Una lumbrera que ilumina a 1400 niños y niñas

Compartimos algunas reflexiones que hace el padre Carlos Núñez, Vicario de la Delegación de Monterrey (México) con ocasión de los 70 años de la Ciudad de los Niños, una iniciativa regiomontana que con su trabajo de educación y formación ha hecho felices a muchas familias.

La Ciudad de los Niños como la conocemos hoy, con una sede en Guadalupe y otra en Topo Chico, es fruto del esfuerzo de tantísimas personas que desde diversas perspectivas han sido la cara de la institución a lo largo de siete décadas, generado un vínculo de afecto con la sociedad de la Ciudad de Monterrey (México).

Su fundador, el padre Carlos Álvarez Ortiz, fue quien hace más de 70 años expuso al arzobispo de entonces, Mons. Tritschler, su deseo de crear una institución de beneficencia para ayudar a los niños de la calle. Ambos viajaron hasta Roma para expresarle al Papa Pío XII el proyecto; en aquella ocasión el sumo pontífice dirigió al padre Álvarez las siguientes palabras: “el ministerio sacerdotal que escogiste es el mejor surco para sembrar, ya que tiene el mejor terreno, que es el de los niños”.

Según testimonios de aquellos tiempos, en el año de 1951 el padre Álvarez promovía el proyecto “Ciudad de los Niños” en estaciones de radio, entre líderes empresariales y hasta con la comunidad mexicana radicada en algunas poblaciones del sur de Texas, obteniendo buena respuesta para la consecución de recursos. Así comenzó la construcción de la Ciudad de los Niños en un terreno ubicado a las faldas del Cerro de la Silla, donado por la familia Sada Gómez.

En 1987, la Prelatura del Opus Dei se sumó a esta labor ofreciendo orientación doctrinal y una ayuda espiritual para las comunidades educativas y de las personas que acudían al Templo Padre Nuestro. Con el paso de los años se vió la necesidad de crear una escuela para familias de escasos recursos de la zona.

Citando al Papa Francisco: “Es un hecho inquietante constatar actualmente un mundo lacerado por guerras y violencia, o herido por un difuso individualismo que divide a los seres humanos y los enfrenta unos contra otros en pos del propio bienestar, y por eso hacen falta en el mundo, de manera acuciante, testimonios de comunión fraterna que se vuelvan atractivos y resplandecientes” (cfr. Evangelii gaudium, 99).

Una “inyección” de optimismo y de alegría al ayudar a miles de niños y jóvenes y a sus familias a través de la educación y formación integral en valores espirituales.

En el marco de la celebración de los 70 años de la Ciudad de los Niños en Monterrey, se aprecia ésta gran labor como un testimonio de comunión fraterna. Una “inyección” de optimismo y de alegría al ayudar a miles de niños y jóvenes y a sus familias a través de la educación y formación integral en valores espirituales. Actualmente la Ciudad de los Niños beneficia a más de 1400 estudiantes, niños y niñas, procedentes de aproximadamente 1000 familias.

Hace muchos años, con gran sabiduría, San Pablo escribió “No te dejes vencer por el mal, antes bien vence al mal con el bien” (Rm 12,21). Y también: “¡No nos cansemos de hacer el bien!” (Ga 6,9). Muchos, si no es que todos, algunas veces experimentamos la tentación de desanimarnos por tantas malas noticias que nos circundan; los numerosos hechos negativos que hacen noticia, pueden darnos la sensación de que estamos rodeados de tinieblas; pero es un engaño, en realidad no es así. La luz es más fuerte que las tinieblas y el bien es más poderoso que el mal.

Necesitamos que brille la luz de la generosidad de tantas personas, porque así se enciende la esperanza que nos anima a todos a perseverar en las acciones correctas, aunque sean arduas, que casi siempre lo son. La Ciudad de los Niños es una de las tantas obras buenas que se realizan en favor de la sociedad en Nuevo León, contribuyendo directamente a una mayor igualdad social, a superar la falta de educación en la población, a elevar los bajos niveles de vida en amplios sectores de nuestra ciudad y, muy importante, a ayudar a la integración de las familias.

¡Felicidades Ciudad de los Niños!