Benedicto XVI sobre la Navidad

En esta noticia incluimos textos de la predicación de Benedicto XVI esta Navidad (última actualización: 3 de enero)

2 de enero

María nos ayuda a ser auténticos amigos de su Hijo

En la primera audiencia general de 2008, celebrada en el Aula Pablo VI, y en la que participaron 7.000 personas, el Papa habló sobre el título de Madre de Dios, atribuido a la Virgen, cuya solemnidad se celebró ayer.

El Santo Padre recordó que "Theotokos", Madre de Dios,"es el título atribuido oficialmente a María en el siglo V, exactamente en el Concilio de Efeso, en el 431. (...) Allí, por una parte, se confirmó solemnemente la unidad de las dos naturalezas, la divina y la humana, en la persona del Hijo de Dios. Por otra, la legitimidad para atribuir a la Virgen el título de "Theotokos", frente a los que sugerían que se la llamara "Christotokos", "Madre de Cristo", "queriendo salvaguardar la plena humanidad de Jesús", lo que suponía "una amenaza a la doctrina de la plena unidad de la divinidad y la humanidad de Cristo".

Tras el Concilio de Efeso, dijo Benedicto XVI, "se difundió mucho la devoción mariana, construyéndose numerosas iglesias dedicadas a la Madre de Dios; entre ellas la Basílica de Santa María la Mayor, aquí en Roma".

"La doctrina sobre María, Madre de Dios, fue confirmada en el Concilio de Calcedonia (451)" y el Concilio Vaticano II la recogió en el octavo capítulo de la Constitución dogmática sobre la Iglesia "Lumen gentium".

"Todos los demás títulos atribuidos a la Virgen -continuó- hallan su fundamento en su vocación a ser la Madre del Redentor": Inmaculada Concepción, Asunta y Madre del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia. "Por eso, justamente, durante el Concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, Pablo VI atribuyó solemnemente a María el título de "Madre de la Iglesia".

Benedicto XVI subrayó que "precisamente porque María es Madre de la Iglesia, la Virgen también es Madre de cada uno de nosotros, que somos miembros del Cuerpo Místico de Cristo. (...) En el momento supremo del cumplimiento de la misión mesiánica, Jesús deja a cada uno de sus discípulos, como patrimonio precioso, a su misma Madre, la Virgen María".

"En estos primeros días del año -concluyó-, se nos invita a considerar atentamente la importancia de la presencia de María en la vida de la Iglesia y en nuestra existencia. Pidamos a Ella que guíe nuestros pasos en este nuevo periodo de tiempo que el Señor nos concede y que nos ayude a ser auténticos amigos de su Hijo y constructores valientes de su Reino en el mundo, Reino de la luz y de la verdad".

1 de enero

En el 40 aniversario de la Jornada Mundial de la Paz, Benedicto XVI ha querido centrarse en las raíces de la paz: la familia.

Cuando la persona vive su infancia en una familia "sana" -en la que los miembros se quieren y respetan, con las necesidades materiales cubiertas, y abierta a la dimensión espiritual- tiene la experiencia de la paz. De esa forma es más fácil desearla para uno mismo, y para los demás.

Estos son algunos extractos del mensaje del Santo Padre.

"La familia natural, en cuanto comunión íntima de vida y amor, fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, es el «lugar primario de ‘‘humanización'' de la persona y de la sociedad», la «cuna de la vida y del amor»".

"En una vida familiar «sana» se experimentan algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, porque son pequeños, ancianos o están enfermos, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo".

"El ser humano en formación, ¿dónde podría aprender a gustar mejor el «sabor» genuino de la paz sino en el «nido» que le prepara la naturaleza? El lenguaje familiar es un lenguaje de paz; a él es necesario recurrir siempre para no perder el uso del vocabulario de la paz. En la inflación de lenguajes, la sociedad no puede perder la referencia a esa «gramática» que todo niño aprende de los gestos y miradas de mamá y papá, antes incluso que de sus palabras".

