Homilía del Papa Francisco en la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo

Como cada Jueves Santo, el Papa ha repetido el simbólico gesto de Jesús a los apóstoles. Y recordó, que casi al mismo tiempo, Judas estaba vendiendo a Jesús por 30 monedas.

Los gestos hablan más que las imágenes y que las palabras. Los gestos...hay, en esta Palabra de Dios que hemos leído, dos gestos: Jesús que sirve, que lava los pies...Él, que era el ‘jefe’, lava los pies de los demás, a los suyos, a los más pequeños. Un gesto. El segundo gesto: Judas que va donde los enemigos de Jesús, donde aquellos que no quieren la paz con Jesús, a tomar el dinero con el que lo traicionó, las 30 monedas. Dos gestos.

También hoy, aquí, hay dos gestos: esto, todos nosotros, juntos: musulmanes, hindúes, católicos, coptos, evangélicos, pero hermanos, hijos del mismo Dios que queremos vivir en paz, integrados. Un gesto. Tres días atrás, un gesto de guerra, de destrucción en una ciudad de Europa, de gente que no quiere vivir en paz. Pero detrás de aquel gesto, como detrás de Judas, habían otros.

Detrás de Judas estaban aquellos que dieron el dinero para que Jesús fuese entregado. Detrás de ‘aquel’ gesto, están los fabricantes, los traficantes de armas que quieren la sangre, no la paz; que quieren la guerra, no la fraternidad.

Dos gestos, lo mismo: Jesús lava los pies, Judas vende a Jesús por dinero. Ustedes, nosotros, todos juntos, diversas religiones, diversas culturas, pero hijos del mismo Padre, hermanos. Y allá, pobrecitos aquellos, que compran las armas para destruir la fraternidad.

Hoy, en este momento, cuando haga el mismo gesto de Jesús de lavar los pies a ustedes doce, todos estamos haciendo el gesto de la fraternidad y todos decimos: ‘Somos diversos, somos diferentes, tenemos diferentes culturas y religiones, pero somos hermanos y queremos vivir en paz’. Y este es el gesto que hago con ustedes.

Cada uno de nosotros tiene una historia encima, cada uno de ustedes tiene una historia encima. Tantas cruces, tantos dolores, pero también tiene un corazón abierto que quiere la fraternidad. Cada uno, en su propia lengua religiosa, rece al Señor para que esta fraternidad se contagie en el mundo, para que no haya las 30 monedas para matar al hermano, para que siempre haya la fraternidad y la bondad. Así sea.

Libreria Editrice Vaticana / Rome Reports