Diario Montañés Antonio Fontán, un referente político de la Transición (PDF)
Pocas figuras de la historia reciente de España han suscitado tanta unanimidad como Antonio Fontán Pérez (1923-2010). Su carácter conciliador y el modo en que se desenvolvió en el ámbito universitario, periodístico y político, hicieron de él una figura de consenso, respetada por amplios sectores de opinión.
Fontán fue el primer Presidente del Senado de la España democrática y Ministro de Administración Territorial con Adolfo Suárez. Latinista de formación, fue catedrático en las universidades de Granada, Navarra, Autónoma de Madrid y Complutense. Fundó las revistas La Actualidad Española (1952) y Nuestro Tiempo (1954); ocupó la dirección del diario Madrid desde 1967 hasta su cierre en 1971 por orden gubernativa; y creó Nueva Revista de Política, Cultura y Arte en 1990, tras su jubilación académica. Este libro ahonda en su trayectoria pública a partir de documentación inédita procedente, en su mayor parte, de su archivo personal, en un intento por comprender lo que fueron el franquismo y la transición a la democracia.
Por norma general, el estudio sobre una figura política genera más suspicacias que simpatías. Pero lo cierto es que el caso de Fontán parece la excepción a la regla. Así lo acredita Jaime Cosgaya en esta obra, publicada por la editorial EUNSA. «Buscaba tema para mi tesis doctoral», señala el autor, «y el número especial que Nueva Revista de Política, Cultura y Arte le dedicó en 2003 me empujó a saber más de él y a conocerle personalmente». En el aire estaba la duda de si los homenajes y reconocimientos que recibió, como el título de «Héroe de la Libertad de Prensa», se correspondían con la realidad de su vida.
La respuesta se encuentra en este libro, que ahonda en la trayectoria pública de Fontán en un intento por comprender lo que fueron el franquismo y la transición a la democracia. Para Cosgaya, «la biografía política de Fontán, como cualquier otra del mismo género, es un reflejo de su tiempo. Recorrerla, por tanto, nos sitúa ante la España de la segunda mitad del siglo XX, en toda su complejidad. Y lo hace colocándonos en una posición privilegiada, la de quien ocupó cargos de especial relevancia en un momento especialmente relevante».
En efecto, Fontán fue Presidente del Senado Constituyente y Ministro de Administración Territorial con Adolfo Suárez. Su firma es una de las que refrendan la Constitución y, coincidiendo con su paso por el Gobierno, se aprobaron los Estatutos de Autonomía de Cataluña y el País Vasco. Al ejecutivo llegó por ser uno de los miembros más significados del ala liberal de Unión de Centro Democrático (UCD), sector que encabezó en compañía de Joaquín Garrigues-Walker. Y aunque su estancia en el Consejo de Ministros fue más bien corta, apenas un año, se mantuvo leal al partido centrista hasta su consumación, tras las elecciones generales de 1982. Una de las aportaciones de esta obra es, justamente, el rechazo a las propuestas autonómicas de Fontán. «Él era partidario de ralentizar el proceso», destaca Cosgaya, que en su investigación ha consultado diversos informes oficiales, además del archivo personal del protagonista, que «dio su visto bueno inicial para revisar sus papeles, por incómodos que resultasen».
De esa documentación sobresale, sin duda, la correspondencia. «Más de cuatro mil remitentes y destinatarios distintos». Uno de ellos, don Juan de Borbón, abuelo del actual Felipe VI. Fontán se adentró en los ambientes monárquicos próximos a él en pleno régimen de Franco, haciendo compatible esta adhesión con el trato a su hijo, don Juan Carlos. El libro muestra cómo fue él la persona designada por el conde de Barcelona para confirmar a su vástago en el trono justo antes de ser coronado. Por este y otros motivos, como el de haber sido uno de los coordinadores de su plan de estudios universitarios, el rey emérito le concedió en 2008 el título de Marqués de Guadalcanal, localidad de la sierra norte de Sevilla de la que descendían sus antepasados.
Y junto con los círculos cortesanos, la universidad y el periodismo. Fontán cultivó ambas facetas, en las que se prodigó con éxito. Latinista de formación, fue catedrático en las universidades de Granada, Navarra, Autónoma de Madrid y Complutense. Del estudio de los “clásicos”, que siempre tuvo a mano, dio el salto al mundo de la comunicación. Fundó el semanario gráfico La Actualidad Española en 1952 y, dos años después, la revista mensual Nuestro Tiempo. Alumbró el Instituto de Periodismo de la Universidad de Navarra, germen de la actual Facultad de Comunicación, el primer centro universitario en España dedicado a la enseñanza del periodismo. Asumió la dirección del diario Madrid hasta su cierre por orden gubernativa. Y tras su jubilación académica, en 1990, lanzó Nueva Revista de Política, Cultura y Arte, una revista de pensamiento que nutrió de ideas al refundado Partido Popular de José María Aznar.
Fue el paso por el vespertino, y su abrupto final, con la simbólica voladura de su sede, lo que le granjeó la estima de amplios sectores de opinión. «En este sentido», afirma Cosgaya, «la lucha por la independencia del periódico no fue en vano, sino que demostró con creces su compromiso con la libertad, convirtiéndolo en un referente moral a ambos lados del espectro ideológico». Algo que puede chocar en un católico, el numerario del Opus Dei, para más señas. «Pero esa es una etiqueta», concluye, que «aplicada a Fontán, no añade nada desde el punto de vista político, salvo confundir». El aluvión de obituarios ensalzando su carácter íntegro y conciliador a buena fe que lo prueba.