Manuel Saavedra, quien falleció durante la pandemia en el 2020, era supernumerario del Opus Dei. Como peluquero aprovechó su trabajo para acercar a muchas almas a Dios y a la práctica de los sacramentos. “Trabajar bien me ayudó a amar mejor”, decía Manuel en una entrevista de 2013.
Hoy, con los testimonios de su esposa, María Luisa; de su hija, Erika, así como de amigos suyos, se hace un recuento de la transformación espiritual y personal que supuso para Manuel y su familia conocer el espíritu del Opus Dei y compartirlo con los demás.
La historia de Manuel (Perú) forma parte del multimedia que se realizó con ocasión del 50 aniversario de la visita de san Josemaría a varios países de Latinoamérica.
Un carácter difícil con una vida dura
Cuando era joven, sus padres fallecieron, y desde entonces comenzó a conocer la vida en la calle. Durante un tiempo, fue ladrón; entraba en casas por las noches. Sin embargo, un día, en uno de esos robos, su amigo fue asesinado. Ese hecho lo marcó profundamente y dejó de robar. Su tía lo llevó a la Marina, y ahí comenzó una nueva etapa en su vida.
En una fiesta, conoció a quien sería el amor de su vida. Fue amor a primera vista. Desde entonces, comenzaron a enamorarse, aunque él tenía que visitarla a escondidas, porque su padre y su hermano no aceptaban la relación, ya que argumentaban que no debía estar con “un simple marinero”. Finalmente, se escaparon y se casaron en un matrimonio comunitario (una boda colectiva), una decisión práctica para ambos.
Abandonó la Marina y busco una oportunidad laboral en la peluquería. Pero con María Luisa su carácter era difícil. Era celoso, controlador, y la maltrataba emocionalmente si ella siquiera saludaba a otro hombre. Esa espiral se cortó cuando conoció a Dios, gracias al hermano de ella, quien lo invitó a un retiro espiritual que predicaba un sacerdote del Opus Dei.
Ahí comenzó su transformación. Empezó a asistir regularmente a misa y a participar en la vida espiritual. Reconoció a Dios como un Padre y trató de mejorar como esposo y persona.
Más cariñoso con su mujer, más rezador, más apostólico
En la Obra sí cambió totalmente, afirma su mujer. Empezó a ser más cariñoso y atento, ayudaba en casa y cuidaba de su familia con pequeños gestos que transformaron su hogar en un lugar alegre y lleno de amor. Por las mañanas, incluso antes de ir al trabajo, asistía a misa, y hablaba de Dios con sus clientes, haciendo apostolado en cada oportunidad: les regalaba un devocionario o un rosario cuando iban a cortarse el pelo.
"Él no se conformaba solamente con hacer su trabajo, sino que también propicaba una conversación espiritual. Hablaba con naturalidad de su experiencia en el Opus Dei. Notabas que era una conversación en la que podías hablar libremente y con naturalidad de Dios", afirma uno de sus clientes habituales.
Su dedicación a Dios y a su trabajo impactó a quienes lo rodeaban. Ayudó a muchas personas a acercarse a la fe; algunos de sus clientes incluso comenzaron a asistir a misa, se confesaron y bautizaron gracias a su ejemplo. A través de su trabajo y su trato, mostró que se puede santificar cada aspecto de la vida cotidiana.
Una vez, un cirujano le compartió una preocupación sobre un caso complicado. Él le recordó con humildad que no somos perfectos, sólo Dios lo es, y que debía orar por su paciente. Estas conversaciones fortalecían la fe de los demás y mostraban su caridad y sencillez.
También se preocupaba de que su familia se acercara a Dios, como su hija cuenta. "Cuando empecé a ir a un centro del Opus Dei noté cómo empecé a amar mejor, a mi esposa, a mis hijos, a comprenderlos...", cuenta él mismo en una entrevista grabada en 2009.
Incluso en los momentos más difíciles, como cuando enfrentó una enfermedad grave, demostró una gran fortaleza. A pesar de tener cáncer, se mantuvo activo y optimista, cuidando de sí mismo y tratando de hacer más llevadero su cuidado a los demás.
La relación de la hija con su madre, la esposa de Manuel, no fue fácil, pero con el tiempo, ella aprendió a valorarla y tratarla con más cariño, dándose cuenta de la importancia del amor en la familia. Antes de morir, su padre expresó que se iba feliz porque había visto un milagro en la relación entre su hija y su madre.
La ayuda de san Josemaría
El mensaje del fundador del Opus Dei inspiró profundamente su vida. Aprendió que a través del trabajo bien hecho y de los pequeños detalles se puede encontrar a Dios. Todo lo que hacía en su trabajo como peluquero lo hacía con amor, como si trabajara para Dios mismo. Esa espiritualidad transformó su vida y la de su familia, construyendo su vida sobre una historia de fe y amor.
La vida está llena de pequeños detalles que, aunque parezcan insignificantes, tienen el poder de transformar nuestra relación con los demás y con Dios. Tal como decía san Josemaría, en cada pequeña acción está presente el Señor, y hacer las cosas con amor es lo que le da sentido a todo.