La expansión: echar una mano, con toda el alma

Jóvenes mexicanas participan, desde hace cinco años, en la expansión, un programa que promueve el interés por acudir a ciudades extranjeras para colaborar en la labor apostólica.

La expansión es un proyecto para promover entre la gente joven de México el interés por servir en distintos países a través de los trabajos del hogar.

El objetivo es que las asistentes descubran por qué el arte de la hospitalidad es en el Opus Dei −en palabras de san Josemaría Escrivá, su fundador−: el “apostolado de los apostolados”, por su gran repercusión y eficacia en las actividades apostólicas de la Obra.

En Monterrey, por ejemplo, el club Alera impulsa el programa desde hace ya cinco años. En este tiempo, varias jóvenes han pasado el verano en algún país de Asia o Europa trabajando con intenso profesionalismo. En prácticamente todos los casos, prevalece en ellas la convicción de haber recibido −en experiencia, formación y cariño− mucho más de lo que aportaron.

El programa no sólo se realiza durante el verano, sino durante al menos los nueve meses anteriores, durante los que se prepararan en distintos aspectos: espiritual, profesional, apostólico, cultural y doctrinal.

Las jóvenes que participan en este proyecto experimentan la alegría de la entrega continua y, así, se consigue la verdadera expansión. Un ejemplo, de otro estado de la República, es el de Fernanda Salazar que participó en la expansión realizando tareas del hogar en Londres. Recogemos aquí su testimonio.

“Me fui a Inglaterra y ahí pude vivir más de cerca el espíritu de la Obra a través de los trabajos del hogar. La expansión es poder participar, en cualquier parte del mundo, ayudando en los centro de la Obra. Se te asigna alguna tarea en específico, pero lo más común es trabajar en las cosas del hogar. Y además también aprovechas para conocer una cultura diferente.

”Fui a Londres porque cuando era pequeña viví ahí dos años y medio, entonces era una ciudad que me llamaba la atención. Además también quería conocer la Obra ahí porque pensaba que el Opus Dei era algo más como de Latinoamérica y España.

”Al principio me costó trabajo, porque estás lejos de la familia, de las personas que quieres… ¡extrañas hasta los tacos! Es una cultura totalmente diferente. Pero con el tiempo me fui acostumbrando y le puse una visión diferente a las cosas. Esa visión me ayudó a entender y a disfrutar. En los trabajos de la casa uno tiene que tener cuidado, en especial porque en la Obra se cuidan mucho las cosas pequeñas; pero cuando empiezas a cuidar los detalles basándote en el amor es cuando realmente te entregas a lo que estás haciendo. Esto te ayuda a gozar del trabajo. Además, en el tiempo que estuve allá, pude hacer amigas de muchos países”.

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