Mi testimonio de Gratitud

Gloria y su esposo Tomás Inukai conocieron hace 50 años los colegios, obras corporativas del Opus Dei en Culiacán, donde estudiaron sus hijos. Ahora nos cuentan cómo fueron los inicios de esas instituciones.

Familia Inukai

En la década de los cincuenta varios miembros del Opus Dei, junto con otras personas de Culiacán, comenzaron el Colegio Chapultepec (1956-57) para niñas y poco después el Instituto Chapultepec (1957-58) para varones.

Mi marido y yo nos interesamos vivamente en esos colegios porque ya teníamos cuatro hijos, y aceptamos de buena gana, junto con otros matrimonios jóvenes, formar parte del Patronato que colaboró en financiar la construcción y gastos de operación de los primeros años. 

Tomás y yo proveníamos de familias llegadas del Japón y habíamos abrazado la religión católica en tierras mexicanas. Cuando supimos que esos colegios nos ayudarían a transmitir a nuestra familia la fe y moral que profesábamos, nos sentimos muy apoyados y no dudamos en que todos nuestros hijos -habíamos completado la decena: seis niñas y cuatro varones-, se educaran en ellos.  

Yo empecé a frecuentar actividades formativas en el centro del Opus Dei en esa ciudad y en 1966 pedí mi admisión como supernumeraria. Mi esposo lo hizo varios años después.  

Gloria y Tomás

Los recientes festejos por el 50 aniversario de la fundación de estos colegios me han llevado a recordar con cariño muchas anécdotas que me remiten a agradecer al Opus Dei el apoyo que profesoras y profesores, capellanes y personal administrativo y de intendencia han prestado a mis hijos y a mis nietos en esta ya larga trayectoria.

Sentí mucho que Tomás no hubiera podido acompañarme físicamente -lo hace siempre desde el Cielo- a la Misa de acción de gracias por el aniversario y a los actos académicos en los que recibí unas medallas de reconocimiento por nuestra colaboración. Lo recuerdo siempre activo proponiendo planes audaces para ampliar las instalaciones, promover las inscripciones, intervenir en innumerables actividades para conseguir medios económicos y… -esto lo supe después, él nunca me lo dijo- renunciar a la beca de excelencia que merecieron varias de nuestras hijas,  en favor de familias más necesitadas.  El y yo también estuvimos presentes, con algunos de nuestros hijos y nietas, en el Congreso de Familia y Educación del colegio femenino en el que participaron conferencistas de renombre internacional.   Con motivo de estos eventos tuvimos la alegría de reencontrar a muchas personas con las que durante años habíamos trabajado en la Asociación de Padres de Familia. Todos comentamos la gran influencia que estas labores educativas han tenido no sólo en nuestras familias sino en toda la ciudad: prácticamente han cambiado, mejorado nuestra sociedad,  a través de inculcarle los valores cristianos, y coincidimos en un profundo sentimiento de gratitud hacia san Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, que ha hecho posible estos milagros.

 

Gloria Sashida de Inukai