El Prelado: “El rencor puede arruinar el corazón”

En la misa celebrada en la basílica de San Eugenio (Roma) con motivo de la festividad de san Josemaría, el Prelado del Opus Dei ha hablado sobre la necesidad de perdonar a los demás y ser perdonados por Dios.

Mons. Echevarría inciensa las reliquias de san Josemaría.

Al hilo del fragmento del Evangelio leído antes de la celebración eucarística, el Prelado ha hablado del perdón. "Estar siempre dispuestos a perdonar es una característica esencial de los hijos de Dios. El Maestro, desde lo alto de la Cruz, imploró el perdón para quienes lo habían clavado en ella”.

“San Josemaría y tantos otros fieles a lo largo de la vida de la Iglesia, siguiendo las huellas de Jesús, han sabido perdonar, sin ningún rencor, a aquellos que se les opusieron o les causaron daños y ofensas. ¿Sabéis cuál era la fuerza que ha alentado a los santos a comportarse así? El amor de Cristo manifestado en la caridad hacia los hermanos, y particularmente en el perdón. San Josemaría lo afirmaba con sencillez y gratitud a Dios, cuando decía: 'No he necesitado aprender a perdonar, porque el Señor me ha enseñado a querer'".

Con palabras del papa Francisco, ha sugerido: "Digamos: 'Señor, estoy enfadado con este, con esta. Te pido por él y por ella'. Rezar por la persona con la que estamos enfadados es un hermoso paso hacia el amor, es un acto de evangelización. ¡Hagámoslo hoy mismo!".

A continuación, el Prelado del Opus Dei ha invitado a los presentes a "hacer un poco de examen personal -sin escrúpulos, pero con sinceridad- para descubrir si, en alguna esquina de nuestro corazón, guardamos un poco de rencor hacia alguien, o si tratamos con poca delicadeza a los demás. Puede parecer una cosa sin importancia, pero el resentimiento, el rencor que a veces podemos acumular en el alma, pueden convertirse en carcoma que destruye y convierte en polvo nuestros sentimientos más valiosos, aquellos que con mayor claridad manifiestan nuestra condición de hijos de Dios".

El día más feliz en la vida de don Álvaro

Por último, ha recordado a Mons. Álvaro del Portillo: "Muchos han reconocido que era un hombre, un sacerdote, un obispo de gran humanidad y bondad. Bastaba hablar un momento con él para llenarse de paz, porque cada uno se sentía querido, respetado, amado... porque reflejaba en sí el estilo del Evangelio, que había aprendido de Jesús a través del ejemplo de san Josemaría".

"Recuerdo ahora cómo se acercaba al sacramento de la Penitencia, para sentirse perdonado y para aprender siempre mejor a perdonar de corazón a quien -por cualquier motivo- no lo hubiese tratado bien".

"En una ocasión -ha recordado-, un periodista le preguntó que cual había sido el momento más feliz de su vida. Recuerdo bien su respuesta rápida: Cada vez que recibo el perdón de Dios en la confesión".

El Prelado ha concluido con unas palabras que don Álvaro pronunció en 1991: "El Maestro divino nos enseña que amar significa comprender, excusar, perdonar, ayudar, darse uno mismo y servir, como Él hizo, hasta dar la vida”.