Buscar a Dios en todas las cosas
El fundador del Opus Dei aconseja en este video aprovechar las situaciones ordinarias -el trabajo, las distracciones- para tratar a Dios y darle gloria.
El Espíritu Santo y la vida ordinaria
El Espíritu Santo está dentro de nosotros. Nos acompaña en nuestra vida ordinaria, y nos va cambiando, nos va haciendo mejores. Así lo explicaba san Josemaría.
Cuando hablo con Él, hablo así…
¿Cómo se puede amar más al Señor?, preguntaron a san Josemaría. El sacerdote contó con sencillez cómo era su trato con Dios. "Hay que visitarlo, conversar, intimar, verlo con los ojos del alma..."
Alegría y dolor
Ante un revés en la vida, san Josemaría aconseja recuperar la serenidad en la oración. “En cuanto aceptes la voluntad de Dios, el dolor no es dolor, porque esa cruz la lleva Él”.
“Estoy roto, pero sigo sirviendo”
Las cosas más propias de la vida ordinaria sirven para hacer oración. Una sopera rota, por ejemplo. San Josemaría decía que él era así, como una sopera rota -por los pecados- y arreglada -gracias a la confesión- que seguía sirviendo buen alimento a los demás.
San José, padre del Señor
El Fundador del Opus Dei veía en san José al padre fuerte y cariñoso que Cristo quiso tener en la tierra. A él le pedía que le enseñase a tratar a María y a Jesús: “¡Cómo lo abrazaría, cómo lo besaría!...”
Trabajar por amor
¿Qué trabajo es más valioso? "Aquel que se hace con más amor de Dios", responde san Josemaría, en este video en el que habla de trabajo y servicio a los demás.
El Evangelio: palabras viejas y nuevas
Siendo niño, el fundador del Opus Dei escuchaba siempre el mismo cuento protagonizado por unos ladrones. Y le encantaba oírlo una y otra vez. Así es el Evangelio, siempre igual, y siempre nuevo.
¿Cómo acordarse de Dios durante el día?
Cuando se tiene mucho trabajo, es posible olvidarse de dirigir al Señor o a la Virgen unas palabras de afecto. San Josemaría aconsejar ponerse ‘despertadores’: objetos o imágenes que nos recuerden volver la mirada a Dios.
¿Cómo vivir si no estamos enamorados?
Sin el amor, la vida no sería vida. Por eso san Josemaría aconsejaba “enloquecer de amor”, sea un amor del Cielo o de la tierra .









