Recibe la comunidad UP México streaming de la tertulia y celebran misa en acción de gracias por la beatificación de Guadalupe

Un 18 de mayo de 1924, una niña madrileña recibió por primera vez la Eucaristía. El mismo día, 95 años después, la misma niña fue beatificada. Su nombre, Guadalupe Ortiz de Landázuri.

Guadalupe ejemplificó el espíritu del Opus Dei, superándose profesionalmente y personalmente en el día a día. En los seis años que residió en México, su capacidad de trabajo, cariño y entrega, dejó huella en los corazones de los mexicanos.

Para su beatificación, el Palacio Vistalegre Arena recibió a más de 11,000 personas, y las acompañaron muchas más a través de un streaming en vivo. A lo largo del mundo se organizaron grupos para vivir juntos la beatificación de la primera fiel laica del Opus Dei. Uno de esos grupos reunidos se dio cita en la Universidad Panamericana campus Mixcoac para tener una celebración eucarística y después participar de la tertulia con Mons. Fernando Ocáriz.

El día comenzó con la Santa Misa, los asistentes tomaron sus asientos en las distintas zonas de la universidad que se acondicionaron para el magno evento. La homilía del Pbro. Pablo Palomar inició con un agradecimiento muy personal de su parte a Guadalupe, pues ella invitó personalmente a su madre a formar parte del Opus Dei, y que gracias a la formación que él recibió, pudo asentir a su vocación sacerdotal dentro del mismo Opus Dei.

A lo largo del mundo se organizaron grupos para vivir juntos la beatificación de la primera fiel laica del Opus Dei. Uno de esos grupos reunidos se dio cita en la Universidad Panamericana campus Mixcoac

El Pbro. Pablo Palomar hizo hincapié en tres aspectos de la beata Guadalupe: su obediencia a la voluntad de Dios, su alegría y su búsqueda de la santidad no desde la perfección, sino desde la perseverancia. Guadalupe estuvo siempre dispuesta a hacer lo que Dios le pedía, fuera esto ser alumna, trabajar en la administración de un centro de la Obra, ser directora de una residencia, ser cabeza en la labor de México o trabajar en la sede central de Roma. Cada una de las cosas que se le pedía, Guadalupe las acataba con alegría y con amor, pues la alegría y el amor hacen la vida más fácil. Una lucha desde el amor aligera cualquier carga, y la confianza en el amor que Dios nos tiene nos debe llenar de alegría.

La homilía finalizó con una invitación a seguir el ejemplo de Guadalupe en la vida ordinaria: “La santidad no se trata de lograr hacer cosas cada vez más difíciles, tampoco la santidad está en hacer siempre las cosas bien, sino se trata de amar a Dios en todo lo que hacemos”. Su vida debe ser una invitación a buscar la santidad desde lo ordinario, desde el apostolado de cada día

Al finalizar la misa, las pantallas del campus trasladaron a los asistentes al mismo Palacio Vistalegre, recinto que se convirtió en la sala de estar más grande del mundo, y en dónde, reunidos en familia, escucharon las palabras del Mons. Fernando Ocáriz, quien insistía en que la santidad no es una utopía, sino una llamada que recibimos todos y está a nuestro alcance con la gracia de Dios.

El ambiente era de alegría y familiaridad, hubo desde un mago hasta un cactus andante. El pequeño cactus indicó que era momento de conectarse con México. Los presentes en la Universidad Panamericana se acomodaron en sus lugares, después de una conexión fallida, logran enlazarse con Madrid. Francisco García Pimentel, acompañado de toda su familia, le recordó al Padre la visita san Josemaría a México y su Novena a la Virgen de Guadalupe en 1970, y que el próximo año sería “un aniversario redondo” para volver a las tierras mexicanas. Posteriormente, Madrid, México y el resto del mundo se unen al son de Cielito lindo, así se despiden los mexicanos de su participación en la tertulia. El evento continúa sembrando sonrisas, aprovechando siempre para recordar el motivo de alegría en esta ocasión: la beatificación de Guadalupe.

El día terminó como inició, con mucha alegría, pero con un espíritu renovado, el de sabernos llamados a la santidad. El ejemplo de Guadalupe sigue inspirando especialmente a los mexicanos, quienes vieron en primera persona, lo que la gracia de Dios es capaz de hacer en los que ceden a Él. La fiesta de la beatificación terminó en la Universidad Panamericana, pero continúa en cada uno de los asistentes, motivados por Guadalupe y por las palabras del Mons. Fernando: “La alegría que sentimos ahora hay que mantenerla. Siempre hay motivos, a pesar de las dificultades. Dios nos quiere contentos”.