Cambio de ruta, un campamento digital

Nos vamos de campamento. Maleta: tenis, sudadera y muchos pares de calcetines limpios. Traje de baño y un balón de fútbol. Los niños cuentan los días para el fin de semana. Y, de pronto, hay un cambio de planes.

Emilio Herrera es un joven universitario de Monterrey, Nuevo León; entre sus clases en línea y las actividades del club juvenil donde colabora, ha descubierto la importancia de tener la meta clara cuando hay un cambio en la carretera. De la universidad al semáforo rojo De viajes y excursiones continuas al “quédate en casa”. De campamento de verano a “campamento en pantalla”.

Es descubrir una desviación en una carretera conocida. Primero, viene la sorpresa. Después, la impaciencia, al descubrir que esto tomará más tiempo de lo esperado. Quizá también hace su aparición el desánimo: ¿y ahora qué?

En momentos como este, siempre aparece la pregunta: ¿por qué hacemos lo que hacemos? «La misión de club juvenil Arawaks es la de ser un medio para aprovechar al máximo el tiempo libre de los socios a través de actividades variadas y divertidas, aunadas a una sólida formación humana y cristiana». Emilio lo tenía claro: la misión seguía vigente, pandemia o no pandemia. «Nuestra misión es nuestra gente, nuestros socios y nuestros instructores. En el fondo sabíamos que nos esperaban, que nos necesitaban, y también, en buen parte, que Dios quería que lo hiciéramos».

«A diferencia de un campamento presencial, donde tienes a los niños ahí, en este caso estamos a un botón de distancia de perder el contacto con ellos»

El navegador ha recalculado y ahora muestra una nueva ruta: hay que poner más atención. Hacer un campamento de verano en línea trae consigo una doble exigencia: no es solo preparar las actividades, sino lograr capturar la atención de los participantes. «A diferencia de un campamento presencial, donde tienes a los niños ahí, en este caso estamos a un botón de distancia de perder el contacto con ellos».

Quizá un cambio de ruta puede traer consigo un poco de desconcierto, pero un nuevo camino también ofrece nuevos paisajes. «El campamento en línea permitió que el club confirmara su misión y que las familias la entendieran mejor: que sepan que estamos ahí para ellas. Y para los instructores fue un buen recordatorio de que uno es más feliz cuando hace felices a otras personas».

Esta vez, no fue necesaria la maleta con el traje de baño y los calcetines limpios. Esta vez, el campamento de verano exigió otro tipo de elementos: mucha imaginación, mucha paciencia y un gran sentido del humor para saber hacer el cambio de maleta. Así, «se aprovechó el tiempo, hubo formación humana y espiritual, y, sobre todo, amistad: el club – para muchos– es como su segunda casa».