hijos. Siguiendo los pasos de nuestro Padre, buscó pasar oculto. ¡Y qué bien lo ha hecho! Era la sombra benéfica de nuestro Padre, al que hacía presente en todos los lugares donde se hallaba; era la voz de la que nuestro Fundador se ha servido para hablarnos; el corazón, lleno de cariño sobrenatural y humano, con el que ha continuado queriéndonos en la tierra; el brazo, fuerte y paternal, con el que nos ha dirigido -a toda la Obra, a cada una, a cada uno- en estos diecinueve años duros e intensos, gozosos y llenos de paz, plenos de dolor y repletos al mismo tiempo de alegría.

Os puedo confiar que era constante el ofrecimiento de su vida a Dios, por el Papa y por la Iglesia Santa. Tuve ocasión de comentárselo ayer al Santo Padre Juan Pablo II, cuando vino a rezar ante los restos mortales del Padre. Le dije, porque es la pura verdad, que la última Misa de su vida -la que celebró en la Iglesia del Cenáculo de Jerusalén- la ofreció, como siempre, por la persona e intenciones del Romano Pontífice (…)

Oración para la devoción privada a Mons. Álvaro del Portillo, Obispo Prelado del Opus Dei (1994)

Dios Padre misericordioso, que concediste a tu siervo Álvaro, obispo, la gracia de ser Pastor ejemplar en el servicio a la Iglesia y fidelísimo hijo y sucesor del Beato Josemaría, Fundador del Opus Dei: haz que yo sepa también responder con fidelidad a las exigencias de la vocación cristiana, convirtiendo todos los momentos y circunstancias de mi vida en ocasión de amarte y de servir al Reino de Jesucristo; dígnate glorificar a tu siervo Álvaro, y concédeme por su intercesión el favor que te pido… (pídase). Así sea.

Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

Monseñor Javier Echevarría, nuevo Prelado del Opus Dei El 20 de abril de 1994 se reunió en Roma el Congreso Electivo del Opus Dei, para proceder a la elección del segundo sucesor de su Fundador. Resultó elegido Monseñor Javier Echevarría, Vicario General de la Prelatura hasta ese momento, y que anteriormente había colaborado también durante más de veinte años con el Fundador del Opus Dei, al lado de Monseñor Álvaro del Portillo. Siguiendo las normas previstas en los Estatutos de la Prelatura, se comunicó inmediatamente el resultado de la elección a la Santa Sede, y el Papa procedió al nombramiento del nuevo Prelado. El 6 de enero de 1995, el mismo Juan Pablo II consagró Obispo a Monseñor Javier Echevarría en una solemne ceremonia celebrada en la Basílica de San Pedro. Nombramiento del nuevo Prelado de la Prelatura del Opus Dei, 20-IV-1994

El Sumo Pontífice Juan Pablo II confirmando la elección canónica realizada a tenor del n. 130 de los Estatutos, ha nombrado Prelado de la Prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei al Reverendo Monseñor

Javier Echevarría Rodríguez

Lo que se comunica al mismo Monseñor Javier Echevarría Rodríguez para su conocimiento y norma.

Ciudad del Vaticano, 20 de abril de 1994.

+ Angelo Card. Sodano.

Homilía del Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría, con ocasión de su Ingreso solemne en la Iglesia Prelaticia , 21-IV-1994

Lleno de agradecimiento a la Trinidad Beatísima, que ha manifestado una vez más sus misericordiosos designios con la Iglesia y, dentro de la Iglesia, con el Opus Dei, hago mías las palabras de San Pablo en la epístola a los Efesios: “flecto genua mea ad Patrem, ex quo omnis paternitas in coelis et in terra nominatur” (Ef 3, 14). Consciente de mi personal indignidad para recibir la amorosa carga que el Señor ha colocado sobre mis hombros, doblo las rodillas ante el Padre celestial, de quien procede toda paternidad en los cielos y en la tierra. Lo hago confiado en la intercesión de la Santísima Virgen, de San José, de los Santos Ángeles Custodios, de nuestros santos Patronos e Intercesores, y, de modo particular, del Beato Josemaría, nuestro amadísimo y santo Fundador.