"Quien obstaculiza la institución familiar, aunque sea inconscientemente, hace que la paz de toda la comunidad, nacional e internacional, sea frágil, porque debilita lo que, de hecho, es la principal «agencia» de paz".

"La familia tiene necesidad de una casa, del trabajo y del debido reconocimiento de la actividad doméstica de los padres; de escuela para los hijos, de asistencia sanitaria básica para todos. Cuando la sociedad y la política no se esfuerzan en ayudar a la familia en estos campos, se privan de un recurso esencial para el servicio de la paz".

"La familia necesita una casa a su medida, un ambiente donde vivir sus propias relaciones. Para la familia humana, esta casa es la tierra, el ambiente que Dios Creador nos ha dado para que lo habitemos con creatividad y responsabilidad. Hemos de cuidar el medio ambiente: éste ha sido confiado al hombre para que lo cuide y lo cultive con libertad responsable".

"Una condición esencial para la paz en cada familia es que se apoye sobre el sólido fundamento de valores espirituales y éticos compartidos. Pero se ha de añadir que se tiene una auténtica experiencia de paz en la familia cuando a nadie le falta lo necesario, y el patrimonio familiar —fruto del trabajo de unos, del ahorro de otros y de la colaboración activa de todos— se administra correctamente con solidaridad, sin excesos ni despilfarro".

Texto completo del Mensaje para la paz 2008

31 de diciembre

Falta de esperanza en la vida, mal "oscuro" de la sociedad

El Papa presidió a las 18,00, en la basílica vaticana, las primeras vísperas de la solemnidad de Santa María Madre de Dios, y la exposición del Santísimo Sacramento, el canto del "Te Deum" de acción de gracias al concluir el año y la bendición eucarística.

Comentando la lectura breve tomada de la Carta de san Pablo a los Gálatas, en la que habla "de la liberación del hombre obrada por Dios con el misterio de la Encarnación", el Papa afirmó que "menciona de manera muy discreta a Aquella mediante la cual el Hijo de Dios entró en el mundo".

Tras poner de relieve que "María es la Madre del Salvador", subrayó que "también es madre nuestra, porque viviendo su especialísima relación materna con el Hijo, compartió la misión "por nosotros y por la salvación de todos los hombres. (...) De este modo, María constituye para la Iglesia la imagen más real: Aquella en la que la comunidad eclesial debe descubrir continuamente el sentido auténtico de su vocación y del propio misterio".

Tras hacer hincapié en que el Verbo Encarnado "se hizo como nosotros para hacernos como El: hijos en el Hijo, por tanto, hombres libres de la ley del pecado", Benedicto XVI se preguntó si este no era "un motivo fundamental para dar gracias a Dios", sobre todo "por los numerosos beneficios y su constante asistencia a lo largo de los doce meses pasados". Por eso, añadió, "cada comunidad cristiana se reúne y canta el "Te Deum", himno tradicional de alabanza y de acción de gracias a la Santísima Trinidad".

El Papa pidió al Señor que ayude "con su misericordia" a las personas y familias en cuyas vidas "pesan graves carencias y pobreza, que les impiden mirar al futuro con confianza". Además, continuó, "no pocos, sobre todo jóvenes, son atraídos por una falsa exaltación o profanación del cuerpo y por la banalización de la sexualidad".

Tras poner de relieve que son muchos los "desafíos relacionados con el consumismo y el secularismo", el Santo Padre afirmó que "también en Roma se percibe aquella "falta" de esperanza y de confianza en la vida que constituye el mal "oscuro" de la moderna sociedad occidental". Sin embargo, dijo, "no faltan las luces y los motivos de esperanza por los que implorar la especial bendición divina".

Benedicto XVI se refirió a la comunidad de la diócesis de Roma, que está comprometida en dar una respuesta a la "gran emergencia educativa", es decir, "la dificultad para transmitir a las nuevas generaciones los valores-base de la existencia y de un recto comportamiento".

