Breve paso de san Josemaría por Querétaro y Salamanca de camino a Jaltepec

En su viaje de México a Jaltepec, Josemaría Escrivá se detuvo a tomar un refrigerio en Querétaro, donde conoció el acueducto y otros lugares. Mas tarde paró a comer en Salamanca donde lo esperaba una familia

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El día 9 de junio de 1970 había movimiento desde temprano en la casa de la Comisión Regional. Ese día, San Josemaría partiría para Jaltepec. Don Pedro Casciaro quien, como se ha dicho era muy previsor, se había adelantado junto con Adrián Galván la víspera.

El diario de la casa de Augusto Rodín cuenta algunos detalles previos a la partida: «el Padre y don Álvaro celebraron la Santa Misa a las nueve aproximadamente; don Javier, a la hora que oímos misa todos aquí, como de costumbre. […] partieron para Guadalajara casi inmediatamente después de la acción de gracias después de la Misa. Iban los cuatro: El Padre, don Álvaro, don Javier y Alberto» quien conducía el automóvil que generosamente había prestado Gastón Azcárraga ya que contaba con aire acondicionado, cosa que se demostró muy útil pues al Padre le afectaba mucho el calor.

El plan incluía una parada en Salamanca, donde los esperaban a comer Baltasar Márquez y Lola Pemartin, su esposa.

En un testimonio escrito, que al parecer revisó Alberto Pacheco en 1978, se recoge un testimonio de la breve escala que hicieron en Querétaro esa mañana: «nos detuvimos un momento en Querétaro y recorrimos un poco la ciudad: el acueducto, subiendo por el mirador del acueducto y por el lugar por donde entraron las tropas republicanas en el sitio de Querétaro, bajando después hasta la plaza principal, donde bajamos del coche en un restaurante que está en los bajos del hotel principal [El Gran Hotel] cuya fachada es perpendicular a la catedral [en realidad se refiere a la iglesia de san Francisco]. Ahí tomamos un café, menos el Padre que tomó solo agua fría. Pidió un helado, pero no había. Seguimos en automóvil por la calle que sale de la plaza principal y que pasa por Neptuno, hasta la altura del Convento de Santa Rosa, que sólo vimos por fuera, pues la iglesia estaba cerrada a esas horas. Quizá fue don Javier quien insinuó que buscáramos donde comprar un helado, cosa que hicimos, sin bajarnos del coche, en un establecimiento que estaba sobre la carretera».

Imagen de la Virgen de Guadalupe que se encuentra en la nave de Santa Rosa de Viterbo.


Circulan algunas versiones diferentes al testimonio anterior, que podrían dar a entender que san Josemaría efectivamente visitó la iglesia de Santa Rosa de Viterbo. Son varios los testimonios de personas relacionadas con Querétaro a las que don Javier Echevarría se los comentó; aquí citamos dos ejemplos; Guillermo Magaña recuerda que en una visita que hizo a Roma en noviembre de 1980 por motivos profesionales, el beato Álvaro del Portillo le comentó: «en Querétaro hay una iglesia donde hay un cuadro de la Santísima Virgen de Guadalupe que a nuestro Padre le gustó mucho».A su regreso a México, Guillermo fue a Santa Rosa y fotografió la imagen pintada por Miguel Cabrera que se encuentra en la nave central del lado izquierdo.Tres años después, durante el viaje que Mons. Del Portillo hizo a México, Guillermo le mostró la fotografía y él confirmó que se trataba de esa imagen. En 1988, cuando el beato Álvaro y don Javier Echevarría se enteraron que el autor de este artículo era queretano, éstos le dijeron: «nuestro Padre estuvo en Querétaro y rezamos en Santa Rosa de Viterbo». Ya se ve que hay cosas que conoceremos con certeza hasta la vida eterna, aunque los queretanos seguiremos manteniendo que San Josemaría estuvo en Santa Rosa de Viterbo.