Cuento también con las oraciones del Padre que hace sólo un mes se nos marchó a la casa del Cielo y con la de todos los miembros de la Obra -hombres y mujeres, seglares y sacerdotes- que nos han precedido a la morada eterna. Me apoyo además en las plegarias de los innumerables amigos y Cooperadores del Opus Dei en todo el mundo, y muy especialmente en las de quienes -por designio de la Providencia divina- son ahora, para mí, hijas e hijos queridísimos en esta pequeña familia del Opus Dei. (…)

Recurro también confiadamente a la intercesión del Beato Josemaría, nuestro amabilísimo Padre, y le pido que me asista siempre en la tarea que me aguarda: que obtenga para este nuevo Padre, del tesoro inagotable de los méritos de Cristo, las gracias del Paráclito que me son indispensables para ejercitar dignamente este ministerio. Y recurro igualmente a las oraciones de su primer sucesor, don Álvaro del Portillo, para que mi servicio pastoral a la Iglesia y a la Prelatura se caracterice, como el suyo, por la más estrecha unión con el Romano Pontífice -nuestro amadísimo Juan Pablo II, y todos sus sucesores en la Cátedra de San Pedro- y con los Obispos en comunión con la Santa Sede. Como manifestó muchas veces nuestro Fundador, de palabra y por escrito, “la única ambición, el único deseo del Opus Dei y de cada uno de sus hijos es servir a la Iglesia, como Ella quiere ser servida, dentro de la específica vocación que el Señor nos ha dado” ( Carta , 31-V-1943, n. 1).

En la cátedra de esta Iglesia prelaticia, el Beato Josemaría hizo grabar unas frases, tomada casi literalmente del Ius particulare del Opus Dei, en las que reconocemos con alegría un retrato fiel de nuestro amadísimo Fundador. A propósito del Prelado, entre las muchas condiciones necesarias, nuestro Derecho particular prescribe: “eluceat prudentia, pietate, erga Ecclesiam eiusque Magisterium exemplari amore et oboedientia, era Opus Dei devotione, erga Prelaturae fideles caritate, erga proximos zelo” ( Codex iuris particularis Operis Dei , n. 131, 2). El Prelado del Opus Dei debe brillar por la prudencia, por la piedad, por el amor y obediencia ejemplares a la Iglesia y al Magisterio eclesiástico, por la devoción al Opus Dei, por la caridad con todos los fieles de la Prelatura, por el celo apostólico hacia todas las almas. Un programa arduo, que sólo con la ayuda abundante de la gracia es posible cumplir. Nuestro Fundador y su primer sucesor lo vivieron a la perfección, fomentando heroicamente en su propia vida y en la de los miembros del Opus Dei un ardiente afán de santidad. Pedid al Paráclito, os lo ruego, e invitad a muchas otras personas a hacer lo mismo, que el nuevo Prelado esté a la altura de su misión y sepa mantener, en cada una de sus hijas y en cada uno de sus hijos, la misma vibración e idéntico empeño por la santidad y por la extensión del Reino de Cristo que se ha vivido en la Prelatura hasta ahora.

El texto grabado en la cátedra prosigue así: “sit suis subditis magister ac Pater: omnibus in visceribus Christi vere diligat: omnes effusa caritate erudiat atque foveat: pro omnibus impendatur et superimpendatur libenter”. Sea maestro y Padre para todos los fieles de la Prelatura; a todos los ame verdaderamente en las entrañas de Cristo; a todos enseñe y proteja con caridad tierna; por todos se entregue generosamente, y más y más se sacrifique lleno de alegría ( Codex iuris particularis Operis Dei , n. 132, 3). (…)

Al proseguir la etapa de la continuidad en la fidelidad inaugurada hace diecinueve años con la marcha de nuestro Fundador al Cielo, cada uno ha de fomentar en su propia alma la exigencia de una fidelidad más acendrada a la Iglesia y al espíritu del Opus Dei, que se manifestará en el cumplimiento amoroso de nuestros compromisos ascéticos, espirituales y formativos, en el cuidado de las cosas pequeñas, en el trabajo realizado con perfección humana y sobrenatural, en una actividad apostólica personal más incisiva y fecunda. Hijos míos, como nuestro Fundador hacía en momentos importantes de la historia de la Obra, os digo: “oración, oración, oración; mortificación, mortificación, mortificación; trabajo, trabajo, trabajo”. Éstas han sido, son y serán siempre nuestras armas para pelear las batallas del Señor. Oración, mortificación y trabajo que pueden resumirse en aquel estribillo que estaba siempre en la boca del anterior Prelado: “fidelidad, fidelidad, fidelidad” (…)

Bula papal de nombramiento episcopal de Mons. Javier Echevarría, 21-XI-1994

JUAN PABLO, OBISPO

siervo de los siervos de dios

A Nuestro querido hijo Javier Echevarría Rodríguez , Prelado de la Prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei, Obispo titular electo de la Iglesia de Cilibia, salud y Bendición Apostólica.

Es deber y gracia común de los Pastores y Obispos enseñar a los fieles de la Iglesia aquello que les conduce por el camino de Dios, es decir los mandamientos evangélicos (cfr. Veritatis splendor , n. 114). Por esta razón, Nos solemos elegir varones de probada virtud para que desempeñen diligentemente el ministerio pastoral. Después de la muerte de Nuestro Venerable Hermano Álvaro del Portillo, hemos considerado oportuno proveer convenientemente a la Prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei para mejor fomentar el bien de las almas de sus fieles.

