Tiempo: la mejor inversión

Procrastinar. Google lo define como la acción de “aplazar una obligación o un trabajo”. Para muchos, la definición quizá sea: “la razón por la que no entrego mis trabajos a tiempo”, o tal vez “aquello que consume mis tardes y mis noches”. Las distracciones son muchas, y vencer la comodidad es difícil. ¿Vale la pena luchar por aprovechar el tiempo? Esta historia quizá te convenza.

«El tiempo es nuestro tesoro, el “dinero” para comprar la eternidad», dice san Josemaría Escrivá en Surco (número 882). Ningún minuto se puede recuperar: solo podemos invertirlo o perderlo. Ahora que estamos tan cerca del inicio del año, es buen momento para considerarlo. En 1954, el conocido escritor inglés J.R.R. Tolkien ponía esta misma cuestión en labios de uno de sus personajes: «No nos toca decidir qué sucederá en los tiempos en que vivimos, pero sí qué hacemos con el tiempo que hemos recibido».

Es imposible saber si esta idea estaba presente en la cabeza de tres hermanas que decidieron poner en juego todas sus capacidades para sacar adelante una iniciativa que tenían en mente. Ellas –que han preferido no decir su nombre al contar su historia– tenían una inquietud… y decidieron invertirle tiempo.

«Teníamos que hacer algo; nos dábamos cuenta de que teníamos algo que ofrecer».

«Teníamos que hacer algo; nos dábamos cuenta de que teníamos algo que ofrecer, poner nuestras capacidades al servicio de algo más grande». Estudios. Familia. Padres. Hijos. Trabajo. Deporte. Amigos. Con tantas cosas, parecía casi imposible sentarse a pensar en algún proyecto distinto. Necesitaba caer la primera pieza de dominó.

«Un día, nos lanzamos al agua fría». No se trataba de una donación multimillonaria o del invento más importante de la década. ¿Qué hicieron? Abrieron una cuenta de Instagram. «Queríamos ofrecer –a través de nuestras publicaciones– una visión distinta de los temas que se encontraban en boca de todos, un contrapunto», un “espera y reflexiona un poco más”. «No sabemos muy bien cómo, pero funcionó».

C.S. Lewis decía que una amistad comienza cuando una persona le dice a otra: “¿Cómo? ¿Tú también? Creí que era el único”. Tal vez eso fue lo que pasó. «Nos dimos cuenta de que la gente se identificaba con nuestras publicaciones, y la comunidad comenzó a crecer por recomendaciones».

¿El fin? «Ser puentes de diálogo».

¿Qué temas tratan en su cuenta de Instagram? «Funcionamos con varios pilares. La meta es desarrollar el pensamiento crítico. Una de las cosas que buscamos es dar herramientas para formar criterio. Otra es hacer análisis de fenómenos culturales actuales para ofrecer distintas perspectivas». ¿El fin? «Ser puentes de diálogo».

«Con este proyecto, descubrimos que muchas veces los conflictos se generan por falta de conocimiento». La empatía es posible cuando hay un genuino interés por conocer la historia de la otra persona: «Hay que mostrarnos más humanos y relacionarnos con los otros partiendo de esa misma humanidad común que tenemos».

En la búsqueda del encuentro con el otro, muchas veces lo más difícil es encontrar el tiempo para hacerlo.

«El diálogo persistente y corajudo no es noticia como los desencuentros y los conflictos, pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, mucho más de lo que podamos darnos cuenta»[1]. En la búsqueda del encuentro con el otro, muchas veces lo más difícil es encontrar el tiempo para hacerlo. «Al principio, ese fue el reto más grande. Todas teníamos otras responsabilidades».

¿Invertir cada minuto o perderlo? Esa es la pregunta. Hoy, su cuenta ha superado los 50 mil seguidores en Instagram. El beneficio es recíproco: con este proyecto, «hemos ganado una perspectiva más amplia, más empática, más acertada, más dialógica. Al mismo tiempo somos conscientes de que la responsabilidad que tenemos es enorme».

Crear puentes exige tiempo e interés auténtico; implica esfuerzo y perseverancia. «Fue como encontrar algo más profundo a lo que estábamos llamadas: servir a los demás fomentando la empatía y el diálogo». No se trata de esperar a que sobre tiempo: es encontrar el tiempo.

Muchos se preguntarán por qué no hay nombres en este artículo. Esta iniciativa es una entre muchas. El protagonista podría ser cualquier persona decidida a invertir cada minuto que ha recibido. Cuando el tiempo se ve como un regalo, no queda más que entregarlo a los demás.



[1] Francisco. Encíclica Fratelli tutti, n. 198