El Papa visita la Basílica de San Pablo

Benedicto XVI ha recibido en audiencia a los peregrinos alemanes y después ha realizado su primera visita oficial fuera del Vaticano para rezar en el lugar que la tradición ha considerado siempre como la tumba del apóstol Pablo.

Benedicto XVI hizo ayer por la tarde su primera visita fuera del Vaticano, acudiendo a la basílica de san Pablo Extramuros, en el sur de Roma, para manifestar el lazo inseparable de la Iglesia de Roma con el Apóstol de las gentes. Asistieron a la ceremonia 35 cardenales y algunos representantes de otras confesiones cristianas.

El Papa saludó y bendijo a las miles de personas que llenaban el templo, y se detuvo a acariciar y besar a varios enfermos y a algunos niños.

Al inicio de la ceremonia, el Santo Padre se dirigió a los presentes con las palabras de la Carta de san Pablo a los Romanos (1, 1-6.8-9.11-12.14-15), y tras venerar el sepulcro del Apóstol, pronunció la homilía.

Benedicto XVI afirmó que la de hoy era "una peregrinación muy deseada, un gesto de fe que realizo en mi nombre, pero también en nombre de la amada diócesis de Roma, de la que el Señor me ha constituido obispo y pastor, y de la Iglesia universal confiada a mi solicitud pastoral. Una peregrinación, por así decir, a las raíces de la misión, de esa misión que Cristo resucitado confió a Pedro, a los apóstoles y, en particular también a Pablo, llevándole a anunciar el Evangelio a las gentes, hasta llegar a esta ciudad, donde después de haber predicado durante mucho tiempo el Reino de Dios, rindió con la sangre el último testimonio de su Señor, que le había "conquistado" y "enviado".

Tras poner de relieve que como sucesor de Pedro había venido a esta basílica, "para reavivar en la fe esta "gracia del apostolado" de la que habla el apóstol, recordó el ejemplo de Juan Pablo II, "un Papa misionero cuya actividad tan intensa, testimoniada por más de cien viajes apostólicos, más allá de los confines de Italia, es verdaderamente inimitable. ¿Qué es lo que le llevaba a un dinamismo así sino el mismo amor de Cristo que transformó la existencia de san Pablo? Que el Señor infunda también en mí un amor así para que no me detenga ante la urgencia del anuncio evangélico en el mundo de hoy. La Iglesia es por su naturaleza misionera, su tarea primaria es la evangelización".

"Al inicio del tercer milenio -dijo-, la Iglesia siente con renovada viveza que el mandato misionero de Cristo es más actual que nunca". Recordando el lema que san Benito propuso en su Regla, al exhortar a sus monjes a "no anteponer nada al amor de Cristo", el Santo Padre subrayó que "la pasión por Cristo llevó a san Pablo a predicar el Evangelio no sólo con la palabra, sino también con la misma vida, que cada vez se conformó más a la de su Señor. Al final, Pablo anunció a Cristo con el martirio, y su sangre, junto a la de Pedro y a la de tantos testigos del Evangelio, regó esta tierra e hizo fecunda a la Iglesia de Roma, que preside la comunión universal de la caridad".

Benedicto XVI hizo hincapié en que "el siglo XX ha sido un tiempo de martirio. Lo puso claramente de relieve el Papa Juan Pablo II, que pidió a la Iglesia actualizar el martirologio y canonizó y beatificó a numerosos mártires de la historia reciente. Por tanto, si la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos, al inicio del tercer milenio es lícito esperar un nuevo florecimiento de la Iglesia, especialmente donde más ha sufrido por la fe y por el testimonio del Evangelio".

"Confiamos este deseo a la intercesión de san Pablo. Que alcance para la Iglesia de Roma, en particular para su obispo, y para todo el pueblo de Dios, la alegría de anunciar y testimoniar a todos la Buena Nueva de Cristo Salvador".

Audiencia con los peregrinos de lengua alemana

Horas antes, por la mañana, Benedicto XVI se encontró en el Aula Pablo VI con miles de peregrinos alemanes, compatriotas suyos, que el día anterior habían asistido a la misa de inauguración del pontificado. El Papa estrechó muchas manos mientras se dirigía, a lo largo del pasillo central, a su cátedra. Junto a numerosos obispos alemanes, se encontraba el hermano del Santo Padre, monseñor Georg Ratzinger.

Antes de leer el discurso preparado, varias veces interrumpido con palabras espontáneas, se excusó con sus compatriotas por haber llegado tarde: "Ya sé que los alemanes son conocidos por su puntualidad", dijo, pero agregó que al haber vivido 23 años en Italia, probablemente se había "italianizado".

Refiriéndose a sus orígenes subrayó que no obstante sea ahora el obispo de Roma, en su corazón sigue siendo un bávaro, y en su discurso habló de los lazos que a lo largo de los siglos han ligado Roma y Baviera.

Después habló del cónclave que le eligió como 264 sucesor de Pedro. "Quiero deciros -afirmó- algo del cónclave sin violar el secreto: nunca pensé en ser elegido, ni hice nada para que así fuese, pero cuando estaba claro que iba a ser el nuevo Papa, me acordé de una carta de un sacerdote alemán". También reveló que un cardenal le pasó una nota en la que le recordaba que el tema de la homilía que pronunció en el funeral de Juan Pablo II era las palabras de Jesús a Pedro: "Sígueme" y que entonces pensó: "Si el Señor me dirigiera a mí aquel "sígueme", no podría negarme a la llamada". "Los caminos del Señor- prosiguió el Papa- no son cómodos, pero no estamos hechos para la comodidad, y por tanto sólo pude decir "sí" a la elección".

Benedicto XVI volvió a repetir las palabras pronunciadas en la misa del 24 de abril, que inauguró su pontificado: "La Iglesia no es vieja, sino joven" y entre aplausos anunció que estaría con los jóvenes en Colonia, Alemania, para celebrar en agosto la Jornada Mundial de la Juventud.

El Papa concluyó su discurso diciendo a su compatriotas: "Caminemos juntos. Confío en vuestra ayuda, os pido comprensión si cometo errores, de los que nadie está exento, y concededme vuestra confianza".

Vatican Information Service