Con música de fondo del grupo argentino Bacilos y del cantante Morat, mientras se mostraban en grandes pantallas los viajes pastorales del prelado del Opus Dei donde va a visitar a sus hijos por el mundo, más de 350 jóvenes de san Rafael esperaban emocionadas que el Padre entrara por la puerta del auditorio de la Universidad de los Andes. Lo recibieron con un gran aplauso cariñoso y rápidamente las dos presentadoras le dieron la palabra.
Sin rodeos, les recordó que formarse “no consiste solo y ni siquiera principalmente en adquirir conocimientos, aprender cosas, aunque también es esto (…) pero lo más importante de esa labor es conocer más a Jesucristo; es así como todos tenemos que enfocar la vida espiritual, que no es una carrera para adquirir virtudes, para ser mejores nosotros, que también es eso, pero lo principal es conocer más y querer más a Jesucristo. Esto es importantísimo para la vida, para la perseverancia”. Y cuando aparecen las dificultades -explicó- es el momento de la fe: creo, aunque no entienda, porque la fuerza de la fe es la que nos da la capacidad de esperar y de amar.
Y se abrió el diálogo: Josefina Salinas, estudiante de Ingeniería Comercial en la Universidad de los Andes, se lanzó con la primera pregunta. Contó cómo el haber conocido el trabajo de la administración en la casa de retiros de Antullanca había sido un camino para descubrir la luz de la fe y el amor en el servicio cotidiano, por lo que quería que el Padre le explicara por qué se decía que la administración era la columna vertebral del Opus Dei. La administración, le respondió el Padre, es la que sostiene el ambiente y la realidad de familia en la Obra, es una verdadera columna que evita que se derrumben cosas muy importantes.
Con un video que nos hizo viajar al pasado se introdujo a María Jesús Johnson, estudiante de medicina y bisnieta de Inés Llona, a la que todas pudimos ver cómo hace 50 años le preguntó a san Josemaría en Chile de qué manera podríamos vivir mejor la filiación divina. Medio siglo después, su bisnieta repetía la pregunta y el Padre le respondía usando como ejemplo el collar que su bisabuela lucía en la pantalla: la filiación divina, dijo el Padre, es el hilo conductor del collar, en el que se van engarzando todas las virtudes como si fueran perlas. Le aconsejó que cuando se encontrara una dificultad nos dirigiéramos a Dios padre, le llamáramos “Padre mío” y recordáramos siempre que somos hijas de Dios.
Josefina Munita, estudiante de Psicología fue la encargada de –además de contarle al Padre su iniciativa pro vida– entregarle el primer regalo: un burrito que representaba 1.000 horas de estudio. El Padre divertido comentó que los burros no estudian, pero sí trabajan y mucho. A continuación, Colomba, que vive en una residencia de estudio y trabajo, interpretó al piano “Alfonsina y el mar”.
El tema de la vocación lo propuso Josefina Ochoa, de Viña del Mar, al preguntarle cómo se puede distinguir la voz de Dios, si nos llama, y cómo atreverse a seguir ese llamado. El Padre le respondió que de ordinario Dios no era muy claro porque respetaba nuestra libertad, por lo que había que pedir luz a través de la oración y también pedir consejo; y “si la duda sigue –comentó– siempre hay que lanzarse un poco”.
Sofía le comentó al Padre que ella también titubeaba, pero en otro aspecto: en ocasiones no sabía cómo moverse en el mundo de las fiestas sin dejarse arrastrar hacia lo que no le gustaba. El Padre le recomendó no encerrarse –no es fácil, dijo– sino que buscar un equilibrio con prudencia humana, para evaluar las circunstancias, pidiéndole luces al Señor en la oración y buscando consejo.
La iniciativa solidaria Aclara que se esfuerza por acompañar a ancianos en residencias y hospitales públicos fue explicada por su fundadora, Isabel Alliende que, además le preguntó al Padre qué era lo que él soñaba para todas. “Sueño que seáis felices en vuestra vida, que tengáis una vida feliz, enamorada, sobre todo con amor de Dios”. Hay que atreverse a soñar el bien -sugirió- la felicidad y soñar a lo grande.
Ángeles Johnson de 14 años y que vive en san Fernando relató que a ella se le hacía muy difícil asistir a los medios de formación y los echaba mucho de menos; el Padre rápidamente le dijo que ella nunca estaba sola y que quien nos formaba era el Señor.
Emocionante hasta sacar lágrimas entre los asistentes fue el testimonio de fortaleza y fe de Catalina Álvarez, de 16 años, que contó cómo había profundizado su relación con Dios tras la inesperada muerte de su padre; quería saber, además, cómo aprovechar las cruces para acercarse más a Dios y para vivirlas con él. Con mucho cariño el Padre le explicó que la fe es no entender totalmente lo que se vive, pero que sí podemos ver allí el amor de Dios. ¿Es posible ser feliz sufriendo?, se preguntó el Padre: sí, pero solo con la cruz de Cristo, con su fuerza, con su gracia.
Ya casi terminando el encuentro, Nati Martínez, una de las presentadoras que es diseñadora y zapatera, le entregó al Padre un regalo muy original: un par de zapatillas artesanales, hechas a medida en el taller de Nati, y con la particularidad de tener bordado en cada lengüeta el nombre Fernando Ocáriz.
Para finalizar, un coro de jóvenes vestidas de chinas le cantó una canción a la Virgen del Carmen y un inmenso grupo de participantes en el encuentro se tomó una preciosa foto con el Padre.