Opus Dei en África

El Opus Dei acaba de celebrar 50 años en África. El padre Cormac Burke, un sacerdote que trabaja en Kenia, habla del impacto que ha tenido la labor del Opus Dei en el continente.

Desde que fundó el Opus Dei, San Josemaría deseaba el inicio de la labor de la Obra en África y rezó mucho para que llegara ese momento. Finalmente, fue en la década de los 50 cuando varios miembros del Opus Dei viajaron a Kenia. Para ser precisos, llegaron el 25 de agosto de 1958, por lo que recién conmemoramos los 50 años de aquellos inicios. 

De Kenia el trabajo se extendió a Nigeria, y después a otros lugares. Ahora hay centros también en Costa de Marfil, Camerún, Congo, Uganda y Sudáfrica, y se viaja a otros países en los que un número creciente de fieles y cooperadores está trabajando profesionalmente y procura sentar las bases para una futura expansión. 

El espíritu que trajo 

¿Qué trajo el Opus Dei a África?, ¿qué puede aportar en el futuro? Muchas cosas, tanto nuevas como antiguas. San Josemaría le gustaba hablar del espíritu de la Obra explicando que "es viejo como el Evangelio y como el Evangelio nuevo". Deseaba expresar así que el mensaje del Opus Dei es el mismo que animó a los primeros cristianos: que todos estamos llamados a la santidad, siguiendo la invitación evangélica: "Vosotros, por lo tanto, debéis ser perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial" (Mt 5,48). Además, la Obra recuerda al mundo de hoy que esta santidad –esta lucha por conocer y amar a Dios– junto con el espíritu apostólico que debe acompañarlo, se debe vivir en los incidentes de la vida ordinaria. No es casualidad que en la canonización de san Josemaría, el Papa Juan Pablo II lo llamara "el santo de lo ordinario". 

San Josemaría decía a menudo que había que amar el mundo –un amor “apasionado", llegó a decir–, porque está creado por Dios y es bueno, aunque añadía que los hombres a veces lo hacen malo por su egoísmo. Nunca le dio la espalda o le produjo indiferencia el progreso humano. Por el contrario, el mensaje del Opus Dei –que debemos buscar la santidad y santificar el trabajo por sí mismo– implica una constante llamada a hacer bien nuestro trabajo, tanto humanamente como sobrenaturalmente. 

Tenemos que purificar el trabajo de motivos egoístas (el orgullo, la vanidad, la codicia, el deseo de dominación), porque debe estar orientado a honrar a Dios, a darle gloria. Sin embargo, no vamos a hacerlo a menos que ese trabajo esté muy bien realizado. San Josemaría a menudo decía que a Dios no se le puede ofrecer nada de mala calidad, defectuoso o mediocre...

Trascendencia social de este espíritu 

Cuando una persona trabaja y se desenvuelve en la vida cotidiana realmente inspirada por el amor de Dios, entonces se esfuerza por desarrollar una serie de cualidades que son importantes para el buen desarrollo humano de la sociedad: la minuciosidad en el trabajo, la honestidad en todas las relaciones con los demás y el orgullo de servirles, evitar los chismes o las actitudes negativas, asumir una responsabilidad social en los compromisos, la atención del matrimonio y la vida familiar.

Evidentemente, cuanto más se extienda este espíritu, mayor será la paz y la armonía en una sociedad. Esto también explica porqué tantos no católicos e incluso no creyentes, son Cooperadores del Opus Dei, ya que, independientemente de las perspectivas religiosas, ven en él una fuerza poderosa para el bien humano, y están encantados de colaborar en su difusión.

La devoción a San Josemaría sigue creciendo

La fiesta de san Josemaría (26 de junio) se celebra en muchas diócesis y parroquias, también en los países donde no hay todavía ningún centro del Opus Dei. Muchos miles de personas han leído sobre su vida y están tratando de poner en práctica sus enseñanzas. Después de todo, uno no tiene que ser miembro del Opus Dei para entender y vivir el sencillo mensaje que Dios le confió. Además muchas personas han recibido favores a través de su intercesión (muchos de los favores obtenidos por los africanos se presentaron durante el proceso de su beatificación y canonización).

La siguiente historia es sólo una entre muchas. "A través de la intercesión de San Josemaría, he tenido muchas respuestas a los problemas pendientes en mi vida. Y, a su vez he aprendido a vivir la presencia de Dios y considerar la Palabra de Dios en mi corazón. Me encanta Jesucristo con todo mi corazón, alma y mente. Estoy casada, madre de tres hijos. El año pasado asistí a una misa en la Basílica de la Sagrada Familia. Yo había buscando abrir una tienda cerca de mi residencia durante más de tres meses. Sin embargo, ese sábado por la tarde, después de asistir a la misa de san Josemaría, Dios me bendijo con una tienda en un buen sitio. Abrí la tienda en julio del año pasado. Debo confesar que he visto la mano de Dios en mi empresa. A pesar de que la competencia es difícil, tengo la gracia de Dios". 

¿Qué nos depara el futuro?

San Josemaría, hasta su último día, insistió en que era joven, que cada día Dios renovaba la alegría de su juventud. En efecto, existe un reto de juventud en el espíritu del Opus Dei –el desafío de la justicia, de lealtad, de respeto mutuo, de sinceridad en la amistad, de la castidad, de fidelidad en el matrimonio, etcétera–. Estos desafíos son necesarios en los países africanos que están en peligro de envejecimiento prematuro debido al consumismo y hedonismo radical que proviene de Occidente.

El corazón que está abierto a Dios en el trabajo y la vida cotidiana, también debe estar abierto a los demás. Nadie, sea cual sea su religión, color, tribu o raza, pueden ser excluidos o tratados con indiferencia o frialdad. Ese es el espíritu que anima el Opus Dei, que por la providencia de Dios san Josemaría quiso subrayar de una manera especial cuando sugirió ut omnes unum sint ("que todos seamos uno"), como el lema de Strathmore College, la primera obra corporativa del Opus Dei en África. La apertura a todos, la comprensión y el amor entre todos, porque todos somos hijos de Dios, esto es lo que fundamentalmente pretende difundir el espíritu del Opus Dei.