Salieron con rumbo a Salamanca cruzando Celaya por la Av. Hidalgo y finalmente llegaron a Salamanca. Dejamos ahora contar a Lola, anfitriona de la comida de ese día. En el Archivo General de la Prelatura se encuentra una carta escrita por ella el 3 de julio de 1970 donde cuenta los momentos familiares vividos junto a san Josemaría durante aquella comida[1].

Fachada de El Gran Hotel visto desde el Jardín Zenea en la ciudad de Querétaro

«Baltasar y yo tuvimos una suertaza increíble porque a su ida a Guadalajara, como iba en coche paró en Salamanca que está justo en la mitad de camino y como la fábrica que Baltasar dirige ahora está al lado de la Refinería de Petróleos en Salamanca, Balta se dedicó a “moler” y “moler” hasta que consiguió que parase allí a comer. En Negromex, que así se llama el negocio, tenemos una casa de la planta que Balta ha arreglado mucho para visitas y nosotros solemos ir con cierta frecuencia a pasar algunos días. […]

Un día me habló don Pedro y me dijo que el Padre, don Álvaro y don Javier con Alberto Pacheco que los llevaba, irían a comer, pero solo con Baltasar y conmigo a Salamanca, ya te puedes imaginar mi alegría y mis nervios…, Pero fue algo fantástico pudimos estar con él como dos horas y yo creo que realmente descansó y estuvieron a gusto. Yo ya lo había visto en una tertulia y Balta también aquí en México, pero no es lo mismo, colamos un momento a Piedi, nuestra hija que hace poco llegó de Inglaterra y a Casilda, que tiene tres años y es una preciosidad, el Padre la tuvo en brazos, y nos dijo una serie de cosas que además, en ese momento, nos venían como anillo al dedo a Balta y a mí».

Fachada del convento de Santa Rosa de Viterbo en tiempos más recientes.


Adrián Galván recuerda que Alberto Pacheco le comentó, ya en Jaltepec, la ruta que habían seguido de camino a Jaltepec. Después de Salamanca se dirigieron hacia Irapuato, La Piedad, Atotonilco, Zapotlanejo, Chapala para llegar a su destino final en Jaltepec. Alberto recordaba en mayo de 1978 que «durante el viaje, el Padre en ocasiones cantaba algunas canciones o componía tonadas en las que normalmente gastaba alguna broma a don Javier».

«Al diez para las siete, Adrián [Galván] divisó el carro del Padre por la carretera que venía de Chapala» según se recoge en el diario de Jaltepec.

Margarita Murillo en su libro Una nueva partitura, recoge detalles de la llegada, de la ilusión con la que la gente de la zona esperaba la llegada del Padre y el ambiente que se vivía en las inmediaciones de Jaltepec:

«En uno de los pueblos cercanos, san Isidro Mextepec, habían alquilado un camión y, a eso de las seis de la tarde, venía subiendo la cuesta. Al llegar a la curva del lugar señalado para el estacionamiento, el camión ya no pudo seguir y se quedó atravesado en el camino. Todos los hombres unieron fuerzas para tratar de quitarlo, mientras las mujeres esperaban abajo. De repente desde una de las ventanas de la casa, alguien gritó:

—¡El coche del Padre!

Efectivamente, un coche color gris acero, había enfilado la cuesta. En ese mismo instante, para alivio de todos, el motor del camión arrancó dejando libre el camino.En el momento en que el coche gris giró en la curva del estacionamiento, un grupo de señoras se arrodilló.El Padre les dio la bendición desde el automóvil y después siguió subiendo hasta llegar a la casa».

En el diario de Jaltepec quedó recogido el instante en que llegó san Josemaría: «a las siete en punto el Padre bajaba del carro frente a la entrada principal de la casa de retiros.Don Pedro fue el primero que lo saludó» e inmediatamente después don César García Sarabia, quien era el vicario de la Delegación de Guadalajara. Al entrar, san Josemaría se dirigió al oratorio, para saludar al Señor. Unos instantes después saludó a quienes estaban en la casa y pasó a la zona de la Administración a saludar a sus hijas.


[1] Carta Ma. Dolores Pemartín, 3 de julio de 1970, AGP A.2, 59-3-2.