“¡Johnny, ayúdame!”

Juan Saucedo, supernumerario, recorre las calles de Monterrey para repartir distintos documentos. Sabe que andar en moto tiene sus riesgos, pero viaja tranquilo: se sabe acompañado por Johnny, su ángel custodio.

Soy Juan Esteban Saucedo Medina, supernumerario del Opus Dei. Pedí la admisión a la Obra el 16 de marzo de 1975, un poquito antes de que falleciera san Josemaría. Trabajo por mi cuenta en mensajería y cobranza; me dedico a entregar sobres, facturas, tarjetas de Navidad, donativos, todo lo que me den los clientes, y a la cobranza de pólizas.

¿Cómo conoció el Opus Dei?

Conocí el Opus Dei en los años setenta a través de un compañero de trabajo. Me llevó al club Roda (en Monterrey), y cuando oí la primera meditación me sentí atraído por Dios. El siguiente sábado fui solo, ya no me acompañó mi amigo. Y seguí yendo. Dios no llamó a mi amigo a la Obra, pero a mí sí. Realmente ha sido un gran regalo para mí, es lo mejor que me ha pasado en la vida, el mejor negocio que he hecho, el de más utilidades.

¿Cómo habla del Opus Dei a otras personas que se dedican a la cobranza?

Lo primero es hablarles de la confesión. Por ejemplo, tengo un amigo que llevaba 40 años sin confesarse, desde que se casó. Lo llevé a un centro del Opus Dei y tardó como dos horas hablando con el padre, y salió muy feliz del confesionario. Y les digo que en el Opus Dei se busca la santidad en medio del mundo, en el trabajo profesional.

¿Cómo se alcanza la santidad en moto?

Ser santo es identificarse plenamente con Jesucristo. Y hay que hacer bien el trabajo para poder ofrecerlo a Dios. Trato de cuidar, por ejemplo, mi presentación, que la moto esté limpia, etcétera. También aprovecho los tiempos muertos, como cuando un semáforo se pone en rojo, para rezar por alguna persona. Además platico mucho con mi ángel custodio –como yo me llamo Juan, a él le puse Johnny-; cuando no encuentro una dirección o estoy en peligro, le digo: “¡Johnny, ayúdame!", y no me falla. Es una maravilla rezarle al ángel custodio, Johnny me apoya bastante y muchas veces me deja asombrado.