Todos, con Pedro, a Jesús por María

Para festejar la próxima canonización de Juan XXIII y Juan Pablo II, recogemos algunas narraciones que recuerdan el profundo cariño que san Josemaría siempre tuvo por el Papa, así como anécdotas de encuentros que los nuevos santos tuvieron con el fundador del Opus Dei o con su sucesor, don Álvaro del Portillo.

En numerosos escritos se hace patente el profundo cariño que san Josemaría siempre tuvo por el sucesor de Pedro. Las distintas biografías que se han publicado recogen una anécdota que resulta ilustrativa. A finales de la década de los cuarenta, san Josemaría se estableció de manera permanente en la capital italiana. Los miembros del Opus Dei que habían llegado a Roma, vivían en el quinto piso de un edificio cercano a la Plaza de san Pedro. Desde la “terraza” –llamada así con gran optimismo- se podía ver el Vaticano. En su primera noche romana, san Josemaría decidió no dormir. Desde la terraza, el fundador del Opus Dei se unió a las oraciones del Pontífice –en aquellos años Pío XII- mientras contemplaba las luces de las habitaciones papales.

Durante los años siguientes, san Josemaría pudo ver a Juan XXIII, sucesor de Pio XII, en un par de ocasiones. Y don Álvaro tuvo la alegría de ver a Juan Pablo II varias veces. A raíz de la próxima canonización de ambos pontífices, presentamos algunas anécdotas sobre estos encuentros.

Juan XXIII

«El 5 de marzo de 1960, Escrivá acude al Vaticano, llamado a audiencia por Juan XXIII. Durante la conversación, con humor socarrón y gesticulando muy expresivamente, el Papa le comenta:

—La primera vez que oí hablar del Opus Dei me dijeron que era una institución imponente e che faceva molto bene. La segunda vez, que era una institución imponentissima e che faceva moltissimo bene. Estas palabras me entraron por los oídos, pero... el cariño por el Opus Dei se quedó en mi corazón.

(Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, p. 445)

«A la audiencia privada concedida por Juan XXIII el 27 de junio de 1962, le acompañó don Javier Echevarría. Fue una conversación a solas, entre el Papa y el Fundador del Opus Dei. Sé que hablaron largamente sobre el espíritu y la actividad de la Obra en el mundo, y que pocos días después, el 12 de julio de 1962, el Padre escribió una carta a todos sus hijos del mundo entero pidiéndoles que se unieran al agradecimiento que en justicia sentía hacia Juan XXIII, por haberle ofrecido una vez más el honor y la gloria de ver a Pedro».

(Álvaro del Portillo, Entrevista sobre el Fundador del Opus Dei, pp. 16-17)

Juan Pablo II

“Al día siguiente de la elección de Juan Pablo II, don Álvaro fue al Policlínico Gemelli para visitar a Mons. Deskur, que se encontraba grave a consecuencia de un ictus cerebral. Cuál no sería su sorpresa cuando, al dejar la habitación del enfermo, supo que estaba a punto de llegar el Papa y, por tanto, nadie podía entrar o salir del hospital. Por indicación de los encargados de la seguridad, tuvo que permanecer en un rincón de la planta, junto a Mons. Echevarría y Mons. Alonso, que le acompañaban. Su asombro fue mayor cuando Juan Pablo II, al abandonar el cuarto de Mons. Deskur, lo vio y se dirigió hacia él para darle un abrazo. Don Álvaro no cabía en sí de gozo, por esa manifestación de afecto del Papa.

(…)

”Don Álvaro supo que en la fiesta de san Nicolás, el 6 de diciembre, en Polonia era tradición hacer algún regalo sencillo, especialmente naranjas. Pensó que, ese año, quizá el Papa se iba a quedar sin ese obsequio, porque estaba recién llegado a Roma y pocos sabrían de esa costumbre familiar. Así que encargó un báculo pastoral y se lo envió, acompañado de unos libros del Fundador del Opus Dei y de unas naranjas. El Santo Padre agradeció mucho los presentes”.

(Javier Medina Bayo, Álvaro del Portillo, un hombre fiel, pp. 474-476)