Yo, ¿qué puedo hacer?

“A nada de distancia tienes gente sufriendo y las noticias hablan de la guerra; pero no te lo crees realmente hasta que empiezas a escuchar hablar en ucraniano por las calles y a ver a muchas mujeres con niños y una maleta”. Caro Cruz, chilena que vive en Eslovaquia, país que limita con Ucrania.

Una de las actividades realizadas con niños ucranianos fue pintura para vidrios, que pegaban luego en una taza (para tener una propia). Los colores más usados fueron el azul y amarillo; muchos dibujaban su bandera.

Caro Cruz es quien cuenta cómo están viviendo en la residencia universitaria Ister en Bratislava (Eslovaquia) la situación de guerra que afecta a Ucrania, país con el que comparten frontera y por la que ya han pasado más de 200.000 refugiados.

La guerra en la frontera

“La situación que vivimos hace que enseguida uno piense: y yo, ¿qué puedo hacer? Al principio quisimos ir a ayudar a la frontera, pero al ver que la gente llegaba a Bratislava, se nos ocurrió empezar algo aquí. Justo en ese momento nos llamaron de ASU, una organización que acogía a inmigrantes, para preguntarnos a cuántas personas podríamos alojar en Ister, la residencia universitaria en la que vivo. Fue así como empezamos a recibir a mujeres y niños, tanto a los que vienen de paso, como a quienes se quedan por más tiempo.

Fue muy bonito ver la generosidad de la gente. Enseguida nos empezaron a llamar para ofrecer camas de niños, comida, dinero, etc. Las que participan en actividades de formación en la residencia hicieron letreros de bienvenida y se ofrecieron para mostrar la ciudad a quienes llegaban. A Betka, que colabora en el club de niñas, le ilusiona poder contar con la asistencia de niñas ucranianas.

A la izquierda, letrero de bienvenida en ucraniano. A la derecha, actividades con niños ucranianos de familias que han llegado a Eslovaquia.

También contactamos con un lugar donde hay más de 300 refugiados y nos ofrecimos para ir a hacer actividades con los niños. Fuimos con un grupo de chicas y llevamos materiales de manualidades. Fue súper emocionante. Los niños estaban encantados y sus mamás muy agradecidas. Entre otras cosas, quisieron escribir cartas para sus papás, que están en la guerra.

Actividades realizadas por un centro de san Rafael, para los niños en "Družba" donde hay muchas mujeres ucranianas con sus hijos.

Todo esto supone esfuerzo, mucha flexibilidad, cambios de planes, pero vale la pena poder aliviar un poco el sufrimiento de toda esta gente.

La ayuda económica… siempre es bienvenida. No solo para la residencia, sino que, en la medida en que podemos, con el dinero que recibimos compramos comida y artículos de uso personal para entregar en sitios donde hay muchos ucranianos viviendo, pero no cuentan con los medios para darles de comer.

Para rezar por la paz hemos organizado velas al Santísimo –ratos de oración junto a Jesús sacramentado­– a las que hemos invitado a las familias y amigos de la gente que conocemos.

Una chilena en Eslovaquia

El año 2009 me preguntaron si me gustaría apoyar la labor de la Obra en este país. Aunque ya se había empezado hacía unos años (1996), faltaban manos. Si bien me asustaba el idioma, pensé: vamos a intentarlo. Me lancé y aquí sigo, muy contenta.

El reto más grande era la comunicación. Llegas y no entiendes absolutamente nada. No hay una palabra parecida a las que conoces. Ves caras alrededor y no tienes posibilidad de hablar con ellas. El inglés, que había aprendido en el colegio, en algunos casos ayuda, pero no todos lo hablan.

Después de meses de intenso estudio, logré decir algunas frases. Recuerdo que a los diez meses me animaron a dar una clase a universitarias. Me pasé ­cinco horas –por reloj– preparándola. Luego una eslovaca me la corrigió y me devolvió mis apuntes donde todo era rojo, porque estaban llenos de correcciones. Pero, gracias a Dios, los eslovacos valoran el esfuerzo de querer aprender su idioma –lo hablan sólo 5 millones de personas en todo el mundo– y muchas veces es el inicio de una amistad.

De izquierda a derecha, Bea, Alina, Caro y Bego en Bratislava.

El Opus Dei eres y lo haces tú… No hay más

En Eslovaquia sólo tenemos un centro: somos siete numerarias, dos agregadas y unas cuantas supernumerarias. Hacemos lo que podemos. Cada una a través de su trabajo profesional intenta difundir el mensaje de la Obra. Para la gran mayoría de los eslovacos, es algo totalmente desconocido.