"La Iglesia -dijo- intenta hacer frente a dicha emergencia sin clamores, con confianza y paciencia, en primer lugar en el ámbito de la familia". En este sentido constató que el trabajo realizado en estos años por las parroquias y asociaciones para la pastoral familiar "se sigue desarrollando y está dando sus frutos".

El Santo Padre pidió al Señor que proteja "las iniciativas misioneras del mundo juvenil, que están creciendo y en las que un importante número de jóvenes asumen en primera persona la responsabilidad y la alegría del anuncio y el testimonio del Evangelio".

El Papa concluyó subrayando que "Cristo es "nuestra esperanza fiable", y pidió a Dios que "haga de cada uno de nosotros un auténtico fermento de esperanza en los diferentes ambientes, para que se pueda construir un futuro mejor".

30 de diciembre Dar testimonio de la belleza del matrimonio y la familia

Al mediodía de hoy, fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, el Papa se asomó a la ventana de su estudio privado que da a la Plaza de San Pedro para el rezo del Angelus.

A los miles de personas que le escuchaban, el Santo Padre afirmó que en esta fiesta "adoramos el misterio de un Dios que ha querido nacer de una mujer, la Virgen Santa, y que vino a este mundo como todos los seres humanos. De este modo ha santificado la realidad de la familia, colmándola de la gracia divina y revelando plenamente su vocación y su misión".

Tras recordar lo que tantas veces repitió Juan Pablo II, que "el bien de la persona y de la sociedad está estrechamente relacionado con la "buena salud" de la familia", Benedicto XVI señaló que "por eso, la Iglesia está comprometida en la defensa y promoción de "la dignidad natural y el altísimo valor sagrado" -son palabras del Concilio Vaticano II- del matrimonio y la familia".

Dirigiéndose a continuación a los participantes en el Encuentro de las Familias que se celebra este domingo en Madrid, el Santo Padre invitó a las familias cristianas "a experimentar la presencia amorosa del Señor en sus vidas". Asimismo, les animó "a que, inspirándose en el amor de Cristo por los hombres, den testimonio ante el mundo de la belleza del amor humano, del matrimonio y la familia".

La familia, "fundada en la unión indisoluble entre un hombre y una mujer, constituye el ámbito privilegiado en el que la vida humana es acogida y protegida, desde su inicio hasta su fin natural. Por eso, los padres tienen el derecho y la obligación fundamental de educar a sus hijos en la fe y en los valores que dignifican la existencia humana".

Benedicto XVI subrayó que "vale la pena trabajar por la familia y el matrimonio porque vale la pena trabajar por el ser humano, el ser más precioso creado por Dios". En este contexto, pidió a los niños que "quieran y recen por sus padres y hermanos"; a los jóvenes, "que estimulados por el amor de sus padres, sigan con generosidad su propia vocación matrimonial, sacerdotal o religiosa"; a los ancianos y enfermos, "que encuentren la ayuda y comprensión necesarias". Finalmente, a los esposos pidió: "Contad siempre con la gracia de Dios, para que vuestro amor sea cada vez más fecundo y fiel".

26 de diciembre

Esta mañana, festividad de San Esteban protomártir, Benedicto XVI se asomó poco antes del mediodía a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.

El Papa recordó que San Esteban "fue lapidado a las puertas de Jerusalén y murió, como Jesús, invocando el perdón para sus asesinos" y afirmó después que "el lazo profundo que une a Cristo con su primer mártir es la caridad divina: el mismo amor que lleva al Hijo de Dios (...) a hacerse obediente hasta morir en la cruz, llevará después a los apóstoles y a los mártires a dar la vida por el Evangelio".

"Hay que subrayar siempre esta característica divina del martirio cristiano -dijo el Santo Padre-: es exclusivamente un acto de amor hacia Dios y hacia los seres humanos, incluidos los perseguidores".

