Para contagiar alegría y paz

Ágata Sánchez -diseñadora desde hace más de 40 años- trata de poner en práctica el espíritu del Opus Dei en su trabajo, contagiando alegría y paz.

Soy diseñadora de interiores gracias al impulso que recibí en un centro del Opus Dei cuando me acerqué a conocer la Obra en el Instituto de Decoración Ipala por los años sesentas, en Guadalajara, Jalisco. Me dedicaba al modelaje de ropa, a ser maquillista, a trabajar con éxito en lo que me gustaba, pero sin bases firmes y sobre todo sin Dios.

En aquella época, una persona del Opus Dei me prestó el libro del ahora san Josemaría titulado Camino. Me lo “devoré”; me acerqué a Dios y junto a Él descubrí mi propio “camino” como Agregada del Opus Dei.

Llevo 43 años dedicándome a esta profesión que me apasiona, y cada día compruebo cómo ha influido la Obra en mí: estudié una carrera, trabajé mucho e investigué en arte; fui nombrada “la Profesionista del año” pero lo que más me llena de dicha es haber podido contagiar la alegría que siento. A través del arte, de mis clases, de viajes de estudio, he podido acercar a Dios a mucha gente. Una experiencia preciosa fue el bautismo de una amiga. No me importaba levantarme muy temprano para estar a las 7 de la mañana a darle clases de catecismo, ya que era la única hora que tenía libre. Pronto se unieron otras amigas “madrugadoras” y varias de ellas volvieron a la práctica católica.

El arte de estar en los detalles

Mediante el diseño voy logrando que el ambiente material se convierta en elemento de desarrollo de las personas. Me inicié creando un ambiente de eficacia, seriedad y amabilidad en notarías públicas y poco a poco fui entrando en el mundo de los condominios de playa y me propuse lograr “hogares luminosos y alegres” como aprendí de san Josemaría: el cuidado de los pequeños detalles con elegancia y sobriedad.

He sido profesora de arte universal y mexicano, aunque me he especialicé en éste último. He servido de guía a muchas personas por Guadalajara, para que conozcan el arte colonial y siempre aprovecho para hacerles ver cómo la fe de los mexicanos ha levantado verdaderas obras de arte que reflejan su amor a Dios y su enorme calidad artística. No queda fuera de mi especialidad el arte contemporáneo que manifiesta la enorme riqueza en el manejo del color y del espacio.

De mis trabajos en decoración –de hoteles de alto turismo, un sinnúmero de casas habitación y oficinas– algunos se han publicado en la revista Interior Design International. Sin embargo, para mí lo más importante es que me han servido para mejorar como persona y crecer en amor de Dios y también para tratar de acercar a Dios a todos mis clientes. Pienso siempre en san Josemaría que nos animaba a llevar a Cristo a todas las almas.

Siempre se puede hablar de Dios, se vuelve una “segunda naturaleza”. Actualmente estoy en el Consejo Directivo de la administración del condominio donde vivo; estoy en contacto con todos mis vecinos y se me facilita ayudarles. Me llaman la “pacificadora” y esto también lo aprendí de san Josemaría: vivir siempre con el signo de “más” –unir, perdonar, buscar lo común, etcétera– y nuestro condominio funciona muy bien.

Testimonio publicado en diciembre de 2008.

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