Cada una lo transmite a través de su trabajo profesional. Una es profesora universitaria, otra es investigadora en la Academia de las Ciencias y otra es jueza. Entre las que vivimos en Ister, también hay una que enseña alemán en un colegio, otra que trabaja en un ministerio y otra que da cursos de inteligencia emocional. Es bonito ver que realmente el Opus Dei eres y lo haces tú… No hay más.

Las supernumerarias, por su parte, tratan de replicar experiencias que han dado resultado en otros países. Trabajan con mucha ilusión, por lo que significan esas actividades para la sociedad o por el alcance apostólico que tienen. Al ver ejemplos de guarderías, colegios, centros de cuidados paliativos, etc. investigan más de estas iniciativas, buscan medios, piden ayuda, y se lanzan. Fue así como nació la guardería “Pramienok”, el colegio “Libellus”, un centro de cuidados paliativos y la iniciativa “veranos diferentes” en los que participan muchas familias durante las vacaciones.

Fallan las tuberías, pero no las amigas

Ister es una residencia para estudiantes universitarias. Vienen de ciudades y pueblos de toda Eslovaquia y, por lo general, no conocen nada o casi nada del Opus Dei. Algunas son católicas, otras no. A través de los años da alegría ver como algunas siguen en contacto y recuerdan con muchísimo cariño sus años en la residencia y te dicen que el tiempo pasado en Ister fue el mejor de su vida.

Hace dos años empezaron a fallar las tuberías de la casa. Habíamos hecho arreglos puntuales, pero llegó el momento de renovarlo todo porque nos empezaron a explotar algunas tuberías y ya los parches no servían. Por eso decidimos cerrar el centro y nos trasladamos a un departamento. Era un gasto enorme, porque había que romper todo y rehacer. Hubo gente muy generosa que nos ayudó a costear los arreglos. No puedo dejar de mencionar a mis amigas del Colegio Los Andes, en Chile. Al contarles la situación de Ister, organizaron enseguida un bingo. 

Fue una gran oportunidad para darles a conocer lo que hago aquí, en Eslovaquia, y compartir con ellas. El bingo fue on line, porque estábamos en plena pandemia, y ese día me uní a ellas: después de todo lo que trabajaron, tenía que estar presente, aunque supusiera madrugar para conectarme, porque aquí en Bratislava eran las 4 AM. Fue muy emocionante. Hubo un montón de premios y, sobre todo, muchísimo cariño. Aunque varias no conocen tanto el espíritu del Opus Dei, me decían: “Caro, las amigas están para la que lo necesite y ahora te toca a ti”.

En medio de la pandemia, compañeras del colegio de Caro en Chile levantaron fondos para colaborar con Ister a través de un bingo on line.

Con la colaboración y oración de muchas

Todavía estamos haciendo algunos arreglos grandes, pero ya podemos vivir en el centro. Como en todas partes, nos faltan manos. Pero eso, más que un problema, es una oportunidad para contar más con la gente que viene a Ister. Siendo sólo siete las que vivimos ahí, es evidente que no podemos llegar a todo, así que todas ayudan: unas, organizando actividades y otras, con ayuda económica; muchas hacen traducciones de libros espirituales al eslovaco o de textos para la página web de la Obra en idioma eslovaco. También varias nos han echado una mano con las limpiezas extras –después de la reconstrucción, por ejemplo–, con arreglos en la casa y un largo etcétera que permite que participen muchas personas.

A la espera del Papa Francisco cerca de la Nunciatura (2021), dándole la bienvenida con banderas eslovacas.

Cuando el Papa Francisco vino a Eslovaquia, en septiembre de 2021, fuimos a recibirlo a la Nunciatura con niñas que vienen a formarse al centro Ister. El día de la Misa, arrendamos un bus y salimos a las tres de la mañana. Había un ambiente de piedad impresionante. La espera en preparación a la Misa con el Papa incluía el rezo del Vía Crucis y del Rosario, ratos de oración, etc. El recogimiento era ejemplar.

Imagen compuesta por 500 piezas: cada una equivale a una hora de estudio ofrecida por el Papa Francisco.

Para agradecer al Papa el esfuerzo de su viaje, en Ister se realizó la iniciativa “500 horas de estudio por el Papa”. La idea era que las niñas vinieran a estudiar al centro y por cada hora de estudio, ofrecida por las intenciones del Papa, pegaran una de las 500 piezas de una imagen del Papa. Queremos regalarle esa imagen cuando lleguemos a la meta.