Se llama Elisabeth Malmgren, tiene "casi 19 años", y, como es sueca, no tiene más remedio que ser rubia y tener los ojos azules y la piel blanca, aunque enrojecida por el sol del junio cordobés.
Llegó a Córdoba en septiembre, para hacer primero de Bachillerato en el Instituto Zalima, obra corporativa del Opus Dei. Pronto se expresó perfectamente en el genuino dialecto cordobés, y una medalla con la imagen de San Rafael, sobre su cuello juvenil, indica que algo le ha pasado durante su estancia entre nosotros.
Y lo que le ha pasado es su conversión al catolicismo. Al poco tiempo de llegar tuvo ocasión de asistir en Roma, el 6 de octubre, a la canonización de San Josemaría Escrivá: "Ni siquiera sé ni por qué fui, pero aquello me impresionó, porque estaba siendo testigo de algo muy grande". Luego, en clase de Filosofía, temas como el origen del hombre, el sentido trascendente de la vida... despertaron en su alma la luz de las preguntas. Y ahí empezó el camino. "Nunca había visto en la práctica lo que es una vida cristiana, venía casi sin formación religiosa", reconoce.
En búsqueda
Por medio de la formación, la convivencia y la participación, Elisabeth emprendió el camino de la búsqueda: al principio, como mera espectadora, en actos como la misa o el rezo del rosario: "¿Cómo puede haber católicos --se pregunta-- que digan que el rosario es aburrido?"
Poco a poco, una serie de casualidades fueron abriendo el camino: "Yo notaba en mi interior que tenía que hacer algo porque Dios me lo pedía". Al principio tuvo miedo, y lo reconoce: "Cuando empecé a pensar en hacerme católica recordaba que en mi país los católicos sólo son el nueve por ciento, y la iglesia católica más cercana está a 55 kilómetros de mi casa; pero también notaba que Dios me lo pedía, y yo no podía ni quería decir que no".
En el corazón de Elisabeth va germinando la semilla... En Semana Santa la joven, con la decisión tomada pero aún sin formalizar, vuelve a Roma: allí participa en un encuentro internacional de universitarios y asiste a audiencias con el Papa y con Javier Echevarría, prelado del Opus Dei. A este último le cuenta su experiencia personal y su decisión de abrazar la fe católica. Monseñor Echevarría le responde con una larga contestación, y termina diciendo: "Te necesitamos, Elisabeth, te necesitamos, que Dios te bendiga". Pregunta y respuesta se custodian, desde entonces, en una pequeña libretita que Elisabeth lleva en su bolso.
El 29 de abril, en dos sencillas ceremonias, hace en Zalima pública profesión de fe católica --los protestantes no necesitan bautizarse--, su primera confesión y su primera comunión: "La confesión es maravillosa; yo sabía desde siempre que Dios perdona, pero he descubierto que Cristo administra su perdón y su misericordia a cada persona, a través del sacramento de la Penitencia".
¿Lo que más le ha atraído a Elisabeth del catolicismo? Tal vez, la confesión, la figura de la Virgen María y también la referencia moral: "El catolicismo es concreto y práctico, deja muy claras las cosas tanto en la fe como en la moral, porque delimitar lo que está bien y lo que no".
Elisabeth está ya en su ciudad, que se llama Höor y está a 650 kilómetros de Estocolmo. En las alturas nórdicas de Suecia, una medalla de plata con la imagen de San Rafael le recordará el año que ha pasado en Córdoba y el nuevo rumbo que tomó su vida en nuestra ciudad.