La propuesta de san Josemaría a los intelectuales

El Colegio Mayor Moncloa, de Madrid, celebró el pasado 30 de septiembre su 80 aniversario. La conferencia del acto académico corrió a cargo de Prof. José Luis González Gullón y trató sobre el concepto de intelectual y la aportación del fundador el Opus Dei en los años treinta del siglo XX.

La propuesta de san Josemaría a los intelectuales | 80 aniversario del Colegio Mayor Moncloa

El Colegio Mayor Moncloa, de Madrid, celebró el pasado 30 de septiembre su 80 aniversario. Centenares de antiguos colegiales, familiares y amigos asistieron a la Misa de acción de gracias celebrada en una parroquia cercana por D. Ignacio Barrera, vicario regional del Opus Dei en España. 

A continuación, tuvo lugar el acto académico en el Espacio Fundación Pablo VI. Presidía el Prof. Julio Banacloche Palao, Vicerrector de ordenación académica y profesorado de la Universidad Complutense de Madrid. Se proyectó el vídeo conmemorativo “Para servir, servir” que había sido realizado por antiguos residentes de Moncloa. 

La conferencia del acto académico corrió a cargo de Prof. José Luis González Gullón, autor del libro Historia del Opus Dei. Bajo el título de “La propuesta de san Josemaría a los intelectuales” hizo un recorrido histórico acerca del concepto de intelectual y la aportación del fundador el Opus Dei en los años treinta del siglo XX, realidad que se materializó en la llamada Residencia DYA (1934-1936) que dio paso en 1943 al actual Colegio Mayor Moncloa.

El Prof. González Gullón recordó que, desde que era un joven sacerdote, a san Josemaría le preocupaba la escasa presencia de cabezas cristianas en la esfera intelectual. Un sacerdote amigo, Fidel Gómez Colomo, rememoraba el día en que dieron un paseo “comentando algún acontecimiento que ahora no recuerdo, y [Josemaría] me habló de la necesidad de hacer apostolado también con los intelectuales, porque, añadía, son como las cumbres con nieve: cuando ésta se deshace, baja el agua que hace fructificar los valles”.

En 1928 san Josemaría recibió el espíritu del Opus Dei, que recuerda que Dios convoca a la mayoría de los cristianos para que se unan a Jesucristo a través de las realidades temporales. El fundador de la Obra entendió que esta doctrina se aplica a todos los estratos sociales. Y, como modo de difusión del mensaje, pensó comenzar a partir de los intelectuales, personas que están en la primera línea de la ciencia y de la cultura, allí donde se forjan las ideas que condicionan los comportamientos humanos y la dirección de la sociedad.

San Josemaría no era partidario de agrupar a los intelectuales bajo el paraguas de una institución católica. Los veía abiertos en abanico, presentes en el lugar adonde le habían conducido las circunstancias profesionales y vitales. Para cada uno, la base de su testimonio cristiano sería “el prestigio científico bien conseguido”. Con sentido de misión, manifestarían en su actividad profesional una identidad cristiana clara y la personal relación con Dios.

La primera actividad del Opus Dei fue una residencia para estudiantes, creada durante la Segunda República española (1931-1936). San Josemaría tuvo contacto con unos 200 estudiantes, licenciados y profesores de la Universidad de Madrid. Uno de ellos, José Antonio Serrano, alumno de Derecho, recordaba que el fundador le decía que “Dios estaba entre los universitarios, estaba en la Universidad, y que nos pedía la colaboración, la ayuda de los que estudiábamos para, una vez conseguidas nuestras carreras, dedicar todo nuestro conocimiento, nuestra cultura, nuestra formación a influir en una sociedad descreída”.

A un obispo amigo suyo, el fundador le explicó de este modo la actividad que desarrollaba en la Residencia DYA: “El apostolado, de tono profesional, que desarrollan [los jóvenes] es verdaderamente eficaz. Más eficaz, si tenemos en cuenta que trabajan con los mejores alumnos de todas las Facultades y Escuelas Especiales, y de todos los Colegios universitarios y Residencias. Y esto, sin sacarlos de su sitio, sin ninguna asociación estudiantil, sin capillitas: influyendo, como sal y luz de Cristo, en la conducta y en la inteligencia de los mejores y, por tanto, en la vida de todos”.

El Opus Dei no nacía como reacción ante una determinada crisis cultural, una ideología política o una institución académica. Tampoco ofrecía una solución cultural nueva o una alternativa católica. El Opus Dei tenía un origen carismático que marcaba su identidad. Y, para el caso de los intelectuales, consistía en vivir el trabajo como un modo de unión con Jesucristo y de servicio a los demás, con el deseo de influir en la sociedad para que Cristo reine en el corazón de cada persona.