"¡Cuántos hijos e hijas de la Iglesia a lo largo de los siglos han seguido este ejemplo!" -exclamó-. Desde la primera persecución en Jerusalén, pasando por las de los emperadores romanos, hasta el ejército de mártires de nuestro tiempo. Efectivamente, a menudo, también en nuestros días, nos llegan noticias de diversas partes del mundo sobre misioneros, sacerdotes, obispos, religiosos, religiosas y fieles laicos perseguidos, encarcelados, torturados, privados de la libertad o impedidos en su ejercicio porque son discípulos de Cristo y apóstoles del Evangelio: a veces también se sufre y se muere por la comunión con la Iglesia universal y la fidelidad al Papa".

Benedicto XVI habló después del mártir vietnamita Pablo LeBao-Tinh, citado en su encíclica "Spe salvi" a propósito de cómo "el sufrimiento se transforma en alegría mediante la fuerte esperanza que procede de la fe", porque "el mártir cristiano, como Cristo y mediante su unión con Él, "acepta en lo más íntimo la cruz, la muerte y la trasforma en una acción de amor. Aquello que desde fuera es una violencia brutal, desde dentro se convierte en un acto de amor. (...) El mártir cristiano actualiza la victoria del amor sobre el odio y la muerte".

El Papa terminó pidiendo oraciones "por todos los que sufren por motivo de la fidelidad a Cristo y a su Iglesia",e invocó a María, Reina de los Mártires, para que nos ayude "a ser testigos creíbles del Evangelio, respondiendo a los enemigos con la fuerza irresistible de la verdad y la caridad".

25 de diciembre

Dios se ofrece como esperanza segura de salvación

Al mediodía de hoy, solemnidad de la Natividad del Señor, el Papa pronunció desde el balcón central de la basílica vaticana el tradicional mensaje navideño e impartió la bendición "Urbi et Orbi".

Ofrecemos a continuación extractos del mensaje:

"Nos ha amanecido un día sagrado". Un día de gran esperanza: hoy el Salvador de la humanidad ha nacido. El nacimiento de un niño trae normalmente una luz de esperanza a quienes lo aguardan ansiosos".

"Aquel que es el creador del hombre se hizo hombre para traer al mundo la paz. (...) Sólo la "gran" luz que aparece en Cristo puede dar a los hombres la "verdadera" paz. He aquí por qué cada generación está llamada a acogerla, a acoger al Dios que en Belén se ha hecho uno de nosotros. (...) Para reconocerla, para acogerla, se necesita fe, se necesita humildad".

"Ahora, en esta nuestra Navidad en la que sigue resonando el alegre anuncio de su nacimiento redentor, )quién está listo para abrirle las puertas del corazón? (...) ¿Quién espera la aurora del nuevo día teniendo encendida la llama de la fe? ¿Quién tiene tiempo para escuchar su palabra y dejarse envolver por su amor fascinante? Sí, su mensaje de paz es para todos; viene para ofrecerse a sí mismo a todos como esperanza segura de salvación".

"Que la luz de Cristo, que viene a iluminar a todo ser humano, brille por fin y sea consuelo para cuantos viven en las tinieblas de la miseria, de la injusticia, de la guerra; para aquellos que ven negadas aún sus legítimas aspiraciones a una subsistencia más segura, a la salud, a la educación, a un trabajo estable, a una participación más plena en las responsabilidades civiles y políticas, libres de toda opresión y al resguardo de situaciones que ofenden la dignidad humana".

"Las víctimas de sangrientos conflictos armados, del terrorismo y de todo tipo de violencia, que causan sufrimientos inauditos a poblaciones enteras, son especialmente las categorías más vulnerables, los niños, las mujeres y los ancianos. A su vez, las tensiones étnicas, religiosas y políticas, la inestabilidad, la rivalidad, las contraposiciones, las injusticias y las discriminaciones que laceran el tejido interno de muchos países, exasperan las relaciones internacionales. Y en el mundo crece cada vez más el número de emigrantes, refugiados y deportados, también por causa de frecuentes calamidades naturales, como consecuencia a veces de preocupantes desequilibrios ambientales".

