Una familia, cuatro fotografías y muchos otros milagros

Ángeles Sánchez es doctora por el Politécnico Nacional de México, estudió medicina y además de tener su propio consultorio en Ixtapaluca, Estado de México; viaja de tres a cuatro veces por semana durante casi dos horas para atender en una clínica para la diabetes.

La aventura de Ángeles comenzó en 1994 cuando contrajo matrimonio con Fernando, un hombre dedicado y trabajador. No mucho tiempo después nacerían sus primeros hijos Fernanda y Ángel.

“La historia de mi conversión es a partir de que Ángel mi segundo hijo fue internado en el hospital por una cerebelitis, es decir una inflamación muy aguda del cerebro y con peligro de muerte. Desde entonces me reencontré con mi fe, con la Virgen, con Dios“.

En el 2000 Ángeles y su familia conocieron el colegio Meyalli, ubicado en el Valle de Chalco, Estado de México, y aunque al principio todo iba bien un día Fernando, su marido, comenzó a perder fuerza en su cuerpo y en ocasiones hasta el conocimiento, por lo que cuenta, fue una época muy difícil: “Cuando inscribí a mi hija al Meyalli conocí por primera vez la filosofía de san Josemaría y el Opus Dei. Estos fueron tiempos complicados; pasábamos mucho en el hospital porque los doctores no lograban dar con el padecimiento de Fernando, tomaba medicinas, terapias, hasta hubo quien lo tildó de loco, pero nosotros no nos dábamos por vencidos. No fue sino hasta que un día estando en el trabajo Fernando se desvaneció, su jefe me habló y me pidió que mantuviera la calma pero que debería ir al hospital, él estaba entrando en coma.” Fue hasta entonces que un endocrinólogo pudo dar con su padecimiento, tenía nodos en la tiroides y esto lo llevó a una cirugía. Después de esto su salud mejoró y hasta la fecha no ha tenido recaídas.

Ángeles y su marido Fernando

“Yo no lo sabía, pero este suceso fue el inicio de nuestras visitas a los hospitales” en 2001 Ángeles comenzó a sentir un fuerte dolor que la llevó a quirófano. “A falta de un especialista en ginecología, me operó un valiente cirujano, sin embargo al quitar los quistes que me causaban el dolor me lastimó las trompas de Falopio. Mi ginecóloga me diría después que por este error me iba a ser imposible volver a concebir.” En 2002 Ángeles tuvo la oportunidad de acudir a la canonización de san Josemaría en Roma “el ambiente era indescriptible, había euforia, emoción y fiesta, pero al mismo tiempo había piedad, recogimiento y fe.”

“No lo podía creer al principio; la noticia me cayó como balde de agua fría, la doctora me mandó a hacer un ultrasonido para ver dónde estaba colocado el bebé.(...)"

En 2003 Ángeles recibió una noticia que le cambiaría la vida “yo estaba programada para ya no tener hijos, no porque no quisiera sino porque no iba a poder, pero un diciembre después de un retraso en mi período me hice una prueba de embarazo y para mi sorpresa salió positiva. Grité y lloré de la emoción. Después de decirle a mi marido le hablé a la ginecóloga para demostrarle que todo era posible.” La doctora de manera seria le dijo que no debía emocionarse pues por su condición el bebé podría estar colocado por fuera del útero. “No lo podía creer al principio; la noticia me cayó como balde de agua fría, la doctora me mandó a hacer un ultrasonido para ver dónde estaba colocado el bebé. Esos días estuve pidiéndole a san Josemaría que por favor salvara a mi bebé, que intercediera por nosotros. La noche antes del ultrasonido tuve un sueño, que hasta la fecha recuerdo perfectamente, estábamos en una tertulia con san Josemaría, él estaba en un podio y se bajaba, me abrazaba y me decía que todo estaría bien. Me desperté esa noche llorando y al contarle a mi marido me dijo que confiáramos en Dios. “ Ángeles se realizó el estudio y para sorpresa de todos el bebé apareció dentro del útero, lo que significaba que podría llevarse a cabo ese embarazo. En agosto de 2004 nació Josemaría, su tercer hijo.

"La noche antes del ultrasonido tuve un sueño, que hasta la fecha recuerdo perfectamente, estábamos en una tertulia con san Josemaría, él estaba en un podio y se bajaba, me abrazaba y me decía que todo estaría bien."

Tres años después nació Natalia, su cuarta hija “en ese momento yo sentía que tenía ya a mi familia completa, cuatro hijos, un matrimonio feliz y una economía estable, por lo que fuimos a un estudio fotográfico y nos retratamos todos. Recuerdo muy bien que le dije al fotógrafo: señor, tómenos una buena foto que esta es mi familia ideal.”

