50 años de la visita de san Josemaría en la RUP: un recuento

Durante su estancia en México en mayo de 1970 el Fundador del Opus Dei visitó la Residencia Universitaria Panamericana (RUP) primera residencia universitaria del Opus Dei en América a la que dio un permiso especial para mantener encendidas dos lamparillas al Santísimo, en recuerdo de su visita.

Desde su fundación en 1949 la RUP ha recibido a más de tres mil residentes y ha sido testigo de acontecimientos muy importantes en la historia de la Prelatura y del país.

En mayo y junio de 1970, la Residencia Universitaria Panamericana tuvo la visita más destacada que ha tenido desde su fundación: la de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Hoy en día, el edificio que san Josemaría conoció como la RUP (en la calle Hortensia en la ciudad de México) es el Centro Internacional de Estudios Superiores, el CIES, y lo que el Padre conoció como el CIES (en la calle Augusto Rodin), es la RUP.

«Yo espero que se formen con criterio claro, en los estudios concretos que hace cada uno. Hombres que sean buenos ciudadanos para la Patria, honrados, limpios; que sepan amar la libertad de los demás y, después de amar y defender la libertad de los demás, que defiendan la suya.»

En la Residencia, el Padre tuvo encuentros o tertulias con miembros y amigos del Opus Dei de varios Estados de la República, así como de otros países de América. La primera de ellas fue a las seis de la tarde del lunes 18 de mayo.

Al llegar, se recuerda en el diario de la Comisión Regional, «el Padre saludó cariñosamente a los del Consejo Local, al Decano de los residentes y a don Cipriano, el viejo conserje de la Residencia. Pasó unos minutos al oratorio, y al salir, a su paso hacia la sala de estar en el segundo piso, iba saludando a los muchachos a su alrededor».

La tertulia, en una sala repleta de jóvenes universitarios y residentes, tuvo la dinámica de preguntas y respuestas. Una de las respuestas más llamativas del Padre fue la que contestó a la pregunta:

- ¿Qué espera de los residentes?

- «Yo espero que se formen con criterio claro, en los estudios concretos que hace cada uno. Hombres que sean buenos ciudadanos para la Patria, honrados, limpios; que sepan amar la libertad de los demás y, después de amar y defender la libertad de los demás, que defiendan la suya. ¿Te parece poco?».

¿Cuáles son las principales características que debe tener un hombre formado integralmente?, preguntó otra voz. El Padre contestó: «Hace falta sinceridad, que uno sea sincero de cara a Dios [...] Luego, sincero contigo mismo [...] Después, de cara a la sociedad en que vives. Vosotros debéis tener el afán de hacer bien a la gente, de levantar a los humildes, pero de verdad, no con palabrerías».

La tertulia duró tres cuartos de hora aproximadamente. El Decano le impuso al Padre la Beca de Honor de la Residencia.

Al salir de la RUP los residentes se apiñaron en torno al automóvil del Padre, y corrían eufóricos tras él por la calle cuando ya se había puesto en marcha, entre ellos el viejo don Cipriano como uno más.

«Vamos a ser sinceros. Hay rebeldías que os dan vergüenza, en cambio, de otras podéis estar muy orgullosos, porque son manifestación de un corazón limpio, de un afán de superación, de ese deseo de ayudar a mejorar a los demás, a costa de vuestro sacrificio»

Otro momento significativo de esa primera tertulia, fue la entrega por parte de los residentes de un cuadro de la Virgen de Guadalupe, que enterneció a nuestro Padre. Lo besó dos veces, besando a México a los pies de la Virgen. El Padre dijo que esa mañana rezó a la Virgen: «Madre mía, hazme niño, para que pueda estar yo en tus brazos y me puedas apretar contra tu Corazón».

San Josemaría utilizando la beca de la RUP

Después de haber pasado muchos momentos en la RUP, la mañana del 21 de junio, casi al finalizar su estancia en México, bajo un cielo gris que terminó en agradable chubasco, se llevó a cabo la última tertulia con universitarios de todo México. El encuentro tuvo lugar en el patio de la residencia, bajo un toldo, que pretendía albergar a los asistentes pero que no fue suficiente para cubrirlos a todos por su gran número. En esa ocasión san Josemaría habló de la dirección espiritual, el matrimonio, la vocación cristiana, la vocación a la Obra y el plan de vida.

«Vamos a ser sinceros, comentaba. Hay rebeldías que os dan vergüenza, en cambio, de otras podéis estar muy orgullosos, porque son manifestación de un corazón limpio, de un afán de superación, de ese deseo de ayudar a mejorar a los demás, a costa de vuestro sacrificio».

Si uno visita la Residencia, se puede ver en el oratorio un recuerdo de las visitas de san Josemaría a la RUP, y de su amor por la Eucaristía. En una de las tertulias, don Guillermo Porras —el primer mexicano del Opus Dei, y en ese entonces capellán de la RUP—sugirió a san Josemaría que en el oratorio de la residencia se encendieran las dos lámparas votivas que arden junto al Sagrario, y no solamente una como es habitual en los oratorios e iglesias. San Josemaría accedió e indicó que permaneciera esa piadosa costumbre, que se cumple hasta el día de hoy, primero en aquella sede de la RUP en la calle Hortensia, y desde el 2012 en su sede actual de Augusto Rodin.

La visita de san Josemaría a México no es un mero acontecimiento histórico que llena de orgullo a cada generación que ha pasado por la residencia, sino que es un acontecimiento actual cuyo mensaje procura revivir cada uno de los residentes a su manera.