Al ritmo de la Virgen María

Este año parece terminar un poco de cabeza. Con sus peculiares circunstancias, ha significado una oportunidad para replantearnos qué es lo más importante. Estos meses también han sido testigos de muchas locuras. Sí, de locuras que valen la pena.

Abril, 2020. Juan, con pants, tenis, cubrebocas y rosario en mano salió a caminar cerca de su casa. Quizá estaría pensando en ese primer mes de cuarentena, o en sus alumnos, o en cómo hacer más entretenidas sus clases en línea. En su camino, se encontró con un mosaico de la Virgen de Guadalupe. ¿Qué le faltaba? Una flor. Juan no perdió el tiempo: florero, flor y una foto para mostrársela a su amigo Alejandro.

Alejandro no tardó en contestar el mensaje: «¿Y si pintas también la pared donde está el mosaico? Está muy descuidada». Ambos pusieron manos a la obra. Juan pintó y Alejandro diseñó un letrero: “La Indepe tiene madre, y es la Guadalupana”.

Días después, Juan quiso llevar nuevamente un regalo a la Virgen, pero no encontró ninguna flor durante su caminata. Mientras buscaba con la mirada, tuvo una idea repentina: «¿Y si ponemos en toda la ciudad la imagen de la Virgen de Guadalupe? No. Es una locura. No. Bueno, si encuentro flores para la Virgen, le doy para delante». Pocos segundos después, encontró un ramo de flores tirado en el suelo. La decisión estaba tomada. Una llamada a su amigo Alejandro: «Tengo una idea».

Foto de una pared antes de la restauración

¿Llenar Monterrey con imágenes de la Virgen? Sí, es una locura. Pero el mundo necesita más de este tipo de locuras. Juan y Alejandro tenían un largo camino que recorrer: medios materiales, costos, permisos… Lo increíble de las aventuras es que las dificultades sirven para impulsar a los protagonistas. Con la ayuda de varios amigos –siempre hay más locos en el mundo– y un video que contaba la iniciativa, el proyecto arrancó: «Esto es una labor social. Tú compras una imagen de la Virgen de Guadalupe, y con tu donativo, nosotros nos encargamos de arreglar una barda y poner otra imagen ahí». En menos de una semana, ya tenían cien encargos, lo que significaba cien imágenes más para repartir por la ciudad.

La locura siguió, formada por garabatazos de buenas historias. Una anécdota: Varios niños juegan “Encantados” en la calle. Uno de ellos toca la imagen de la Virgen de Guadalupe que hay en una esquina y dice: «Aquí no me pueden hacer nada porque yo estoy con la Virgen».

Foto del mismo lugar después de haber colocado la imagen de la Santísima Virgen.

Otra historia: una señora vive en una casa hecha de lámina. Junto a ella, hay una pared. Juan le pide permiso para arreglar la barda y poner una imagen de la Virgen. De paso, una despensa para la señora y sus cinco hijos. «Quedó encantada con su Virgen y su despensa».

Una más para el anecdotario: colocan una imagen de la Virgen en la pared de un señor muy mayor, don Cecilio. Un día, don Cecilio encuentra a una mujer joven rezando ante la imagen de Guadalupe. «Es que me quedé sin trabajo». Y don Cecilio, en el acto, le propone rezar un rosario por esa intención. Dos días después, regresa la mujer. «Vengo a agradecer a la Virgen: ya encontré trabajo».

Sí. El mundo necesita más locuras de estas. «La imagen ya ha llegado a Hermosillo, Ciudad de México, León, Tamaulipas y Zacatecas. Tengo un amigo en Guadalajara que quiere hacerlo, replicar la idea; otro en Hermosillo, otro en León… Ya están viendo cómo hacerle allá. Entonces ¡adelante!»

¿Hasta dónde llegará el proyecto? «Nosotros no tenemos ni idea», admiten con una carcajada. Pero para Juan y Alejandro, el secreto está en el convencimiento de que #LaVirgenEnTodosLados no depende solo de ellos: «Nosotros no vamos a nuestro paso. Nosotros vamos al paso de Dios, y al ritmo de la Virgen María».

¿Quieres conocer más detalles de la historia? Aquí te dejamos un podcast para que escuches a los protagonistas de esta iniciativa.