"En este día de paz, pensemos sobre todo en donde resuena el fragor de las armas: en las martirizadas tierras del Darfur, de Somalia y del norte de la República Democrática del Congo, en las fronteras de Eritrea y Etiopía, en todo el Medio Oriente, en particular en Irak, Líbano y Tierra Santa, en Afganistán, en Pakistán y en Sri Lanka, en las regiones de los Balcanes, y en tantas otras situaciones de crisis, desgraciadamente olvidadas con frecuencia".

"Que el Niño Jesús traiga consuelo a quien vive en la prueba e infunda a los responsables de los gobiernos sabiduría y fuerza para buscar y encontrar soluciones humanas, justas y estables".

"A la sed de sentido y de valores que hoy se percibe en el mundo; a la búsqueda de bienestar y paz que marca la vida de toda la humanidad; a las expectativas de los pobres, responde Cristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, con su Natividad. Que las personas y las naciones no teman reconocerlo y acogerlo".

"Que la luz de este día se difunda por todas partes, que entre en nuestros corazones, alumbre y dé calor a nuestros hogares, lleve serenidad y esperanza a nuestras ciudades, y conceda al mundo la paz. Éste es mi deseo para quienes me escucháis. Un deseo que se hace oración humilde y confiada al Niño Jesús, para que su luz disipe las tinieblas de vuestra vida y os llene del amor y de la paz".

Terminado el mensaje, el Papa felicitó la Navidad en 63 lenguas e impartió la bendición "Urbi et Orbi" (a Roma y al mundo).

24 de diciembre

Navidad: fiesta de la creación renovada

A medianoche, el Papa celebró en la basílica vaticana la Santa Misa del Gallo con motivo de la solemnidad de la Navidad.

"A María le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada", dijo el Papa citando el Evangelio de San Lucas. "Estas frases nos llegan al corazón siempre de nuevo" porque "en cierto modo, la humanidad espera a Dios, su cercanía".

"Pero cuando llega el momento -prosiguió- no tiene sitio para Él. Está tan ocupada consigo misma de forma tan exigente, que necesita todo el espacio y todo el tiempo para sus cosas y ya no queda nada para el otro, para el prójimo, para el pobre, para Dios. Y cuanto más se enriquecen los hombres, tanto más llenan todo de sí mismos y menos puede entrar el otro".

"Juan, en su Evangelio, fijándose en lo esencial, ha profundizado en la breve referencia de san Lucas sobre la situación de Belén: "Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron". Esto se refiere sobre todo a Belén -explicó el Santo Padre-, pero (...) en realidad, se refiere a toda la humanidad: Aquel por el que el mundo fue hecho, el Verbo creador primordial entra en el mundo, pero no se le escucha, no se le acoge".

"Gracias a Dios, la noticia negativa no es la única ni la última que hallamos en el Evangelio", dijo Benedicto XVI recordando los ejemplos del "amor de María, (...) la fidelidad de san José, la vigilancia de los pastores (...) y la visita de los sabios Magos".

Por eso, "hay quienes lo acogen y, de este modo, desde fuera, crece silenciosamente, comenzando por el establo, la nueva casa, la nueva ciudad, el mundo nuevo. El mensaje de Navidad nos hace reconocer la oscuridad de un mundo cerrado y, con ello, se nos muestra sin duda una realidad que vemos cotidianamente. Pero nos dice también que Dios no se deja encerrar fuera. Él encuentra un espacio, entrando tal vez por el establo; hay hombres que ven su luz y la transmiten".