A partir del 2008 comenzó a trabajar en el colegio Meyalli en el área de atención a padres de familia. Ese año quedó embarazada de su quinto hijo, Rafael. “Rafa fue un niño maravilloso.

Rafael, Ángeles y Montse

En 2009 le hicimos su festejo de quince años a mi hija mayor y durante toda la celebración parecía que no teníamos bebé, era callado, tranquilo… me sentía muy bien porque podía dedicarme más a mí y mis estudios, tomé diplomados y certificaciones.

En 2010 me embaracé de mi sexto bebé, Montse.” Según Ángeles Montse es tal cual su esposo se la pidió a Dios, con todo y detalles. “En 2012 fuimos de nuevo al estudio de fotografía y nos volvimos a retratar, de nuevo le dije al fotógrafo: señor ahora sí así se queda mi familia tómenos una buena foto” ella no tenía idea de lo que aún le quedaba por recorrer.

Ángeles, Fernando y seis de sus hijos

Los años iban pasando y los hijos iban creciendo físicamente y académicamente, pero Rafael no. Algo andaba mal pero no sabían qué. “Las dificultades aumentaron: en 2013 Fer se quedó sin trabajo, yo era la única que trabajaba y no nos alcanzaba” recuerda ahora riéndose Ángeles. “El 15 de septiembre del 2014 nació mi séptimo bebé a quien le pusimos Edith. Literalmente “dí el grito en el hospital” recuerda alegremente. “Cuando me dieron a Edith las enfermeras me regañaban porque ella no comía bien, se le salía la leche por un lado de su boca y yo sentía que no lo estaba haciendo de manera correcta, me decían “¿cómo puede ser que después de siete hijos no sepas dar de comer?”

"Con Edith nos ayudó don Álvaro, es increíble que no haya habido secuelas de su enfermedad"

“Ésta era la última fotografía, yo estaba segura. Ahora sí ya estábamos completos(...)"

El problema real se manifestó meses después, cuando estando Edith en la guardería una de las profesoras le recomendó a Ángeles ir con un especialista pues ella seguía sin poder ingerir la comida, este especialista le detectó atrofia frontal, es decir parte de su cerebro estaba completamente muerta. “Fernando y yo no dábamos crédito, lo que tenía nuestra hija era muy grave ella podría quedarse sin caminar y sin hablar. En esa misma época también le detectaron a Rafa TDA y síndrome de Asperger.

Rafael y Jagër, un perro que consiguió Fernando y se dedicó a entrenar como perro de apoyo para niños en el espectro autista.

El no era capaz de relacionarse con otras personas y tenía episodios de violencia con sus profesoras. A partir de entonces comenzó un ir y venir de hospitales, esta vez en la zona de terapias; mientras Fernando se iba con Edith a una terapia yo me iba con Rafael al otro para otra terapia y así se nos fueron tres años, en donde a veces no teníamos ni para el pasaje y sólo comíamos arroz y frijoles, pero mis niños nunca repelaron, Dios me ayudó porque siempre lo tomaron con muy buen humor y muy buena cara.” En esta época una hermana de Ángeles le sugirió que para que no fuera tan amargo el trago, se tomarán otra fotografía y que ella le ayudaría a pagar la mitad de la misma. “Ésta era la última fotografía, yo estaba segura. Ahora sí ya estábamos completos, antes íbamos a la estética para que nos peinaran y saliéramos todos guapos en la foto pero ahora no teníamos dinero así que nosotros nos arreglamos en casa.

“Yo digo que mi vida ha estado llena de milagros y que detrás de cada foto hay una historia porque siempre nos pasaba algo pero Dios nunca nos abandonó. "

Después de habernos tomado la foto mi hermana me habló para decirme que no me iba a poder ayudar a pagarla. A mí se me caía la cara de vergüenza porque yo no tenía ni un peso como para pagarla, así que fui con el fotógrafo y le dije << no tengo dinero para pagarte ahorita la foto, pero ¿me la puedes guardar y te la pago en cuanto tenga dinero?>> como era el fotógrafo al que siempre íbamos ya me conocía y accedió a guardarme la foto hasta que tuviera para pagarla”. Ángeles pudo ir un año y medio después por esa foto.

“Todo se fue arreglando poco a poco, a Edith la dieron de alta de su terapia a los tres años y a Rafa también ya lo dieron de alta, yo conseguí un trabajo dando consultas en una farmacia cerca de mi casa y en la clínica para la diabetes” de tres a cuatro veces por semana Ángeles se traslada por casi dos horas en transporte público para llegar a la clínica en la Ciudad de México.

“Yo digo que mi vida ha estado llena de milagros y que detrás de cada foto hay una historia porque siempre nos pasaba algo pero Dios nunca nos abandonó. Yo llegué a encomendarme a san Josemaría con el embarazo de mi tercer hijo, recibí un milagro de Guadalupe con Edith y de don Álvaro con Rafa”.