Rumbo a México con escala en Madrid 14 de mayo 1970

De camino a México san Josemaría hizo una escala en el Aeropuerto de Madrid el 14 de mayo de 1970. Ahí lo entrevistaron algunos periodistas. Javier Ayesta lo acompañó esa tarde, y cuenta en una carta lo ocurrido aquellas horas. Aquí resumimos la historia.

El periodista Javier Ayesta, quien vivía en Madrid, cuenta en una carta[1] que por la mañana del día 14 de mayo de 1970 «tuvimos noticia de que iban a ir al aeropuerto varios periodistas de Madrid y la TV alemana» para entrevistar al Padre [Josemaría Escrivá] durante su breve escala en el aeropuerto de Madrid con ocasión de su viaje a México. Javier fue «convocado para “lidiar” a ese género de colegas» y estar con el Fundador del Opus Dei esa tarde.

San Josemaría, acompañado por Álvaro del Portillo y Javier Echevarría, había salido de Roma por la mañana del jueves 14 de mayo en lo que sería su primer viaje a América. «El Padre venía en vuelo de Iberia, que llegó con retraso de cerca de una hora, puesto que hubo que examinar en Roma cada una de las maletas (por los atentados de esos días). Aterrizaron hacia las 3:30 de la tarde, y le quedaba, por lo tanto, algo así como una hora y media para la salida hacia México en un aparato de Aeronaves de México procedente de París». Como el vuelo parisino llegó a Madrid con retraso hacia las 17:25 hrs, la salida hacia México sufrió una demora adicional. Javier Ayesta, como buen periodista, cuida dejar constancia que esa tarde Mons. Escrivá estuvo esperando en una salita, «junto a la salida seis de Internacional».

Boleto de avión utilizado en el viaje a México mayo 1970

A su llegada a Madrid «el Padre venía de clergyman[2], así como don Álvaro. Al bajar del avión le hicieron fotos, y él inmediatamente comenzó a charlar con los periodistas en un tono cariñoso y bromista. Les echaba en cara que tuvieran el mal gusto de hacerle fotos ahora, que era un cura viejo (…) que deberían haberle hecho las fotos cuando tenía 20 años, pues entonces era majo… Se reían mis colegas, asombrados de encontrar a un hombre que, en lugar de ser estirado y severo, era cordial, vivaz y cariñoso» Un periodista alemán «le pidió que dijera unas palabras y el Padre, mientras le rodaban las cámaras, le dijo que él no era más que un sacerdote, que amaba la libertad de los demás, etc. etc.. Y terminó pidiéndole que rezara por él para que fuera siempre un buen sacerdote, lo cual dejó asombrado al alemán».

«Se reían mis colegas, asombrados de encontrar a un hombre que, en lugar de ser estirado y severo, era cordial, vivaz y cariñoso»

Después de que se marcharon los periodistas, sigue contando Ayesta, «don Álvaro salió enseguida, y me pidió que le acompañara un momento, y luego me dijo que entrara en la salita, donde pasamos más de cinco horas con el Padre ¿de qué habló? Nada solemne. El Padre no suele serlo. Fueron cinco horas de bromas, chistes, comentarios sobre el viaje, sobre un gran mapa que decora la salita, sobre anécdotas del apostolado en tantos sitios, etc. etc. (…) ¡Le hacía tanta ilusión el viaje! Se le veía radiante, aunque a la vez le daba pereza su duración (cerca de 10 horas), procuró no sentarse en todo el rato, para compensar la larga sentada que le aguardaba. Tomamos agua y naranjada, pues notaba mucho la sequedad de Madrid. Esa fue la única alimentación».

Respecto de su viaje a México el Padre dijo que la idea «era antigua, pero que su determinación de ir había sido casi repentina, porque estas cosas, decía, hay que pensarlas bien pero luego hay que lanzarse con el corazón, como los enamorados, que si se dedican a sopesarlo todo, nunca acabarían de decidirse». Continua la carta y el periodista comenta, como concluyendo; «no hay capricho en el viaje, sino afán de rezar a la Virgen por eso tan importante que lleva el Padre entre manos: el futuro de la Obra, y los problemas de la Iglesia fundamentalmente».

Mientras aguardaban el momento del embarque, «comenzaron a producirse retrasos, que achacaban a causas técnicas, pero luego se averiguó la verdad: los camareros del avión se negaban a salir si no se resolvía un asunto laboral de ellos».

El relato continúa con una anécdota más: «me hizo gracia y nos hizo gracia a todos, que una chica, periodista, llegada con retraso, se quedó a la espera, y por fin pudo saludar al Padre. En lugar de hacerle preguntas no hacía más que darle palabras de atención, y cariño: cuídese Padre, decía con insistencia. Luego le comenté al Padre que era la primera vez que veía a aquella periodista haciendo recomendaciones en lugar de preguntas».

Finalmente llegó la hora de embarque: «les acompañamos hasta el pie del avión. Nos despedimos del Padre, mientras don Álvaro nos encargaba de nuevo que encomendáramos el viaje. Y luego nos fuimos a la terraza más alta, a ver el despegue, conscientes de que este primer viaje del Padre a América era histórico. ¡Qué impulso para aquellos países!».El avión de Aerovías de México con número de vuelo 451 despegó finalmente de Madrid: «eran las nueve menos cinco. Vimos su silueta hasta que, ya sobre la Sierra, viró hacia Gredos, hacia poniente y América-escala en Miami y llegada a México a las 3:00 de la mañana».


[1] Carta 29-V-1970, AGP serie A.2, 27-3-1

[2] Traje que visten los sacerdotes cuando no traen puesta la sotana.