Labor social en Chiapas

Durante la Semana Santa de 2009, cuarenta y seis muchachos llevaron a cabo diferentes labores de tipo social en dos poblaciones de Chiapas.

Algunos aumnos dedicaron varias mañanas a labores de construcción.

El grupo –integrado en su mayoría por estudiantes de bachillerato de colegios atendidos espiritualmente por el Opus Dei– acompañado por unos cuantos de sus profesores, participó en labores sociales en dos comunidades de la sierra de Los Altos de Chiapas cercanas a San Cristóbal de las Casas: Corazón de María y San Jacinto.

Ambas comunidades están integradas por indígenas tzotziles, con quienes los voluntarios colaboraron en la conclusión de la construcción de una nueva iglesia, la cual será dedicada próximamente por el obispo de San Cristóbal.

En ambas poblaciones se celebraron los oficios de la Semana Santa. Una docena de alumnos de los Centros Escolares Cedros y Cedros Norte organizaron una catequesis para niños y jóvenes, y visitaron a las familias en sus casas.

Corazón de María y San Jacinto son comunidades integradas por indígenas tzotziles.

Diez alumnos del Centro Escolar El Peñón dedicaron varias mañanas a labores de construcción en Corazón de María; así como a preparar el camino para las catorce estaciones del Via Crucis, que tuvo lugar el Viernes Santo en medio de un tupido bosque de pinos.

Un momento especial fue cuando algunos del grupo se quedaron con los habitantes de San Jacinto para velar al Santísimo la noche del Jueves al Viernes Santo.

Varios alumnos de la preparatoria de la Universidad Panamericana, que ya habían trabajado como voluntarios en la reciente Jornada Mundial de las Familias que tuvo lugar en la Ciudad de México a principios de este año, colaboraron en el Centro de Readaptación Social. Desde el primer día organizaron concurridos torneos de ajedrez, futbol y basquetbol. También se montó una biblioteca circulante para préstamo de libros a los internos, un aula de inglés y enseñaron a rezar el Santo Rosario tanto a los custodios como a los internos.

El Via Crucis tuvo lugar en medio de un tupido bosque de pinos.

Antes de regresar a sus ciudades de origen –Distrito Federal, Estado de México, Puebla y Morelos– los voluntarios fueron invitados por el párroco y el sacerdote del lugar a que regresaran para la dedicación de la iglesia que ayudaron a construir. Muchos de ellos esperan hacerlo y aprovechar para reencontrarse con la gente de Corazón de María, de la que tanto recibieron.