La historia de Paula y el Policlínico El Salto (Chile) forma parte del multimedia «El viaje del viaje», que se editó con ocasión del 50 aniversario de las catequesis de san Josemaría por América del Sur. A continuación reproducimos su testimonio.
Soy Paula Leiva. Estoy casada desde hace 32 años con Pablo, tenemos seis hijos, tres de ellos casados, un nieto y otro en camino. Trabajo aquí, en el Policlínico del Salto, desde hace 17 años.
El Policlínico del Salto nació en el año 1960, inspirado en el mensaje de san Josemaría, quien nos invita a que, como sociedad, debemos buscar y aliviar los problemas de las personas, construyendo una sociedad a la medida del corazón de Cristo.
Este policlínico está ubicado en la comuna de Recoletas, una zona donde vive una población con alta presencia de migrantes y personas de escasos recursos.

A pesar de todos los avances que hemos tenido en materia de salud en Chile todavía existen muchas desigualdades en la calidad y en el acceso a los servicios de salud para toda la población.
Nuestro objetivo es entregar un servicio y unas prestaciones de salud en las que cada detalle esté enfocado en aliviar a la persona, tanto física como espiritualmente.
Cuando los pacientes llegan al policlínico, nos preocupamos también de acogerlos, de darles cariño y de ofrecerles un espacio precioso, impecable. Todos los detalles, incluso aquellos que solo ve Dios, son tan importantes como la tecnología y los grandes equipos que hemos adquirido.
Sabemos que la salud debe abordarse de manera global, porque la persona es integral. Miramos a nuestros pacientes a los ojos, viendo a Cristo en ellos. Por lo tanto, todos nuestros proyectos y todo lo que pensamos hacia el futuro está sustentado en este sueño: que las personas se sientan queridas y respetadas.
Para mí, trabajar en el Policlínico ha sido un regalo del cielo. Tener la suerte de que tu trabajo profesional sea también un lugar donde puedes convivir con las personas, entregar cariño y acercarte a quien lo necesita, es realmente un privilegio.