Por tanto, en virtud de Nuestra potestad apostólica, hemos querido adscribir entre los Obispos a ti, Prelado de la Prelatura personal de la Santa Cruz y Opus Dei, que sabemos prudente, piadoso, ecuánime y diligente en la tarea pastoral, otorgándote el título de Cilibia, con todos los deberes y derechos que competen a este oficio de acuerdo con el Derecho. Gustosamente Nos te conferiremos la Ordenación Episcopal en la Basílica de San Pedro en la próxima solemnidad de la Epifanía del Señor. Previamente emitirás la profesión de fe ante el Eminentísimo Cardenal Prefecto de la Congregación para los Obispos y el juramento de fidelidad hacia Nosotros y Nuestros Sucesores en esta Sede Apostólica ante el Eminentísimo Cardenal Protodiácono, según las fórmulas previstas.

Finalmente, confiamos a la intercesión de María, Madre de Dios y del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, a ti, querido hijo, a tu grey y a todos los fieles, para que puedas dar a conocer a todos las obras del Dios Altísimo (cfr. II Marc. III, 36).

Dado en Roma, en San Pedro, el día 21 del mes de noviembre del año 1994, décimo séptimo de Nuestro Pontificado.

Juan Pablo II

Homilía pronunciada por Mons. Javier Echevarría en su primera Misa Pontifical como Obispo, en la Basílica de San Eugenio de Roma, 7-I-1995

Ayer, solemnidad de la Epifanía, el Santo Padre Juan Pablo II se ha dignado conferirme la ordenación episcopal. Cuando, durante la ceremonia, el Papa pedía al Señor, para los nuevos Obispos, “la gracia de apacentar su santa grey y cumplir de modo irreprensible la misión del sumo sacerdocio”, a mi memoria acudió, vivísimo, el recuerdo del Fundador del Opus Dei, que encarnó perfectamente la figura del Buen Pastor dibujada por el Señor en el Evangelio con trazos imborrables.

Cuatro años antes, en la misma Basílica de San Pedro, el Papa había consagrado Obispo a mi inolvidable predecesor, Mons. Álvaro del Portillo. También su imagen de Padre solícito y fuerte se hallaba particularmente presente en mí en esos momentos, pues él, durante los diecinueve años que estuvo al frente del Opus Dei, ha sido para los miembros de la Obra el Pastor que sólo vive pensando en el bien de las almas que le han sido encomendadas. No ceso de pedir que tanto el Beato Josemaría como don Álvaro intercedan por mí ante el trono de Dios, para que el Señor me conceda un corazón de Pastor tan grande como el que ellos tuvieron, el corazón del Buen Pastor (…)

Me dirijo ahora de modo especial a los fieles de la Prelatura del Opus Dei -hombres y mujeres, laicos y sacerdotes- que asistís a esta Santa Misa y a los que, esparcidos por todo el mundo, se encuentran muy unidos a nosotros en estos momentos.

Hijas e hijos míos, querría hablar largamente con cada una y cada uno de vosotros, “en confidencia de amigo, de hermano, de padre” ( Camino , prólogo). Todo lo que me gustaría deciros se puede resumir en aquella palabra que estaba constantemente en labios de don Álvaro: fidelidad . ¡Que seáis muy fieles al Señor, a la Iglesia, a la Obra! “De que tú y yo nos portemos como Dios quiere -no lo olvides- dependen muchas cosas grandes” ( Ibid. , n. 755).

Me gusta recordaros que -como nos decía don Álvaro-, lejos de quedar relegados al archivo de la historia con el transcurrir de los años, los tiempos de nuestro Padre son y serán siempre actuales. Habrán de tener permanente actualidad, no sólo porque será siempre elocuente su ejemplo y su enseñanza, vivo su espíritu y eficacísima su intercesión desde el Cielo, sino además porque hemos de corresponder a la vocación cristiana en la Obra con la plenitud y la santa urgencia de nuestro Fundador.

Tened mucho sentido de responsabilidad, hijas e hijos míos: la Obra está ahora especialmente en nuestras manos. No penséis nunca que vuestra cooperación a la tarea apostólica es pequeña o de poca monta: colaboráis muchísimo al empeñaros de verdad en ser Opus Dei y en hacer el Opus Dei , al tratar de conducir a Dios todas las ocupaciones y circunstancias de vuestra existencia. Mirando las cosas con ojos humanos, podría parecer que la aportación de cada uno es como un hilillo insignificante, en ese hermoso tejido que la Prelatura trata de ofrecer al Señor en cada jornada. Pero, como nos decía nuestro Fundador, si ese hilillo se suelta, podría comenzar a deshacerse el tapiz maravilloso que el Señor espera de nosotros cada día (cfr. Forja , n. 2). Tened siempre presente, hijas e hijos míos, que Dios cuenta con nuestra colaboración esforzada y generosa, unida a la de muchos otros cristianos, para poner a Cristo en la cima de las actividades humanas, en los umbrales del nuevo milenio y en los años venideros (…).

