Epílogo

Durante cuarenta días se estuvo informando sobre la visita de san Josemaría a México, la visita pastoral más larga realizada fuera de Europa. Este evento tiene especial importancia no solo porque fue la primera vez que el Fundador visitó América, sino también por la petición que le hizo a la Virgen de Guadalupe. Días de catequesis alrededor del amor a la Eucaristía, a la Iglesia y al Papa.

Lista de artículos 50 aniversario san Josemaría en México

Llegamos al final de las narraciones y recuerdos de la visita de San Josemaría Escrivá de Balaguer a México. Fueron 40 días inolvidables muy cerca de Santa María de Guadalupe —a quien amaba con locura, según recordaba Mons. Javier Echevarría en 1995[1].

Durante mayo y junio de 1970, pudo estar con sus hijas e hijos mexicanos, así como con otros muchos que vinieron a saludarlo desde distintos países americanos.

Habló de muchas cosas, aunque de algunas lo hizo con mayor insistencia: el amor a la Eucaristía, la devoción a la Santísima Virgen, la unidad con el Papa, el valor de la sinceridad y de la fidelidad, así como la responsabilidad de ayudar a quienes más lo necesitan.

Detrás de cada encuentro y de cada tertulia, hemos podido ver, por un lado, a un padre cariñoso que se desvive por sus hijos y, por otro, a un padre lleno de sentido sobrenatural que tiene necesidad de hablarles con claridad invitándolos a elevar las miras colocando un nivel de exigencia muy alto.

Para quienes tuvieron la fortuna de ser protagonistas hace 50 años, estos recuerdos habrán sido ocasión de revivir los días transcurridos junto a san Josemaría y renovar los sentimientos de aquellas jornadas. Para los más jóvenes, hojear el álbum familiar y escuchar el cariño y viveza de los recuerdos de quienes convivieron con el fundador del Opus Dei, habrá permitido conocer nuevas facetas de su personalidad y la manifestación humana, en mil detalles pequeños y ordinarios, de un hombre santo.

Agradecemos a Mons. Fernando Ocariz, prelado del Opus Dei, por el cariñoso mensaje que nos envió justo en el 50 aniversario del inicio de la novena de san Josemaría y a las personas que desde más de 40 países nos cedieron unos minutos de su día revisando nuestros mensajes.

Agradecemos de manera particular a quienes nos compartieron sus recuerdos y fotografías: sin ellos no hubiera sido posible este proyecto.

Gracias también a a quienes por medio de las redes sociales nos hacen sentir su cercanía y saber que todo este trabajo ha valido la pena (algunos entre muchos):

«Yo me siento como si el Padre estuviera aquí… muy unida a él y a toda la Obra…» (Verónica)

«Muchas gracias por estos valiosos regalos históricos de la Obra, de México y de la Iglesia entera» (P. Rubén)

«Me han ayudado a recordar las raíces de la Obra» (Mónica)

«Nos han ayudado a revivir hechos muy entrañables de la historia de nuestra familia del Opus Dei…»

«Estos recuerdos del paso de san Josemaría por Montefalco hace 50 años son bellísimos» (@hec_castellanos)

«…Me encuentro en Venezuela, tierra de orquídeas […]. Vivimos desde aquí este 50 aniv. Gracias» (@martbarra)

(…)

Para nosotros ha sido un gusto enorme haber podido estar acompañándolos estas semanas que, por las circunstancias sanitarias provocadas por el Covid-19 han supuesto también algunas adaptaciones al plan propuesto originalmente. Algunos testimonios los hemos recogido ya en pleno confinamiento, por medio de video-mensajes y toda la coordinación hemos tenido que coordinarla de manera remota por medio de videoconferencias.

Nuestro “Capitán a bordo del viaje”

Hemos disfrutado —puntualmente a las 12:00 hrs, tiempo de la Ciudad de México—cada envío de los mensajes de WhatsApp desde el “Capitán a bordo del viaje”, un viejo teléfono al que hemos dado vida contratándole una línea de último momento en una tienda de abarrotes cercana a la casa de la Editora Web.

50 años después de que san Josemaría dejó la tierra mexicana, hacemos nuestras aquellas palabras pronunciadas el último día de su novena frente a la Virgen de Guadalupe: «aquí ante tu imagen, yo quiero dejar como un testamento a mis hijos de México: con tu intercesión, están obligados a llevar la semilla divina de tu Hijo, a trabajar con amor de Dios y por amor de Dios, desde el norte, ¡norte!, de este Continente hasta la Tierra del Fuego». Nos toca a nosotros, ser continuadores de la oración de san Josemaría en la Villa de Guadalupe.

Esperamos que todos hayan podido disfrutar como nosotros lo hemos hecho. Hasta los próximos 50 años y gracias por seguirnos.


[1] Cfr. Mons. Javier Echavarría en la basílica de Guadalupe el 31 de agosto de 1995