«Para servir, servir»

Al solidarizarse con las personas más necesitadas de su entorno mediante diversas iniciativas sociales, las integrantes del Colegio Meyalli dan vida a un deseo expreso del venerable Juan Pablo II durante su visita al Valle de Chalco.

Las estudiantes y profesoras alegran con sus cantos a los enfermos que visitan.

Era 1990; el Papa hizo un acuciante llamado para cambiar la situación agobiante por la que pasaban tantos habitantes de la zona, catalogada como una de las más pobres y pobladas del país. Las palabras del pontífice polaco calaron hondo en algunas personas familiarizadas con las enseñanzas de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei.

Asumieron ese llamado como un reto y una responsabilidad. Así surgieron los colegios Meyalli y Acuautla, –para niñas y niños, respectivamente– de EDUCAR, A.C.

Profesoras y alumnas llevan a cabo iniciativas sociales con el objetivo de dar, de diversas maneras, aliento y ayuda a la comunidad en la que viven.

Gracias al generoso apoyo de muchos donadores, a lo largo de todos estos años ambos colegios han brindado una sólida educación a chicos de la región.

En el caso de Meyalli, el colegio no se conforma solamente con ayudar a sus alumnas a crecer en conocimientos y virtudes. Desde hace algunos años, profesoras y alumnas de esta institución educativa en la que el Opus Dei colabora a través de la formación espiritual, llevan a cabo iniciativas sociales con el objetivo de dar, de diversas maneras, aliento y ayuda a la comunidad en la que viven. También, con este tipo de actividades, las estudiantes se sensibilizan, crecen y reciben lecciones de vida.

La Dra. Ángeles Sánchez, responsable de la sección de padres, explica que se llevan a cabo visitas a enfermos, cursos de preparación para el matrimonio, posadas para abuelitos, aseo de diversos inmuebles que están aún en obra negra, repartición de juguetes, despensas, ropa, etcétera.

Si bien es cierto que muchas de las alumnas que asisten a Meyalli integran familias de escasos recursos, también son conscientes de la extrema pobreza de otras familias de la zona. En muchas ocasiones, las alumnas no pueden donar por sí mismas, así que solicitan la colaboración de otras personas.

Con el apoyo de las profesoras de Meyalli y de las parroquias cercanas a la escuela, varios padres de familia han recibido el sacramento del matrimonio.

«Este tipo de actividades enriquece nuestra alma, ya que dejamos de pensar en nosotros para pensar en los demás; salimos ganando todas y cada una de las que participamos. Terminamos muy cansadas, pero muy satisfechas», afirma la Dra. Ángeles.

Los niños menos favorecidos de la región reciben algunos regalos durante el tiempo de Navidad gracias a la labor de recolección de juguetes que las alumnas de Meyalli llevan a cabo desde el mes de noviembre. Han montado un taller de reparación de juguetes en el que lavan, arreglan y embellecen lo que la gente dona.

La profesora Antonieta Valdez, a cargo de la sección de formación, explicó que hay zonas muy pobres cerca del colegio en las que la gente se dedica a hacer ladrillos. Ahí no sólo regalan juguetes, sino que también buscan aliviar las necesidades básicas de esas personas a través de la donación de ropa y de despensas.

“Las niñas que crecen aquí, en el colegio, se distinguen inmediatamente en sus comunidades por su forma de ser”.

El P. Donato Cortés, sacerdote de la diócesis de Nezahualcóyotl y ex alumno de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, es muy cercano al Colegio Meyalli y brinda también asistencia espiritual. Él opina que la labor y todos los proyectos que lleva a cabo la escuela tienen la intención de construir el Reino de Dios.

«Todo esto lleva consigo muchos frutos: las niñas que crecen aquí, en el colegio, se distinguen inmediatamente en sus comunidades por su forma de ser, por sus deseos de servir, en su actitud», afirma el P. Donato.

Meyalli –palabra náhuatl que significa manantial– busca saciar a la gente no sólo en el ámbito académico, sino en los aspectos profesional, humano y espiritual. Las alumnas aprenden sobre todo a darse a los demás, y esa es una lección que las acompaña por el resto de sus vidas.