La Pontificia Universidad de la Santa Cruz El 9 de enero de 1990, la Congregación para la Educación católica erigió canónicamente el Ateneo Romano de la Santa Cruz, centro académico superior de estudios teológicos, filosóficos y canónicos. Dicho centro había iniciado su andadura en 1985, como sección romana de las facultades de Teología y Derecho Canónico de la Universidad de Navarra. A esas facultades se unió pronto la de Filosofía. En 1998 inició una cuarta facultad de Comunicación institucional. Pocos meses después fue elevada al rango de Universidad Pontifica. Esta iniciativa había sido impulsada muy directamente por Mons. Álvaro del Portillo, que pudo así llevar a la práctica un antiguo y querido proyecto del Fundador del Opus Dei. Congregación para la Educación Católica , Cartas de concesión del título de Pontificia Universidad al Pontificio Ateneo de la Santa Cruz, 20-VII-1998

Su Excelencia Reverendísima

Mons. Javier Echevarría

Obispo tit. De Cilibia

Prelado del Opus Dei

Gran Canciller del Pontificio Ateneo de la Santa Cruz

Roma

Excelencia Reverendísima,

Acusamos recibo de su estimada carta del 21 de mayo pasado con la que presentó a este Dicasterio una petición formal con el fin de obtener del Santo Padre la concesión del título de Universidad Pontificia para el Pontificio Ateneo de la Santa Cruz de Roma.

Con la presente, tenemos el gusto de comunicarle que el Sumo Pontífice, atendiendo a que dicho Ateneo responde a los requisitos requeridos tradicionalmente para la atribución de tal título, y a que ha desarrollado hasta ahora un servicio apreciable en la formación de los alumnos que lo frecuentan, concede con gusto el título de Universidad Pontificia al mencionado Ateneo.

Formulamos nuestros mejores deseos de que dicha Universidad obtenga resultados académicos cada día más fecundos.

Aprovechando la circunstancia, nos es grato expresarle nuestros saludos más distinguidos, confirmándonos,

de Vuestra Excelencia Reverendísima devotísimos en el Señor.

+ Pío Card. Laghi

Congregación para la Educación Católica , carta de congratulación, 14-IX-1998

(…) Al aproximarse la fecha en la que el Pontificio Ateneo de la Santa Cruz celebrará la elevación, por el Santo Padre, al título de Pontificia Universidad, este Dicasterio se alegra de poder enviar a Vuestra Excelencia y a todos los responsables de dicha Institución unas palabras de felicitación por tal significativo reconocimiento, que corona un recorrido académico de varios años unido estrechamente a la inspiración originaria del Fundador del Opus Dei.

Servir a la Iglesia fue el gran anhelo del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, ese vivo deseo lo ha dejado como preciosa herencia a los fieles de la Prelatura de la Santa Cruz y Opus Dei. El Pontificio Ateneo de la Santa Cruz ha surgido de este amor, que lo impulsó a promover, junto a la sede de Pedro, un Centro universitario, con la finalidad de desarrollar, -en colaboración fructuosa con los demás Ateneos Romanos- un trabajo amplio y profundo de investigación y de formación de clérigos y laicos de todo el mundo, en el ámbito de los estudios eclesiásticos.

A la espera de que madurasen las condiciones para instituir en la Urbe tal Centro de estudios superiores, el Beato Josemaría inspiró y dio vida a diversas iniciativas -como el Colegio Romano de la Santa Cruz y el Colegio Romano de Santa María- para explorar mejor, con la investigación y el estudio, el patrimonio de la sabiduría cristiana, profundizando en las disciplinas relacionadas con la Revelación y la misión evangelizadora de la Iglesia.

Al mismo tiempo, promovió la formación al más alto nivel académico, de estudiosos de las ciencias eclesiásticas; pero, sobre todo, preparó el camino con oración y trabajo, delineando las características del Centro tan deseado, entre las que destacaba la romanidad : el espíritu universal y ecuménico, con plena fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

Este impulso inicial fue recogido por el sucesor del Beato Escrivá, el Ecc.mo Mons. Álvaro del Portillo, que continuó con empeño solícito el camino emprendido y, en 1984, pidió a la Santa Sede la creación del deseado Centro. Este Centro, constituido por las Secciones romanas de las Facultades de Teología y de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, fue erigido el 9 de enero de 1985, con Decreto N. Prot. 253/83/25 de este Dicasterio.

