Evangelio del miércoles: el camino de las bienaventuranzas

Comentario al Evangelio del miércoles de la 23.ª semana del tiempo ordinario. «Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, comenzó a decir: “Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios”». En las Bienaventuranzas, Jesús quiere que acojamos un estilo de vida que se centre en lo importante: la presencia de Cristo en cada uno. Esto es lo que nos hará realmente felices en la tierra y en el cielo.

Evangelio (Lc 6, 20-26)

Y él, alzando los ojos hacia sus discípulos, comenzó a decir:

­­– Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

» Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

» Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

» Bienaventurados cuando los hombres os odien, cuando os expulsen os injurien y proscriban vuestro nombre como maldito, por causa del Hijo del Hombre. Alegraos en aquel día y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo; pues de este modo se comportaban sus padres con los profetas.

» Pero ¡ay de vosotros ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo!

» ¡Ay de vosotros los que ahora estáis hartos, porque tendréis hambre!

» ¡Ay de vosotros los que ahora reís, porque gemiréis y lloraréis!

» ¡Ay cuando los hombres hablen bien de vosotros, pues de este modo se comportaban sus padres con los falsos profetas!


Comentario al Evangelio

El conocido pasaje de las bienaventuranzas que nos relata San Lucas comienza diciéndonos que Jesús “alzando los ojos hacia sus discípulos comenzó a decirles”. El Señor que nos mira y nos habla y nos muestra que existe una felicidad superior a la que quizá teníamos pensada. Nos enseña que estamos llamados a una felicidad muchísimo más alta y profunda y grande; una felicidad que no pueda ser amenazada por el dolor, la contrariedad y el sufrimiento.

Ciertamente estas palabras del Señor pueden ser desconcertantes, pero, a su vez, nos dan mucha luz sobre lo que significa ser discípulo de Cristo. El Papa Francisco nos dice que las bienaventuranzas son “el carné de identidad del cristiano”[1].

Son el camino para seguir a Cristo, para identificarnos con Él por medio del amor. En nuestro seguimiento del Señor en medio del mundo, en medio del trabajo ordinario, viviremos ese encuentro con el Señor en la pobreza y el hambre, el llanto y la persecución.

La pobreza y el hambre de no disponer de medios materiales ni de trabajo; el dolor y el llanto ante acontecimientos que rompen el corazón; o la incomprensión e incluso la persecución por seguir al Señor. Son realidades que están presentes en la vida corriente de todos los cristianos.

Al tener que vivirlas nos puede servir recordar, como lo hace el Señor en este evangelio, que la última palabra siempre es divina, no humana. Los pobres y los hambrientos serán saciados; los que lloran serán consolados, los que son perseguidos tendrán una recompensa grande en el cielo.


[1] Papa Francisco, Misas Matutinas en la Capilla de la Domus Sanctae Marthae, lunes 9 de junio de 2014. L´Osservatore Romano, ed sem. en lengua española, n. 24, viernes 13 de junio 2014.

Sebastián Puyal // Photo: behnam jaafarianpoor - Unsplash