El Papa comentó después que "en algunas representaciones navideñas de la Baja Edad media y de comienzo de la Edad Moderna, el pesebre se representa como edificio más bien desvencijado. Se puede reconocer todavía su pasado esplendor, pero ahora está deteriorado, sus muros en ruinas; se ha convertido justamente en un establo. Aunque no tiene un fundamento histórico, esta interpretación metafórica expresa sin embargo algo de la verdad que se esconde en el misterio de la Navidad".

En el establo de Belén, la ciudad del rey David, dijo el Santo Padre, "vuelve a comenzar la realeza davídica de un modo nuevo. (...) El nuevo trono desde el cual este David atraerá hacia sí el mundo es la Cruz", y el nuevo palacio "no es como los hombres se imaginan un palacio y el poder real" sino "la comunidad de cuantos se dejan atraer por el amor de Cristo y con Él llegan a ser un solo cuerpo, una humanidad nueva. El poder que proviene de la Cruz, el poder de la bondad que se entrega, ésta es la verdadera realeza".

"Gregorio de Nisa ha desarrollado en sus homilías navideñas la misma temática partiendo del mensaje de Navidad en el Evangelio de Juan: "Y puso su morada entre nosotros", recordó el Papa, aplicando la palabra morada "a nuestro cuerpo, deteriorado y débil; expuesto por todas partes al dolor y al sufrimiento. Y la aplica a todo el cosmos, herido y desfigurado por el pecado. ¿Qué habría dicho si hubiese visto las condiciones en las que hoy se encuentra la tierra a causa del abuso de las fuentes de energía y de su explotación egoísta y sin ningún reparo?".

"Según la visión de Gregorio, el establo del mensaje de Navidad representa la tierra maltratada. Cristo no reconstruye un palacio cualquiera -concluyó Benedicto XVI-. Él vino para volver a dar a la creación, al cosmos, su belleza y su dignidad: esto es lo que comienza con la Navidad y hace saltar de gozo a los ángeles. La tierra queda restablecida precisamente por el hecho de que se abre a Dios, que recibe nuevamente su verdadera luz y, en la sintonía entre voluntad humana y voluntad divina, en la unificación de lo alto con lo bajo, recupera su belleza, su dignidad. Así, pues, Navidad es la fiesta de la creación renovada".

23 de diciembre

La alegría de la Navidad nos empuja a anunciar a Dios

Antes de rezar el Angelus este mediodía junto a los peregrinos congregados en la plaza de San Pedro, el Papa afirmó que en la solemnidad de la Natividad del Señor se celebra "el gran misterio del amor que nunca termina de sorprendernos. Dios se hizo hijo del hombre para que nos convirtiéramos en hijos de Dios".

"La misión evangelizadora de la Iglesia -dijo- es la respuesta al grito "¡Ven, Señor Jesús!", repetida durante el tiempo de Adviento, "que atraviesa toda la historia de la salvación y que sigue alzándose de los labios de los creyentes. "Ven, Señor, a transformar nuestros corazones para que en el mundo se difundan la justicia y la paz".

El Santo Padre señaló que "esto es lo que pretende poner de relieve la Nota doctrinal acerca de algunos aspectos de la evangelización, recientemente publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe. El documento quiere recordar a todos los cristianos, en una situación en la que con frecuencia ya no les queda claro ni siquiera a muchos fieles la razón misma de la evangelización, que "la acogida de la Buena Nueva en la fe empuja de por sí a comunicar la salvación recibida como un don".

"Ser alcanzados por la presencia de Dios, que se hace como uno de nosotros en Navidad, es un don inestimable. (...) No hay nada más hermoso, urgente e importante que volver a dar gratuitamente a los seres humanos lo que hemos recibido gratuitamente de Dios. No hay nada que nos pueda eximir o dispensar de este exigente y fascinante compromiso. La alegría de la Navidad (...), al llenarnos de esperanza -terminó-, nos empuja al mismo tiempo a anunciar a todos la presencia de Dios en medio de nosotros".