Gracias al constante impulso del Fundador y primer Gran Canciller del Centro, S.E. Mons. Álvaro del Portillo, se desarrollaron en los años sucesivos las actividades didácticas y de investigación, y entre éstas, en particular, un Departamento de Filosofía. El 9 de enero de 1990, con Decreto Prot. N. 1720/88/37, esta Congregación erigió canónicamente, aprobando los Estatutos, el Ateneo Romano de la Santa Cruz, con las Facultades de Teología y de Filosofía, a las cuales se añadió, el 28 de marzo de 1993, la Facultad de Derecho Canónico (Decreto Prot. N. 2002/92/25).

Este notable desarrollo académico tuvo un primer significativo reconocimiento diez años después del comienzo de las actividades académicas, el 26 de junio de 1995, fiesta del Beato Josemaría Escrivá, con la concesión, por el Santo Padre, del título de Pontificio Ateneo Romano de la Santa Cruz.

Finalmente, con el impulso de Vuestra Excelencia, el Centro se ha enriquecido y consolidado con la creación de la Facultad de Comunicación Social Institucional, erigida por esta Congregación con Decreto Prot. N. 1436/95 del 26 de febrero de 1996, y con la aprobación de los Estatutos generales y particulares de las cuatro Facultades, que tuvo lugar el 16 de enero de 1998.

Este itinerario, rubricado por la abundante generosidad y el empeño encomiable de muchas personas, en fidelidad al impulso del Fundador, culmina hoy con la atribución, por el Santo Padre, de la denominación de Pontificia Universidad a dicho Centro, que actualmente está compuesto por las Facultades de Teología, Filosofía, Derecho Canónico y Comunicación Social e Institucional, así como por el Instituto Superior de Ciencias Religiosas con sede en el Apolinar, colocado desde el 16 de julio de 1988 bajo la guía y tutela académica de la Facultad de Teología (…)

Hacia el tercer milenio En los años siguientes a estos acontecimientos, ha continuado la expansión del Opus Dei por nuevos países: en 1994, empezó la labor apostólica en Lituania; en 1996 en Estonia, Eslovaquia, Uganda, Líbano y Panamá; en 1997, en Kazajstán; y en 1998, en Sudafrica; al mismo tiempo que se iba consolidando en los países donde ya estaba presente, y ampliando su campo de actividad, para poder llevar el mensaje de santidad en el trabajo y la vida ordinaria a un mayor número de personas de todo estado y condición. El 17 de marzo de 2001 el Papa Juan Pablo dirigió un discurso a los fieles del Opus Dei reunidos con ocasión del congreso que la Prelatura del Opus Dei organizó en Roma sobre la carta Novo Millennio Ineunte, en el que explicó la misión que la Prelatura del Opus Dei está llamada a realiza en la Iglesia del nuevo milenio. La próxima celebración del primer centenario del nacimiento del Fundador del Opus Dei, el Beato Josemaría Escrivá, será para la Prelatura una especial ocasión de acción de gracias a Dios y de afrontar con renovada ilusión humana y sobrenatural los retos evangelizadores del nuevo milenio recién iniciado. Entrevista a Mons. Javier Echevarría, obispo Prelado del Opus Dei, 31-XII-1994

P. Usted ha sido llamado a ser el Prelado del año 2000. Con la perspectiva de un nuevo milenio, ¿qué servicio puede prestar una institución como el Opus Dei a la sociedad? ¿Cuál es su significado dentro de la Iglesia?

R . En este fin de siglo se están produciendo cambios cada vez más acelerados. Estamos inmersos en un mundo en el que la rapidez de la comunicación, el intercambio entre culturas diversas, el desarrollo de la tecnología y tantas otras cosas traen consigo nuevas y cambiantes formas de organización social. Ante esa situación es lógico que muchos se interroguen sobre el futuro. Los católicos -pienso que como una alegre necesidad- también nos planteamos esa cuestión, y, al hacerlo, dirigimos la mirada a Jesucristo, para encontrar ahí respuesta a nuestros interrogantes.

Considero que ése es el contexto adecuado para entender y valorar el servicio específico que el Opus Dei desea prestar a la sociedad: ayudar a hombres y mujeres de nuestro tiempo a que reflexionen sobre el contenido y las consecuencias de su fe, sin abandonar sus obligaciones cotidianas; más aún, amándolas y, por eso, buscando a Dios en el trabajo bien hecho, en la familia, en las responsabilidades sociales. Y todo ello con apertura a lo que los cambios pueden aportar.

Discurso del Papa Juan Pablo II en el congreso organizado por la Prelatura del Opus Dei sobre la Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte, 17-III-2001

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. ¡Bienvenidos! Os saludo cordialmente a cada uno de vosotros, sacerdotes y laicos, reunidos en Roma para participar en las jornadas de reflexión sobre la carta apostólica Novo millennio ineunte y sobre las perspectivas que tracé en ella para el futuro de la evangelización. Y saludo especialmente a vuestro prelado, el obispo monseñor Javier Echevarría, que ha promovido este encuentro con el fin de potenciar el servicio que la Prelatura presta a las Iglesias particulares en las que se hallan presentes sus fieles.

