… por fin llegó el esperado encuentro con las familias. Eran las 11:45 de la mañana y el Movistar Arena ya contaba con más de 8 mil personas, entre grupos de jóvenes, padres con sus niños, abuelos, sacerdotes y amigos del Opus Dei, tanto de Santiago como de distintas regiones de Chile. También había de varios países de Latinoamérica: muchos de ellos residen en nuestro país y otros vinieron especialmente para escuchar lo que el prelado quería decir a las familias, como un grupo de estudiantes y profesionales de la vecina Argentina.
Magdalena Cárcamo, viñamarina, casada y madre de 5 hijos, y Domingo Guzmán estudiante de Ingeniería Comercial, facilitaron que el numeroso público asistente hiciera preguntas al Padre y explicaron cómo este encuentro se daba en el contexto de los 50 años del viaje pastoral de San Josemaría a Chile y con una réplica de la Virgen del Santuario de Lo Vásquez presidiéndolo.
Viejo como el Evangelio y como el Evangelio nuevo, sus aterrizados consejos estuvieron cargados de esperanza, en una jornada donde la invitada estrella fue la Purísima de Lo Vásquez
Justo al medio día comenzó el encuentro con el rezo del Ángelus ante la Santísima Virgen de Lo Vásquez –la “Purísima”– que presidía desde el estrado esta reunión del Padre con familias. Luego, en una breve pero penetrante introducción, el Padre recordó algunos aspectos centrales del mensaje de San Josemaría.
Aseguró que el fundador del Opus Dei es una figura vigente y que está muy cerca de nosotros. “San Josemaría está muy cerca, en el Cielo, en la presencia de Dios. Por eso es bueno que acudamos a él”. También recordó la centralidad de la oración y de la Eucaristía, de la Misa como centro y raíz de nuestra vida, como evidencia del amor y entrega de Cristo por cada uno de nosotros.
Otro punto que distinguió fue la necesidad de que la vida espiritual se palpe en la cotidianeidad: “vivir todo esto en la vida ordinaria, en el trabajo, en la familia. Sin salirnos de nuestro sitio, cada uno en el lugar en que Dios le ha puesto en el mundo. Dando valor a la vida que tenemos en las manos, a la vida que a veces nos puede parecer sin importancia o monótona. Pero si queremos, podemos darle un valor inmenso, un valor sobrenatural, un valor divino”.
Rosario: El valor de repetir
La apertura y cierre del encuentro estuvieron centrados en la Virgen. ¿Padre, nos puede hablar del trato que tenía san Josemaría con la Virgen para aprender de él?, preguntó Cristina Balart, quien junto a su familia y varias amigas colaboraron con el padre César Flores, vicerrector del Santuario de Lo Vásquez, en la peregrinación de la “Purísima” por distintas obras apostólicas del Opus Dei en Chile.
El Padre le respondió que era un trato filial, con una confianza grande, que surgía también del amor, del cariño. “Era un cariño que se manifestaba en la vida ordinaria de formas concretas. Por ejemplo, con el rezo del Rosario, el cual puede parecer en ocasiones una cosa monótona y repetitiva. Pero cuando se pone interés y cariño, esa repetición parece insuficiente”, afirmó.
Y agregó: “A una persona que se la quiere, no importa cuantas veces uno le diga ‘te quiero mucho’, porque la repetición no es simplemente volver a lo de antes, sino que es darle nueva fuerza a lo que se está diciendo”.
Además, en palabras del Padre, “todo lo que Nuestra Madre le pide al Señor, Él se lo concede”. Dijo que san Josemaría acudía a la Virgen con gran seguridad y con muchos detalles. “Cosas muy sencillas, pero que son expresión de algo muy grande: el amor”.
Por los hijos, rezar
La familia y los hijos fueron el tema principal del encuentro. Gustavo Johnson, de Huechuraba, mencionó que, junto a su señora, intentan vivir la fe en familia y así ir transmitiéndosela a los hijos, porque saben que es el mayor tesoro que tienen. Pidieron consejo para los padres y abuelos presentes sobre qué hacer para que los hijos se convenzan de que se es mucho más feliz cuando se vive cerca de Jesús.
El Padre instó a los padres de familia a no desanimarse por las dificultades que puedan presentarse, sino a acudir siempre a la oración. “Y pedirle al Señor que nos aumente la fe. La oración no se pierde nunca”, señaló.