Estáis aquí en representación de los diversos componentes con los que la Prelatura está orgánicamente estructurada, es decir, de los sacerdotes y los fieles laicos, hombres y mujeres, encabezados por su prelado.

Esta naturaleza jerárquica del Opus Dei, establecida en la constitución apostólica con la que erigí la Prelatura (cf. Ut sit, 28 de noviembre de 1982), nos puede servir de punto de partida para consideraciones pastorales ricas en aplicaciones prácticas. Deseo subrayar, ante todo, que la pertenencia de los fieles laicos tanto a su Iglesia particular como a la Prelatura, a la que están incorporados, hace que la misión peculiar de la Prelatura confluya en el compromiso evangelizador de toda Iglesia particular, tal como previó el concilio Vaticano II al plantear la figura de las prelaturas personales.

La convergencia orgánica de sacerdotes y laicos es uno de los campos privilegiados en los que surgirá y se consolidará una pastoral centrada en el "dinamismo nuevo" (cf. Novo millennio ineunte, 15) al que todos nos sentimos impulsados después del gran jubileo. En este marco conviene recordar la importancia de la "espiritualidad de comunión" subrayada por la carta apostólica (cf. ib., 42-43).

2. Los laicos, en cuanto cristianos, están comprometidos a realizar un apostolado misionero. Sus competencias específicas en las diversas actividades humanas son, en primer lugar, un instrumento que Dios les ha confiado para hacer que "el anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura" (ib., 29).

Por consiguiente, es preciso estimularlos a poner efectivamente sus conocimientos al servicio de las "nuevas fronteras", que se presentan como desafíos para la presencia salvífica de la Iglesia en el mundo.

Su testimonio directo en todos esos campos mostrará que sólo en Cristo los valores humanos más elevados alcanzan su plenitud. Con su celo apostólico, su amistad fraterna y su caridad solidaria podrán transformar las relaciones sociales diarias en ocasiones para suscitar en sus semejantes la sed de verdad que es la primera condición para el encuentro salvífico con Cristo.

Los sacerdotes, por su parte, desempeñan una función primaria insustituible: la de ayudar a las almas, una a una, por medio de los sacramentos, la predicación y la dirección espiritual, a abrirse al don de la gracia. Una espiritualidad de comunión valorará al máximo el papel de cada componente eclesial.

3. Queridos hermanos, os exhorto a no olvidar en todo vuestro trabajo el punto central de la experiencia jubilar: el encuentro con Cristo. El jubileo fue una continua e inolvidable contemplación del rostro de Cristo, Hijo eterno, Dios y hombre, crucificado y resucitado. Lo buscamos en la peregrinación hacia la Puerta que abre al hombre el camino del cielo.

Experimentamos su dulzura en el acto humanísimo y divino de perdonar al pecador. Lo sentimos hermano de todos los hombres, guiados hacia la unidad por el don del amor que salva. Sólo Cristo puede apagar la sed de espiritualidad que se ha suscitado en nuestra sociedad.

"No, no será una fórmula lo que nos salve, pero sí una Persona y la certeza que ella nos infunde: ¡Yo estoy con vosotros!" (ib., 29). Al mundo, a cada uno de nuestros hermanos los hombres, los cristianos debemos abrir el camino que lleva a Cristo. "Tu rostro busco, Señor" (Sal 27, 8). El beato Josemaría, hombre sediento de Dios, y por eso gran apóstol, solía repetir esa aspiración. Escribió: "En las intenciones sea Jesús nuestro fin; en los afectos, nuestro amor; en la palabra, nuestro asunto; en las acciones, nuestro modelo" (Camino, 271).

4. Es tiempo de dejar a un lado todo temor y lanzarnos hacia metas apostólicas audaces. Duc in altum! (Lc 5, 4): la invitación de Cristo nos estimula a remar mar adentro, a cultivar sueños ambiciosos de santidad personal y fecundidad apostólica. El apostolado siempre es el desbordamiento de la vida interior. Ciertamente, también es acción, pero sostenida por la caridad. Y la fuente de la caridad está siempre en la dimensión más íntima de la persona, donde se escucha la voz de Cristo que nos llama a remar con él mar adentro. Que cada uno de vosotros acoja esta invitación de Cristo a corresponderle con generosidad renovada cada día.

Con este deseo, a la vez que encomiendo a la intercesión de María vuestro compromiso de oración, de trabajo y de testimonio, os imparto con afecto mi bendición.

CRONOLOGÍA DEL OPUS DEI

1902

El 9 de enero nace el Fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer, en Barbastro (Huesca).

1912-1915

Hace los tres primeros cursos de Bachillerato, examinándose en el Instituto de Lérida.

1914

Se traslada a Logroño.

1915

Estudia en el Colegio de San Antonio y termina el Bachillerato en el Instituto de Logroño. Primeros barruntos de su vocación. En las navidades de 1917-1918, las huellas en la nieve de los pies descalzos de un Carmelita le suscitan un fuerte deseo de amor a Dios. Tomará la decisión de hacerse sacerdote.

1918

Comienza los estudios eclesiásticos como alumno externo del Seminario de Logroño.

1920

Terminados sus estudios de Humanidades y de Filosofía, y el primer curso de Teología, se traslada a Zaragoza para completar los estudios sacerdotales en la Universidad Pontificia de esa Archidiócesis. Vive en el Seminario de San Francisco de Paula.

1923

Inicia la carrera de Derecho en la Universidad Civil de Zaragoza. Hasta junio de 1924, en que terminará los estudios eclesiásticos, simultánea una y otra carrera.

1924

Muere don José Escrivá y Corzán, padre del Fundador

1925

El 28 de marzo recibe la ordenación sacerdotal en la Iglesia Seminario Sacerdotal de San Carlos. Tres días después ocupó su primer cargo pastoral como Regente Auxiliar de la parroquia de Perdiguera. A su vuelta a Zaragoza, el 18 de mayo, se hace cargo de una capellanía en la Iglesia de San Pedro Nolasco. Para sostener a su familia da clases de Derecho Románo y Derecho Canónico, mientras continua con sus estudios.

1927

En enero completa su Licenciatura en Derecho. Del 1 al 17 de abril se ocupa de la parroquia de Fombuena. El 19 de abril se traslada a vivir a Madrid. En Madrid, desde el 1 de junio es Capellán del Patronato de Enfermos de Santa Engracia.

1928

El 2 de octubre fundación del Opus Dei.

1930

El 14 de febrero, mientras celebraba la Santa Misa, Josemaría Escrivá de Balaguer entendió que también debería haber mujeres en el Opus Dei.

1930

El 24 de agosto pide la admisión en el Opus Dei Isidoro Zorzano.

1931

El Fundador del Opus Dei comienza a trabajar como capellán del Real Patronato de Santa Isabel.

1933

En diciembre abre la Academia DYA, en la calle de Luchana, primera labor apostólica corporativa del Opus Dei.

1934

En septiembre comienza la Academia-Residencia DYA en la calle de Ferraz, 50. Josemaría Escrivá, que ha sido nombrado en este mismo año Rector del Patronato de Santa Isabel, publica "Consideraciones Espirituales". También sale a la luz "Santo Rosario".

1937

El Fundador del Opus Dei, junto con algunos miembros se refugia en la Legación de Honduras. El 19 de noviembre sale hacia el Pirineo, en una larga marcha que le llevó a Andorra, adonde llegó el 2 de diciembre, acompañado por un pequeño grupo. El 12 de diciembre llega a San Sebastián.

1938

El Fundador del Opus Dei se traslada a Burgos y desde allí continúa el trabajo apostólico comenzado antes del inicio de la Guerra Civil.

1939

Al terminar la Guerra Civil el Fundador regresa a Madrid.

1939-1946

El Opus Dei se extiende por España: Valencia, Barcelona, Valladolid, Zaragoza, Bilbao, Sevilla, Santiago. Durante este período de inmediata posguerra arrecian las incomprensiones. Algunos no entendían la llamada universal a la santidad que enseñaba el Fundador del Opus Dei.

1941

El Obispo de Madrid, que había conocido y bendecido su labor apostólica desde los comienzos, aprobó el Opus Dei como Pía Unión, el 19 de marzo. El 22 de abril muere la madre del Fundador que tantos servicios había prestado en los primeros pasos del Opus Dei.

1943

Mientras celebra la Santa Misa en un centro de mujeres del Opus Dei situado en la calle de Jorge Manrique, de Madrid, el día 14 de febrero, Josemaría Escrivá funda la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, inseparablemente unida al Opus Dei. El 11 de octubre el Opus Dei recibe el Nihil Obstat de la Santa Sede para su erección diocesana. Es erigido, en la diócesis de Madrid el 8 de diciembre.

1944

El 25 de junio, tiene lugar la primera ordenación sacerdotal de fieles del Opus Dei: don Álvaro del Portillo, don José María Hernández de Garnica y don José Luis Múzquiz.

1946

Comienza la labor del Opus Dei en Portugal, Italia, Inglaterra, Irlanda y Francia. El 23 de junio el Fundador llega a Roma.

1947

El 24 de febrero el Opus Dei obtiene el Decretum laudis de la Santa Sede.

1948

El 29 de junio se erige el Colegio Romano de la Santa Cruz.

1949

El Fundador impulsa desde Roma la expansión del Opus Dei en todo el mundo. Antes de acabar este año irán los primeros miembros del Opus Dei a Estados Unidos y México.