Comentó la importancia de que los hijos vean la felicidad que implica estar cerca de Dios, sin hacer nada extraño y con naturalidad. “Que os vean contentos, precisamente por lo que os queréis y por lo que queréis a Dios. Que ellos vivan las manifestaciones normales de una vida cristiana en familia”, señaló. Un tercer consejo fue fomentar la amistad con los hijos: Hacerse amigos, es transmitir lo que se lleva adentro con la proporción a las edades diversas. Pero que no sea nunca un trato de superior a inferior (manteniendo lógicamente la autoridad materna y paterna) y todo unido por un cariño que se manifieste en la comunicación, en verdadero interés por las cosas más ordinarias y más pequeñas, más comunes de los hijos.
El cansancio de una madre y un padre que trabajan y consejos a la hora de formar una familia en un mundo que prioriza el desarrollo profesional fue otro de los temas planteados. Esta vez en voz de Pablo Infante y Josefina Granese, quienes asistieron al encuentro con su ‘guagua’, Carmencita.
El Padre habló sobre cómo la dedicación a la familia es un valor principal para la persona. “La profesión exterior es necesaria y buena, a veces para uno, otras para los dos miembros de la familia. Pero que el trabajo no elimine, ni siquiera debilite la vida de familia”. Es consciente de que en la actualidad los trabajos son muy exigentes y hay situaciones que son difíciles de evitar. “Pero sea cual sea la situación, señaló, todo el empeño que sea por crear y mantener el ambiente de familia es algo primordial para el desarrollo de la persona”.
Durante el encuentro se pudo palpar la sintonía del prelado con los temas que aquejan a las familias contemporáneas. María Cecilia del Campo, quien asistió al encuentro junto a su marido, señaló que el mensaje del padre fue muy esperanzador y lleno de luces tanto para los abuelos como para todos los que están intentando educar en los principios cristianos.
Lo que más sana es que las personas se sientan queridas
La pregunta de Anita Demarchi, médico argentina paliativista, que atiende enfermos terminales en un hospital al sur de Santiago, hizo referencia al dolor: cómo acompañar a las personas en el sufrimiento y la enfermedad. Mons. Ocáriz señaló que lo fundamental es rezar por esas personas, pedirle a Dios que ellas puedan amar el dolor y entender que el sufrimiento tiene sentido si se une a la Cruz de Cristo. Dijo que cuando ayudamos a otras personas, ayudamos a Jesucristo, porque Jesús está en esas personas.
Ya a pocos minutos de terminar, Humberto Crestuzzo preguntó al Padre sobre cómo apoyar a las familias con dificultades. “Lo primero –dijo el Padre– es rezar por ellas, luego escuchar, acoger y comprender. Lo que más sana es que las personas se sientan queridas”.
Cerró el encuentro el coro del Colegio Almendral que, junto a la orquesta del Colegio Nocedal, cantó el himno a la “Purísima”. Lo que había empezado con Ella, terminaba también junto a María Santísima. Subieron también al estrado los sacerdotes custodios de esta imagen del Santuario de Lo Vásquez, la que seguiría su peregrinación por algunas obras apostólicas que se han impulsado en Chile, por inspiración del mensaje de san Josemaría.
Un feliz desvío
Ricardo Silva junto a su señora Millaray Retamal es un matrimonio que participa en el Centro de Familia de la Fundación Nocedal. Recordaron al Padre que en el verano él animó a los chilenos a ir en ayuda de quienes lo perdieron todo en los incendios de Viña del Mar y cómo junto a otras familias hicieron una campaña para llevar utensilios de cocina a 60 familias afectadas. (Ver video)
En lugar de hacerle una pregunta, le dijeron que cuando el Padre diera a todos su bendición, ambos iban a levantar la imagen de la Sagrada Familia que quieren poner en una gruta construida por las familias que participan en los programas del Centro de Familia. Le explicaron que había sido hecha con piedras recogidas del lecho del río y que querían su bendición para que esa imagen los acompañe en esta iniciativa en la que participan tantas familias de La Pintana y de Puente Alto.
Alentados por la alegría del Padre al escuchar esta historia, lo invitaron a desviarse un poco del camino cuando fuera a conocer los colegios PuenteMaipo y Trigales, de la Fundación Nocedal.
– No sabía que iría, les dijo el Padre, sonriendo y sorprendido.
Al día siguiente, el padre no solo fue a esos colegios en Puente Alto, sino que pudo detenerse en aquella gruta y la bendijo.