1950

El 16 de junio, fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, Pío XII concede la aprobación definitiva al Opus Dei.

1951

El 14 de mayo el Fundador hace la Consagración de las familias de los miembros del Opus Dei a la Sagrada Familia. El 15 de agosto consagra el Opus Dei, en Loreto, al Dulcísimo Corazón de María. Se celebra en Molinoviejo (Segovia) el primer Congreso General del Opus Dei.

1952

El 26 de octubre consagra el Opus Dei al Sagrado Corazón de Jesús. Comienza la labor del Opus Dei en la República Federal Alemana. En Pamplona tiene su comienzo el Estudio General, que se convertirá, pocos años después, en la Universidad de Navarra.

1953

El 2 de octubre celebra, en Molinoviejo (Segovia), en la intimidad, las Bodas de Plata de la Obra. El 12 de diciembre erige el Colegio Romano de Santa María.

1955

El 4 de diciembre, en Viena, el Fundador comienza a invocar a la Virgen con la jaculatoria Sancta Maria Stella Orientis, filios tuos adiuva , encomendándole la labor de apostolado con las personas de Europa oriental.

1956

Tiene lugar el Congreso General del Opus Dei en Einsiedeln (Suiza).

1957

El 20 de junio fallece en Roma su hermana Carmen, que tanto le había ayudado en la administración material de los primeros centros del Opus Dei. La Santa Sede encarga a algunos miembros del Opus Dei la Prelatura territorial de Yauyos (Perú).

1958

En diciembre se comienza la labor del Opus Dei en Japón, el primer país del Extremo Oriente, y en Kenya, el primer país de Africa.

1961

En noviembre tiene lugar el Congreso General Ordinario del Opus Dei, en Roma.

1963

Comienza la labor del Opus Dei en Australia.

1964

La expansión del Opus Dei llega a Filipinas.

1966

Congreso General Ordinario del Opus Dei, en Roma.

1967

Se publica "Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer". En ese libro se recogen varias entrevistas concedidas a destacados periodistas de diversos lugares del mundo.

1970

Del 15 de mayo al 22 de junio el Fundador llega a México en romería penitente a la Virgen de Guadalupe.

1971

El 30 de mayo consagración del Opus Dei al Espíritu Santo.

1972

Durante los meses de octubre y noviembre el Fundador recorre distintas ciudades de España y Portugal en un viaje de catequesis.

1973

Se recogen en un tomo, bajo el título de "Es Cristo que pasa", parte de las homilías que el Fundador ha predicado durante los últimos años.

1974-1975

En estos años el Fundador hará dos largos viajes a América del Sur y Central. Estará en Brasil, Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Venezuela y Guatemala.

1975

El 26 de junio fallece el Fundador del Opus Dei.

El 15 de septiembre Don Álvaro del Portillo y Diez de Sollano es elegido, por unanimidad, para suceder al Fundador del Opus Dei, en el Congreso convocado con este fin, de acuerdo con sus Estatutos.

1981

El 19 de febrero el Cardenal Poletti, como Vicario del Papa para la diócesis de Roma, con el nihil obstat de la Santa Sede, promulga el Decreto para la Introducción de la Causa de Beatificación y Canonización del Siervo de Dios Josemaría Escrivá de Balaguer.

1982

El 28 de noviembre Juan Pablo 11 erige el Opus Dei en Prelatura Personal. En aquella misma fecha el Papa nombra a Monseñor Álvaro del Portillo como primer Prelado del Opus Dei, que es, a la vez, Presidente General de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

1986

Se publica "Surco"

1987

Se publica "Forja"

1985

Se inaugura el Pontificio Ateneo de la Santa Cruz, centro universitario de estudios eclesiásticos con sede en Roma.

1991

El día 6 de enero Juan Pablo II ordena obispo al Prelado del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo.

1992

El 17 de Mayo Josemaría Escrivá es beatificado en la plaza de San Pedro (Roma).

1994

El 23 de marzo fallece en Roma Álvaro del Portillo, pocas horas después de volver de un viaje a Tierra Santa.

El 20 de abril Javier Echevarría es nombrado por Juan Pablo II Prelado del Opus Dei, al confirmar la elección canónica realizada en el Congreso General electivo celebrado en Roma.

1995

El 6 de enero el Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría es ordenado Obispo por Juan Pablo II.

1998

Concesión del título de Pontifica Universidad al Pontificio Ateneo de la Santa Cruz.

2001

Audiencia concedida por Juan Pablo II, el 17 de marzo, a los fieles del Opus Dei participantes en el Congreso sobre la carta apostólica del Santo Padre Novo Millenio Inneunte , celebrado en Roma.

2002

Primer Centenario del nacimiento del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer.

(Texto incluido en "Fuentes para la Historia del Opus Dei" de Federico M. Requena y Javier Sesé publicado en Editorial Ariel)